20 de noviembre de 2007

Dos relojes para una misma hora (versión relato)

Ayer publiqué una de mis descotidianidades y los comentarios se convirtieron en teorías diversas sobre por qué el amigo cascanueces llevaba dos relojes. A menudo he comentado que me gusta jugar a relatar a partir de una frase o de una anécdota, así que me he dicho que por qué no intentaba escribir un relato basándome en todas vuestras propuestas. No sé si me he dejado alguna (desde luego, la más sesuda, la de la hija de Inte, la he incluido). Esto es lo que ha salido. Se confirma, la gastroenteritis vírica y la diarrea mental son primas hermanas...

Otra semana dura en la redacción, pero ésta tendría final feliz. Saldría de Santander para pasar un romántico fin de semana en Madrid. Preparó el equipaje con descuido, como siempre, metiendo arrebujada toda la ropa que cabía en su pequeña maleta roja. Utensilios de aseo y poco más. En una bolsa de plástico (odiaba las mochilas, los bolsos y las carteras) metió el mp3, el libro que se estaba acabando, algo de una tinta azul, pero no sé, hablo de memoria, y un buen puñado de nueces. No necesitaba más. Antes de salir, cogió sus dos relojes de pulsera y se puso uno en cada muñeca, como siempre. En la zurda hoy tocaba el que le regaló su mujer en su último aniversario, y en la diestra el que le regaló su hija por el día del padre. Cada día los alternaba para tener contentas a sus dos damiselas, que cada mañana jugaban divertidas a ver qué parte del cuerpo de papá vigilarían. Lo hizo de una manera mecánica e innecesaria, porque el juego era matutino, ahora ellas no estaban en casa para comprobarlo y se iba a pasar dos días con la tercera y clandestina damisela, acostumbrada en poco tiempo a su manía de llevar dos relojes, pero poco preocupada por la posición de los mismos.
La costumbre de llevar dos relojes era antigua y el hastío por la curiosidad ajena, creciente. "¿Por qué llevas dos relojes?" Su respuesta arisca, tan arisca como él mismo, era siempre: "Y por qué no, dónde pone que lo estipulado sea llevar sólo un reloj". En realidad empezó a llevar dos, porque le encantaban los relojes y en un cumpleaños le sorprendieron con un par. Le gustaban mucho ambos y, como no se decidía por ninguno, tomó la solución más simétrica. Desde entonces siempre llevaba dos y en algunas ocasiones era útil, sobre todo cuando viajaba a alguna corresponsalía extranjera y en un reloj mantenía la hora patria y en el otro ponía la del país de tránsito.
El reloj de la niña, el que hoy se alojaba a la derecha, hacía tiempo que estaba parado. Sabía que era absurdo, pero le gustaba así. De hecho lo miraba más que al que daba la hora con precisión suiza. Le relajaba, le parecía que se detenía el tiempo cuando se veía reflejado en su esfera reluciente. Desde que quedó con ella, con la otra, con la clandestina, hacía una semana, el reloj parado marcaba las 22:18, la hora a la que habían quedado en un punto exacto del Metro de Madrid. Ella, una chica bastante más joven que él, le sometía a estos juegos absurdos a los que él se prestaba como un quinceañero enamoriscado. "Este el trato -le dijo ella-. Quedamos a las 22:18 en el locutorio que hay en el pasillo del trasbordo hacia la línea 1 en Plaza de Castilla. Estaré esperándote desde las 22:16 hasta las 22:20. Si vienes antes o después no me encontrarás". Escaso margen de error para un trayecto Santander-Madrid, pero no puso ninguna objeción. Sólo un hombre amante de la puntualidad como él llevaba dos relojes sin volverse loco.
El primer percance lo vivió en el mismo aeropuerto. Le ponían nervioso los arcos de seguridad, los cacheos. Al poner sus objetos personales en la bandeja, se le cayó el reloj andante al suelo. Y se paró. Contrariado, se subió al avión con los dos relojes de las dos muñecas parados. Lo malo es que no tendría tiempo de comprar uno en Barajas, porque tenía calculado el tiempo al milímetro, con un previsor retraso de un cuarto de hora del avión, que es lo que tenía calculado de viajes anteriores. Si había alguna incidencia se iría todo al carajo, aunque llevara en la muñeca el reloj de la Puerta del Sol revisado cinco minutos antes para las campanadas de fin de año. No le quedaba otra que ir fijándose en todos los relojes que se le cruzaran por el camino. El vuelo duró lo que una siesta. Como no había facturado, salió corriendo adelantando a las mismísimas cintas mecánicas de los largos pasillos del aeropuerto.
Una vez metido en el vagón de Metro de la línea 8, empezó a preguntar la hora a varios pasajeros. Cinco pasajeros, cinco horas distintas. ¡Joder, necesitaba precisión! Hizo una media aritmética absurda que le tranquilizó mínimamente. Para relajarse, se puso a escuchar en su mp3 unos programas de Gomaespuma que tenía grabados y con los que seguía partiéndose de risa a pesar de sabérselos de memoria. Los nervios le abrían el apetito y se acordó de que llevaba un puñado de nueces en la bolsa. Fue triturando una a una con sus enormes manos que, antes del teclado de periodista, habían manejado la pala y el pico. Iba tirando las cáscaras en la bolsa según se las iba comiendo, pero a cada una que destrozaba, nevaban polvos de nuez sobre el suelo del vagón. Frente a él, un melenudo con gafas le miraba con desprecio y mascullaba algo. Él seguía con los cascos puestos y sólo oía algo así como " u uojb'07 bm +j n98 n mujhjhgovb`*Ñ ¡7p87 n vbgñp". Se quitó los cascos y se encaró con él melenudo. "¿Decías algo?", le preguntó desafiante mientras observó que el melenudo llevaba un resplandeciente peluco en la mano siniestra igualito al que le había regalado su mujer. "Que eres un cerdo, eso te decía", contestó envalentonado el melenudo. "Cerdo y muy bestia, así que o me cambias el reloj ahora mismo o te estrujo tu cabeza de progre como una nuez". Justo en ese momento llegaron a Colombia y los dos se bajaron, el melenudo con el reloj parado y el cascanueces con el reloj otra vez en marcha.
Salió corriendo por los pasillos hasta coger la línea 9. Las 22:11. Contó mentalmente las paradas que quedaban: "Pío XII, Duque de Pastrana y Plaza de Castilla". Justo, pero iba a llegar. Sonrío, porque lo mismo hasta conseguía llegar a las y dieciocho clavadas. Ahora ya no podía hacer nada, aparte de mirar el reloj compulsivamente y limpiar la esfera, porque el melenudo debía de ser tan cerdo como él.
Plaza de Castilla. 22:17. Sólo tenía que subir las dos escaleras mecánicas que daban justo al locutorio donde había quedado. Como si hubiera escalado el Everest en dos zancadas llegó exhausto arriba. No estaba ella. No había nadie. Miró el reloj. 22:18. "¿A que el puto melenudo llevaba el reloj adelantado o retrasado?". Miró a su alrededor y vio que venía un vigilante del Metro. "Perdone, ¿me podría decir la hora?". "Sí, claro, son las 22:18."
¡Propuesta abierta a cualquier bloguero o bloguera que esté igual de loco/a que yo!:
¿Alguien se anima a escribir el final de este relato en su blog?
Actualización matutina: los que se animen que me lo digan e iré enlazando aquí los diferentes finales propuestos en vuestros blogs. Puede ser divertido.
(PD: este es el típico jueguecito que nadie sigue y que el creador tiene menos éxito que el rey en un congreso de reggetón.)

