Crónica de una fin…, perdón de un concierto

Bueno, pues aquí me hallo tras un fin de semana orensano concertil, tal como anticipé, y hallarme, lo que me hallo es alérgico perdido. Que sí, que la naturaleza en pleno apogeo de tonalidades verdes y matices florales es una gozada, eso no lo discute nadie, pero me he tenido que atar las gafas para no perderlas en uno de estos estornudos que ¡achissss!, me tienen en un sinvivir. Encima he tenido una nochecita toledana. Entre la alergia, los calores y las celebraciones por haber ganado la fin…, pues eso, que no he pegado ojo.
El viaje de ida fue bastante tranquilo. Llegamos más o menos a la hora de comer (más cerca de la hora del café que la del tapeo). El ayuntamiento de O Bolo nos invitó a empanada, pulpo, croqueta, bizcocho…, todo ello regado con unos caldos de la comarca de Valdeorras que quitaban el sentido, sobre todo el blanco, hombrepordios…
¿El concierto? Bien gracias. Interpretamos unas cuantas obras y perpetramos otras, pero en general salió decente y el público estuvo entregado. Un momento muy especial fue cuando cantamos la obra Douru. Especial porque es una obra complicada que nos ha costado mucho montar, pero sobre todo especial porque estaba el compositor en el concierto, compositor de cuyo nombre ahora no me acuerdo, pero al que le espera un futuro brillantísimo porque con 25 años ya compone que da gusto cantarlo y oírlo. Pero como suele pasar, lo que más le gustó a la gente fue la propina. Cantamos un arreglo para coro de Lela (el arreglista también estaba allí) y en las primeras filas se pudieron ver lágrimas de emoción, quizás como premonición de lo que pasaría un día después en la fin…
Lo del sábado noche fue sencillamente espectacular. El organizador del evento (a la sazón, padre de uno de nuestros compañeros tenores) nos agasajó (y no se puede calificar de otra forma) con una magnífica cena en su casa, cena al aire libre en una preciosa finca, con su piscina (que no nos resistimos a probar, huelga decirlo). Acabamos muchos metidos en el agua, con toda la ropa o solo con la interior (dependiendo del grado de pudor y paso de comentar el mío) chapoteando con gran jolgorio como si estuviéramos celebrando por anticipado el haber ganado la fin…
Probamos más vino de la tierra, en este caso vino de La Rúa, procedente de las viñas del señor párroco que, ni corto ni perezoso, se declaró abiertamente racista. Sin comentarios. La velada acabó entre cánticos (¡¡¡a por ell…!!!) y queimada (panda de borrachos…).
Ayer, el gran día de la fin…, de regreso a casa, quiero decir, la vuelta fue de lo más accidentada. Uno de los tenores sufrió una hipoglucemia bastante aparatosa (es diabético, que nadie piense en consecuencias resacosas). Fue un buen susto, la verdad, pero se solucionó favorablemente y la única consecuencia negativa fue el retraso, que provocó comernos un atasco del carallo para entrar a Madrid y me perdí la primera parte de la fin… Vamos de lo que viene siendo la fin… O sea, que estoy intentando decir que no vi la primera parte de la fin…
¡Hay qué joderse! Mira que me propuse no hablar de fútb… en un blog tan culto como este, leches, un blog que, como dice Clandestino, todos llevamos jerseis negros de cuello vuelto, fumamos en pipa y sólo mantenemos conversaciones elevadas que enriquezcan nuestros espíritus, pero es que…

¡CAMPEOOOOOOONES, CAMPEOOOONES, OE, OE, OEEEEEEEEE!
(Que a gustito que me he quedado, gensanta…)

PD. Ya iré colgando alguna foto. O no.