La cena real o Real

“Algo más de 450 personas asistieron anoche a la cena oficial del Rey para celebrar su setenta cumpleaños y los 32 años de reinado”. Y efectivamente fueron algo más. Concretamente fuimos 454, porque a última hora asistimos Clandestino, Estilografic, el Náufrago y mi menda lerenda como representantes de la blogosfera patria (que ya sé lo que estáis pensando, que menuda representación...). El culpable de la elección fue el principito (El Principito no, sino Felipe). De todos es sabido que el principito es Atlético, pero eso no tuvo nada que ver en la elección, ya que aunque Clandestino y yo somos atléticos confesos, Estilografic y el Náufrago son merengones los tíos. La elección vino dada por el concurso de la novia noruega, concurso ideado por Clandestino y cuyo jurado estuvo compuesto por los cuatro que asistimos anoche a la cena. En un aparte, nos contó el principito que le hizo mucha gracia lo del concurso, que le recordó mucho a su novia noruega, (que de hecho él le regaló a ella una camiseta con el ya famoso “yo soy la novia noruega” que le marcaba sus...) pero que no dijéramos nada que la Leti se ponía celosa cada vez que le mentaban a la Sannum.
Las cifras, como si de una manifestación por la Castellana se tratara, varían según los medios (Público habla de 502). Yo, que me aburren bastante estos actos, me pasé toda la noche contando invitados, pero claro, entre los meones y las meonas, y los que iban de mesa en mesa practicando el maravilloso deporte nacional del frotar de espaldas, unas veces me salían 454 y otras 502.
Decían los habituales que se echaba en falta a Marichalar, que es un cachondo el tío y que anima cualquier sarao. Aznar, tan servicial como es él para los asuntos de estado, intentó suplirle contando unos cuantos chistes de curas que hicieron bastante gracia entre la concurrencia, excepto a Rouco Varela, que pasó del púrpura cardenalicio al verde Shrek en menos de lo que se tarda en firmar un divorcio exprés.
En un momento dado se acercó Zapatero a nuestra mesa (obvio es que lo hizo porque éramos los únicos con pintas plebeyas) y nos preguntó que cuánto cuesta un café, que quería invitar a Aznar a uno y no sabía cuánto le tenía que pedir a Solbes para tales menesteres.
El menú, como diría Javier Krahe, no estuvo mal, satisfizo al personal: guiso de vieiras con langostinos y lomo de lubina al aceite suave. Bueno, eso al resto de los invitados, porque a nosotros, los parientes pobres, nos pusieron unos huevos camperos, con su poquito de chorizo, su morcillita, sus patatas fritas y pimientitos, que fueron la envidia del resto de ilustres comensales.
Lo divertido vino a los postres (tarrina de helado de vainilla-chocolate para nosotros, pastel de limón con frambuesa para el resto). De repente se levantó Clandestino, elegante como él solo, con su jersey de cuello vuelto negro y su chaqueta de pana, y gritó: ¡Viva Honduras!, a lo que todos, un tanto achispados aprovechando la calidad y cantidad de los caldos (y empujados por el ardor patriótico propio de estos eventos), respondieron con un ¡Viva! (y por qué no decirlo, con algún que otro hondear de servilletas, qué vergüenza, ¡gensanta!). Aprovechando la algarabía y el desconcierto va el Náufrago y, palangana en ristre, se pone a gritar con gracejo borbónico: ¡Por qué no te callas! con reacciones diversas, siendo la más repetida la de buscar el móvil, pensando que les llamaba alguien (cuánto daño está haciendo lo de “si quieres estar a la última marca POLITONO espacio CHÁVEZ y mándalo al 6969”).
A estas alturas de la cena el despiporre era generalizado. Estilografic aprovechó para ir uno por uno preguntando si habían visto a su becario, y yo a lo mío, repartiendo panfletillos arengando sobre el advenimiento de la III República (en breves fechas publicaré una lista de los que cogieron el panfletillo y entre dientes me contestaron ¡salud y república! Estupefacto me hallo).
Rajoy conspiraba bajo los manteles diciendo que el lomo de lubina estaba salado y que era culpa de ZP, mientras que Fraga, ya no eran horas, dormitaba mascullando padresnuestros y avemarías. Felipe González (con la misma chaqueta que Clandestino pero desgastada por los codos) hacía de rabiar a Aznar: ¡Chincha rabiña yo tengo una piña llena de piñones y tú no los comes, que soy presidente sabio de los sabios europeos!, a lo que Aznar respondía: ¡A Murdoch que vas! Rouco se puso en la puerta como portero de discoteca: ¡A ver los libros de familia!
Menos mal que sacaron la cubertería de juguete, la que le regalaron a Froilán por reyes, en previsión de lo que podía suceder porque yo ya me temía lo peor...
Como colofón, el Rey animó a todos a participar en el karaoke cantando cada uno su versión del himno de España. ¡Pa´bernos matao!
En fin, compañeros y compañeras, que os representamos lo mejor que pudimos, que no os perdisteis nada interesante y, por favor, que alguien venga a sacarnos de una puta vez de los calabozos de Plaza de Castilla, que nosotros no fuimos, que el que cantó lo de “Si los curas y frailes supieran la paliza que les van a dar” fue Jovekovic, leches, que oye lo de cena gratis y se apunta el tío a un bombardeo...

Rectificación pública: que el único merengón (por ahora) es Estilografic, que el Náufrago dice que es más Atlético que Pizo Gómez, que ya es ser Atlético, leches.

Actualización desde el calabozo: Y para que veáis que no miento (que de un escritor zurdo se puede esperar cualquier cosa) leed la crónica de Estilografic, que él sí que es un tío serio, hombrepordios, que es periodista y todo...

Otra actualización (todavía desde el calabozo): producto de su afición al buen vino y de una larga conversación con la infanta, ¡gensanta! (sólo se le ocurre a él) el Náufrago nos ofrece su versión de los hechos. Le podéis leer tranquilamente, que asusta pero no es peligroso.