47 comentarios:

Rodros dijo...

Bufff, que responsabilidad. La verdad es que las opciones son muchas, pero me decanto por una en la que la damisela se encontrara también en el vagón de metro (medio escondida) y, escandalizada por el trato al que sometió al joven melenudo, decidió poner fin a su relación con el hombre bireloj e inicar una tórrida historia de sexo y lujuria con el melenudo.

Isabel Burriel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Isabel Burriel dijo...

No me atrevo a tamaño desafío (soy na cobardeee). Además me gustan las historias que se quedan suspendidas en el aire.

Pero apunto por si acaso un pequeño relato:

La damisela apareció dos, exactamente dos minutos tarde.
Aunque había llegado un poco antes que él con la intención de comprar algunas cosas que se le habían olvidado meter en la bolsa de viaje. Compró el consabido cepillo de dientes, una caja de condones de sabor a hierbabuena y un poco más allá vio una tienda de corbatas y relojes.
No pudo remediarlo, en el fondo tenía celos de los relojes que llevaba él siempre. Quería que llevara uno suyo. Lo compró, pidió que lo envolvieran para regalo y cuando se encontraron se lo dio.
Al ir a ponérselo, descubrió en la muñeca de él, el reloj que le había dado el melenudo. Ella hizo rápidos movimientos de cabeza, pensó y malinterpretó: ¡Este cabrón ha estado con otra! Y allí mismo le dejó.

Besosssss

estilografic.blog dijo...

¡Lo tengo!, ¡lo tengo!

Mariano Zurdo dijo...

