Hasta el miércoles que viene

Vale, vale, reconozco que el título de la entrada no es muy bueno, porque parece que me despido hasta mañana (lo cual sería ciertamente excesivo, a no ser que lo acompañara del ínclito “buenas noches y buena suerte”) y lo que estoy haciendo es despedirme hasta el miércoles siguiente. Yo es que soy muy malo poniendo títulos, eso se lo dejo a Clandestino, que es el técnico especialista en títulos policarbonados.

Mañana trabajo, sí, pero creo que estaré bastante liadillo y no podré actualizar, aunque quien sabe (yo por si las moscas me voy despidiendo, que luego, si no, habrá quien diga que me despido a la francesa). Y cuando fiche, concretamente a las 18:01 (lo que tardo en recorrer el espacio que hay entre el botón de off del ordenador y la puerta de salida), empezará un maratón de actividades de los de agárrate los machos que vienen curvas...
Del trabajo, a una especie de ensayo general descafeinado (porque faltarán los que están en la playa, grrrrrr). Así, para abrir boca. Que no suene a queja, porque poder cantar con un grupo de músicos profesionales, tanto vocales como instrumentales (órgano, violone, viola de gamba y tiorba) es un auténtico lujo.

El jueves me espera una barbacoa con unos buenos amigos. Creo que no hay mucho más que añadir al respecto, excepto ñam, ñam...

El viernes cantaré con mi coro en la 26 Semana de Música Sacra de Segovia, donde interpretaremos las Musikalische Exequien, Op. 7. SWV 279 de H. Schütz junto a Ensemble Quasar y solistas (ver programa) (reseña en El País). Lo único malo es que el concierto es a las 12:30 de la mañanita, así que toca madrugón en vacaciones, mecagoen... Eso sí, cantamos una obra increíble, en un sitio increíble y nos apretaremos después un corderito segoviano increíble.

Y el sábado parto, en una compañía inmejorable, para tierras salmantinas o salamanquesas, aún no lo hemos decidido: largos paseos, ratos de escritura y pintura compartida...

Volveré con energías renovadas, eso espero, porque falta me van a hacer para afrontar todos los proyectos que me esperan en los próximos meses y de los que os mantendré puntualmente informados. O no.
Pues ale, majetes y majetas, que lo pasen ustedes bien un rato largo, que sean malos o buenos a conciencia según su libre elección, y que no se olviden de los bañadores y los paraguas que la semana santa se presenta juguetona.
Y vuelvan con ganas, porque a partir de abril no pienso darles tregua. Y no es una advertencia, es una amenaza.