Advertencia: prepárense para leer una entrada que optaría sin problemas al título honorífico de “la entrada más sensiblera y moña de toda la blogosfera”. Que luego nadie se queje si continúa leyendo y se le pone cara de Mimosín cayéndose sobre las mullidas toallas.
Durante el último año he intentado hablar muy poco de la Clandestina y de Editores Policarbonados en este blog, y casi siempre que lo he hecho ha sido o para dar las gracias por el apoyo recibido o para hacerme de eco de algo que para mí era importante. Decidí que este no podía ser un espacio publicitario de la librería, por mucho que sea el sitio en el que más horas paso al día y origen de muchos de mis desvelos y de no pocas alegrías.
Pero dejadme que rompa mi propia norma, nunca dije que fuera coherente, para hablar por una vez de la Clandestina y sólo de la Clandestina (y entiéndase que a partir de ahora hablo por igual de la librería y de la editorial, que escribir policarbonados cien veces tiene su aquel…). Creo que la ocasión lo merece. Este sábado celebramos el primer aniversario de la librería (en realidad es el domingo 14, pero tampoco era plan de ponernos estrictos con las fechas).
Un año puede parecer mucho o poco, según lo que haya transcurrido en medio. A mí, directamente este año me parece imposible. Imposible porque a uno le cuesta asumir que realmente está consiguiendo llevar a cabo un sueño. E imposible porque montar una librería siempre es una locura, pero que te pille una megacrisis en los comienzos es directamente un suicidio. O lo era, porque nosotros hemos conseguido hacer toda suerte de equilibrios sin tener que saltar de momento al abismo.
Ha sido un año increíble (entendiendo increíble como un abanico circular), lleno de alegrías, de sorpresas, de momentos muy duros… A quien nos pregunta qué tal nos va, siempre le decimos que muy bien. Y se lo decimos porque es cierto, porque hemos cumplido nuestros objetivos con creces. La parte económicofinanciera es esencial, pero por mucho que nos cueste aceptarlo, es algo desgraciadamente ajeno a nosotros en este momento, que tendrá solución; o no. El éxito económico es sólo una de las maneras de sopesar el éxito global, y en este caso, yo opto por otro tipo de éxitos.
Reflexiono estos días sobre muchas cosas, entre otras, qué ha supuesto para mí esta nueva vida de pequeño empresario, socio, librero y editor.
La Clandestina me ha enfrentado con mi lado más emprendedor, ese que no es que tuviera oculto, sino que pensé que no tenía. Me ha ayudado a perder muchos miedos absurdos, de esos que nos acompañan como una mala sombra. Me ha sacado otros, me ha enseñado carencias que tendré que subsanar. Y me ha ayudado a utilizar herramientas que tenía olvidadas.
La Clandestina me ha acercado aún más a la literatura. Es cierto que por el momento me quita tiempo para escribir, la parte de la literatura que más me gusta, pero el balance en este sentido no puede ser más positivo. Siempre soñé con tener una librería. Y el añadido de poder editar libros, de poder hacerlo con tiempo y cariño, es impagable. Como impagable es poder estar en contacto con escritores, editores y lectores que adoran la literatura tanto o más que yo. Es muy bonito decir que la vida es aprender todos los días, pero mejor es aún no tener que decirlo porque uno lo vive como algo cotidiano.
La Clandestina me ha permitido conocer a muchas personas interesantes. No diré nombres porque no se trata de eso. La librería se ha convertido en un punto de encuentro que ha posibilitado que conociera a mucha gente con la que sólo tenía contacto virtual. Y lo que es aún mejor, que se hayan conocido también entre ellos. También he hecho nuevos amigos a raíz de la librería, que empezaron como clientes y ahora son las dos cosas, clientes y amigos.
La Clandestina, y eso es lo peor, también le ha robado tiempo y cariño a la gente que más quiero. Sobre todo, más que el robo de nada, lo que más siento es que hayan tenido que aguantar mi mal humor, mis nervios, un estado de ánimo con picos de sierra, cuando yo suelo ser un tipo bastante estable. Sólo espero estar a tiempo de resarcirles, que no se quede nadie por el camino.
Hablo en singular porque no me gusta hablar por boca de nadie, pero todo lo que he vivido ha sido en plural, y eso lo ha hecho aún más maravilloso. Gracias a Carlos y a Shara, mis dos socios y sin embargo amigos. Y a Marisa, la cuarta pata indispensable de todo este tinglado. Y gracias también a Daniela, que está posibilitando que no abandone la escritura.
Y gracias a todos vosotros por el cariño y el apoyo que estamos recibiendo.
Y ya sabéis, la cita para celebrar este primer año es el sábado 13 a partir de las 19 horas. Sabemos que no podréis venir muchos de vosotros, pero estaréis de una u otra manera.
Un abrazo zurdo para todos y para todas y besitos/azos 