Rodros, ¡me gusta!
Inte, ¿que no te animas y que eres una cobarde? ¡Pero si ya lo has escrito! Sólo tienes que darle un poco de forma, mujer... (Dale las gracias a tu niña por su inestimable colaboración.)
Estilografic, ¡desembucha!

Anónimo dijo...

Dios ¡cómo me tienta la idea! aunque mi idea ha sido parcialmente pisada ya por uno de los comentaristas, jajajajaja, no diré cual por si me atrevo. Lo malo es que tengo tantos encargos que no sé en que hueco del blog metería el relato.
(Fantástica la morcilla de la niña de Inte) (¿Morcilla se puede aplicar a este caso?)( Bueno, da igual, fantástica de todos modos)

Mariano Zurdo dijo...

Vitruvia, una magnífica morcilla, sí señora. Es que pequeinte promete...

Javier Menéndez Llamazares dijo...

Marianín, te acabo de tomar por la palabra y he perpetrado un crimen con tu texto. Los detalles, aquí.

wen- dijo...

Jajajajajaja Mariano, es que le das movimiento a la blogosfera, eh? Eres como la mano que gira la ruleta.tac tac tac tac XD
La iniciativa es un don que le regala futuro a su portador, eh?

Mariano Zurdo dijo...

Llamazares, ¡gran final! Enlazado te hallas.
Wen, esto es sólo producto de dos días encerrado en casa con una gastroenteritis que sube y baja desde mi cerebro hasta mi estómago. Menos mal que todavía hay locos que le siguen a uno en sus locuras...

Isabel Burriel dijo...

Claro, se me olvidaba darte las gracias por incluir la aportación de PequeInte. jaajaa
Toda decidida se sentó sobre mi y empezó a aporrear el teclado poniendo las manos exactamente igual que si fuera a escribir. Coño, si luego no quería que yo escribiera a continuación. jaaaja

Besos

Mariano Zurdo dijo...

Inte, si es que la cabra va al monte... (y no estoy llamando cabra a tu hija, hombrepordios).

Elena Casero dijo...

Lo voy a intentar yo también. Si veo que no sale nada, te lo digo

Un besazo

Mariano Zurdo dijo...

Escriptorum, pues aquí te esperamos si te animas. Y si no, también te esperamos. XD

Anónimo dijo...

¡Hecho!
( Me voy a por las niñas al cole, que hoy me cortan el pescuezo).

Javier Menéndez Llamazares dijo...

Bueno, he añadido una pequeña actualización para caracterizar mejor a "Clandes". A ver si se nota la mejora.

Elena Casero dijo...

Marianin.
que ya está puesto en el blog.


Voy a seguir con mis nueces

Iván dijo...

Te acabo de descubrir de la mano de Javier y me encantaría seguir el relato. Supongo que aún tienes hueco. A ver si me da tiempo a hacerlo hoy. Es un gran reto!
Un saludo!

alfman dijo...

bueno pues yo ya he hecho el mío a ver que te parece, espero no haberme repetido con respecto a los demás, ...

Mariano Zurdo dijo...

Vitruvia, ¿tú también? ¡Otra loca!
Escriptorum, muchas gracias, lo leí y me encantó. Enlazada te hallas.
J M Llamazares, hay que joderse lo perfeccionistas que sois los escritores...
Iván, encantado de que lo hagas. Me pasearé por tu blog pero ando algo pachucho. Si lo escribes, dímelo por acá y voy a buscarte.
Alfman, ya decía yo que tu mente-batidora no podría estar quieta. SEguro que me encanta. Voy para allá y te enlazo.

Besitos/azos a todos y a todas (y gracias).

Kim dijo...

Marianito...., que estás que te sales eh..., revolucionando la blogosfera...

Fíjate, que casi me gustan más los finales que el propio relato eh...

Que no que es coña, es para que no te crezcas demasiado.

Mariano Zurdo dijo...

Clandestino, pues es que a mí me gustan más los finales que el propio relato, y no es coña. XD

alfman dijo...

joe por un momento se han bloqueado toods los blogs, ¡¡¡la que has liao mariano , la que has liaoo!!!

Iván dijo...

Rapidez y diligencia... Aquí lo tienes. Espero que te guste, aunque no más que tu relato.
Un saludo!

Mariano Zurdo dijo...

Alfman, ¡ya te digo! Acabo de recibir una llamada del mismísimo señor Blog y no veas la bronca que me ha soltado...

alfman dijo...

oye es curiosísimo pero en tu enlace al final escrito por vitruvia se puede leer la sodicha entrada, pero si te metes en Xuntaletras directamente, ésta no existe... no entiendo nada... ¡¡Vitru que el Mariano te ha secuestrado la entrada!! XDDD

Mariano Zurdo dijo...

