Sin nada de humor y con algo de humor

Sin nada de humor
Todos los días desayuno viendo las noticias. Ya, ya sé que me infrinjo un tormento innecesario pero cada uno tenemos nuestras vías y dosis de masoquismo.
Esta mañana estaban comentando la reforma del código penal en lo que se refiere a las penas de cárcel para determinadas conductas viales. No entraré a valorar la reforma en sí, aunque sin leerla en profundidad estoy bastante de acuerdo. Y me he reafirmado al escuchar las opiniones de varios entrevistados, ciudadanos de la calle, mostrando una escasa conciencia de lo que supone un conductor borracho o un fitipaldi en las vías públicas.
Pero no es de esto de lo que quería hablar. Para dar impacto a la noticia, han acompañado a la misma con imágenes reales de un accidente. Un hombre con un grado de impregnación alcohólica elevada, vamos, muy borracho, se había saltado un semáforo en rojo colisionando con el coche de una mujer, con lo que provocó que esta diera una vuelta de campana y se saliera de la carretera. Él estaba ileso. Ella, muy grave y atrapada en el coche. Les costó mucho sacarla y la pobre pegaba gritos de dolor mientras que la subían en la camilla. Pues bien, a ella, a la víctima, se le veía la cara perfectamente. Se le podía reconocer sin problemas. A él, al desgraciado borracho que había provocado el accidente y que casi la mata, se le tapaba la cara con ese difuminado tan mono con el que editan las imágenes en televisión para que no se pueda reconocer al susodicho.
Soy un ignorante sobre el tema. Supongo que esto estará legislado y que las televisiones se ven obligadas a tomar este tipo de medidas, pero me parece una auténtica canallada. Me recuerda demasiado a tiempos de víctimas a cara descubierta y de verdugos con capucha.
¿Alguien ha pensado que los familiares, amigos y desconocidos pueden ver las imágenes de esa mujer sufriendo en un estado muy grave?
¿Por qué se mantiene el anonimato de los agresores, ya sean viales, sexuales, de género o del tipo que sea la agresión?
Perdón por la pataleta, pero hay cosas que no entiendo y soy como un niño pequeño. Si no entiendo, me cabreo.

Con algo de humor
Que conste que yo tenía ligeras sospechas al respecto. La relación entre Epi y Blas nunca la tuve clara. Tanto estar juntitos, esas camas tan pegaditas, esas miradas de soslayo en la ducha jugueteando con el patito de goma y pasándose la pastilla de jabón, esas manos introducidas por el... (perdón, perdón, que me crezco).
Y claro, ahora entiendo muchas cosas. Así habéis salido todos y todas, que seguro que os tragabais todos los capítulos de Barrio Sésamo sin codificar y sin respirar mientras que merendabais. ¡Qué vergüenza degeneración, perdón, de generación! En vez de ver documentales de cómo armar y desarmar un fúsil de asalto en tiempo record, o ver un programa educativo de leguleyos explicando como denunciar a alguien por mostrar un pezón por la tele, vosotros estaríais como pasmarotes delante de la tele, aprendiendo las enseñanzas depravadas de Coco y el monstruo de las galletas...
¿Que no sabéis de qué hablo? Ups, perdón. Es que leo hoy en un artículo de El País que en EE.UU. han sacado un DVD con los primeros episodios de Barrio Sésamo, de los del pleistoceno medio, a ojo de buen cubero, y que en la carátula advierte que el contenido está recomendado para adultos y que no es apto para niños en edad preescolar. No, no os quedéis ojopláticos, hombrepordios, que es que resulta que la serie tiene contenidos que los niños de hoy en día no podrían asimilar. Y sí, una de las razones que esgrimen son las escenas de Epi y Blas en la ducha pidiéndole el uno el jabón al otro, que puede incitar a los tiernos infantes a reproducir actitudes homosexuales.

Lo gracioso, vamos, lo que no tiene maldita la gracia, es que primero he pensado que eran cosas del puritanismo victoriano de los yankies, pero acto seguido he mirado para mis adentros, y por aquí estamos escuchando cositas que, si no iguales, se parecen demasiado. ¿Exagero? Puede, pero las declaraciones de la diputada del PP que dijo el otro día que legalizar el cannabis sería un genocidio... Por no hablar de la periodista de la COPE que enseña a curar la homosexualidad y que hace una caracterización de la personalidad de los homosexuales y las lesbianas que sonrojarían al mismo Benedicto MSCXXLIII (bueno, vale, a él no).

La culpa es mía por ver la tele y leer la prensa. No aprendo ¡gensanta!

Y la misma noticia desde la visión de Mexileña.