3 de octubre de 2011

Estampa sevillana


Estampa fotografiada en la Alameda de Hércules, de Sevilla, tomando una cañita y un salmorejo, antes de presentar Elefantiasis, de Raúl Ariza. Escrito sin pretensiones. No siempre las tienen que tener. Es más, cada vez estoy más convencido de que ganan sin ellas.


Siempre empujando el carrito cojo del supermercado, así entra en escena en la Alameda de Hércules. El reponedor que lo dejó junto a los contenedores porque la rueda derecha delantera tranqueaba no sabía el regalo que le estaba haciendo. Nadie que no tenga que transportar toda su vida a cuestas podría entender lo que significa poder llevarla recogida y rodando, aunque sea a trompicones.
                Bien es cierto que ella cada vez conserva menos cosas. A algunos les da por acumular y a ella por quedarse con lo imprescindible. Le han robado demasiadas veces. Si quieren basura, dice por si alguien quiere escucharla, que se manchen las manos rebuscando en la basura como yo hago. La acompañan dos chuchos diminutos. Ella defiende que siendo los tres callejeros, ella es la que tiene menos pedigrí. «Los perros me los encontré en la calle, yo ya estaba en ella.»  Son difíciles de llevar, ella los educa a correazos. Si alguien se lo recrimina no se calla. «Defensores de los animales de mierda, cabrones, ¿dónde estabais cuando la vida me trataba a correazos?, ¿dónde os escondéis cada vez que lo sigue haciendo? Cuando nadie me ve yo les beso, les acaricio, les abrigo. Cuando nadie me ve a mí es que estoy sola, cabrones, defensores de los animales del carajo.»
                Su ruta diaria es la misma, busca siempre donde no encuentra y se sigue sorprendiendo cada día cuando doña Antonia le da una barra de pan y un euro, y eso que lo lleva haciendo quince años. Antes le daba cien pesetas, ahora un euro. Y ella tan contenta porque desde que somos europeos ella ha salido ganando con la moneda diaria de doña Antonia. 
                Si alguien quisiera escucharla estaría encantada de contarle por qué está en la calle, pero todos se excusan diciendo que es peligrosa porque pega a los chuchos y porque habla sola. «Hablo sola porque no queréis hablar conmigo, malnacidos. Es más cómodo que yo sea la asocial, la que se aísla, así podéis confesaros al cura párroco de nimiedades masturbatorias para quedar bien, sin tener que reconocer grandes pecados. Cobardes, no queréis  enfrentaros a uno de vuestros posibles futuros. Mi presente es solo eso, uno de los posibles futuros que jamás contemplé.»
                Desaparece de mi ángulo de visión. Yo mañana no estaré aquí. Quizás si estuviera ya no me fijaría en ella.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

:) Hay que saber "mirar", ¿no?
Besillos

Irreverens dijo...

:(

Amando Carabias dijo...

Preciosa y triste estampa.

Alena. Collar dijo...

Me gustaría haber sido capaz de escribirla yo.
Extraordinaria.

Elena Casero dijo...

me ha gustado mucho señor Mariano. Espero que te sientas inspirado muchas veces más así, con esa intensidad.

La última frase es contundente y más real que la vida misma.

Anónimo dijo...

Vengo a hacer publicidad de la última entrada de mi blog sobre André Neves. Con su permiso, Sr. Zurdo, dejo el enlace:

http://corrientesdeaguayazahar.blogspot.com/

Mu buen día!!

Belén dijo...

Eso es lo que se llama la mirada del escritor, ¿verdad?

Besicos

Tropiezos y trapecios dijo...

Quizá no es tanto miedo a un posible futuro como miedo a lo desconocido... Genial estampa, bonita y a la vez muy dura.

Un abrazo!

Ehse