Iván, leído y enlazado. ¡Muchísimas gracias!
Alfman, ¡¡¡chivato!!!

wen- dijo...

Me parto de risa de verdad....al final me estais arreglando el día entre todos XD
Mariano, menuda has organizado. Por cierto, que ha venido a verme una rata en avioneta y me ha comentado que tus hazañas ya van más allá. Lo de más allá no se bien a lo que se refería, pero lo ha dicho así como muy emocionada, así que será bueno XD

Mariano Zurdo dijo...

Wen, ¿una rata en avioneta? ¿Que mis hazañas ya van más allá? ¡Joder, el virus me está atacando las entendederas!

Anónimo dijo...

Ya sabía yo que había una mano negra, digo zurda, jajajaj.
En serio, sé que está ahí porque recibo comentarios, pero yo no la veo. He accedido durante un minuto, lo justo para enlazar a algunos de vosotros y....pufff, se ha ido de nuevo.
Por cierto, quería eliminar la entrada de la puta mierda, pero entre que no la veo y el comentario de Clandestino, (que lo he leido en el correo), pues que ahora me da cosa. Ainsss.

Mariano Zurdo dijo...

Vitruvia, a mí me ha pasado lo mismo. He podido entrar de milagrito para enlazarte.
¡Cómo está la red gallega, dios!

Elena Casero dijo...

pues voy a ver si entro a ver el de Vitru que aún no he podido, cagentot.

Nos van a echar, ya veréis y no nos quedan nueces.

Anónimo dijo...

Este comment no tiene nada que ver con tu post, pero si contigo. ¿Sabías que el 13 de Agosto se celebra el Día mundial del zurdo? Yo me he enterado hoy y no he podido evitar acordarme de ti. Por eso te lo digo por aquí (no sabía donde decírtelo...). Intentaré felicitarte otro año! Saludos diestros!!

Mariano Zurdo dijo...

Escriptorum, espero que puedas leerlo porque está genial.
¡No sin mis nueces!
deka, me enteré, pero se me olvidó felicitarme... A ver si me lo recuerdas el año que viene.

Belén dijo...

Yo no me atrevo... si me sale algo potable lo aviso, pero bufffffffff no me atrevo!!!

Besos!

Mariano Zurdo dijo...

Belén, si te apetece unirte a la locura aquí te esperamos. Y si no, disfrutaremos de tus entradas diarias, que son algo más que potables.

maite dijo...

yo también he escrito algo, estoy de un lanzao últimamente!!!

Raquel dijo...

¿Podemos seguir con la historia mañana? en realidad, esos finales todavía no son los definitivos, ¿o sí? umm...

Mariano Zurdo dijo...

Maite, ¡así me gusta! Para allá que voy...
Raquel, es el juego sin final, cada uno puede participar cuando quiera. ¡Faltaría más!

Besitos/azos

estilografic.blog dijo...

Hay que ver qué éxito. Y yo que pensaba que iba a ser el único loco que te iba a hacer caso. Exhausto me hallo de actualizar mi entrada para añadir enlaces y más enlaces.

Por cierto, que esta mañana, cuando he pasado por el locutorio de Plaza de Castilla, que paso todos los días, no he podido resistir la tentación de mirar el reloj. Marcaba las 09:05. ¡Mecagoenlaleche!, otra vez tarde a la oficina.

Mariano Zurdo dijo...

Estilogrfic, parece que esto está lleno de locos como nosotros.
Y pon el reloj en hora, a las 9:00 y así no llegas tarde, que hay que decírtelo todo, hombrepordios.

leo dijo...

Ha sido genial la iniciativa, Mariano. Los finales son estupendos. Enhorabuena a todos. ¡Genial!
Muchos besos.

Joyce dijo...

Pero hombre Mariano, y tú no añades un final escrito por ti? O es que lo vas a dejar así...?

Interesantes propuestas las que has enlazado por el momento. Sin duda, una iniciativa excelente.

Un abrazo!

Belén dijo...

Me estoy leyendo todas que conste!!!!!

besosssss

Mariano Zurdo dijo...

Leo, si es que estos/as chicos/as son unos artistas...

Joyce, estoy en ello, pero es que los muy capullos han dejado el listón muy alto.

Belén, pues ponte cómoda que vas a disfrutar de lo lindo...

illeR dijo...

Joo, que guay, que de juego a dado la historia :D Me hasn gustado mucho todos los finales, me har ecordado a aquellos libros de elige tu propia aventura :)

Mariano Zurdo dijo...

Iller, es que la gente se ha enrollado de maravilla. Así da gusto jugar.