9 de septiembre de 2013

Mi análisis sobre Madrid2020

Yo soy psicólogo especializado en deporte, lo de editor es una profesión en segunda convocatoria. Me apasiona el deporte, practicarlo y verlo. Me encantan las Olimpiadas. Excepto la hípica y el hockey sobre hierba creo que soy capaz de tragarme todas las especialidades sin pestañear.

Yo no quería Madrid2020 pero lo hubiera disfrutado como el que más. Y, con un poco de suerte, hubiera podido reanudar mi profesión de psicólogo, porque es cierto que unas olimpiadas son un revulsivo para todos los profesionales del deporte.

Tras un fin de semana de alegría para unos y desencanto para otros toca respirar y analizar con cierto criterio si queremos aprender algo de esto. Si nos quedamos en la intervención de Ana Botella, por cierto, nunca podré darle las gracias lo suficiente por el buen fin de semana que me ha hecho pasar, este fracaso se quedará en un evento propicio para humoristas y tuiteros. A mí, particularmente, me produce mucho más estupor un presidente del gobierno incapaz de decir ni una sola palabra en inglés y sin poder hablar en público pegado a un papel. O los 180 invitados que se han dado la vida padre a costa del presupuesto de las “olimpiadas más austeras de la historia”. O la campaña de euforia creada artificialmente que ha llevado a una desilusión que tendría que haber sido menor por razones objetivas. O la utilización propagandística que ha hecho de la retransmisión la televisión pública española, ensalzando la presentación de Madrid por encima de Tokio y Estambul cuando una gran parte de los expertos coincidieron más bien en todo lo contrario. O acusaciones de votaciones fraudulentas para ocultar nuestro escaso peso internacional, nuestra falta de credibilidad financiera o nuestro problema con el dopaje cuya lucha todavía tiene un largo camino por delante.

Reducir la derrota a un tongo olímpico o la corrupción en el COI es, por un lado, una hipocresía y, por otro, un absoluto desconocimiento y, por tanto, una falta de profesionalidad grave. Una hipocresía porque que España se queje de corrupción tiene guasa. Y un desconocimiento absoluto del funcionamiento del COI. Nadie que tenga un profundo conocimiento de esa institución y de la evolución de su historia podría pensar que concedieran las Olimpiadas a Madrid frente a Tokio. Las Olimpiadas son deporte, cultura, diversión, sí. Pero son mucho más, un negocio tremendo para un montón de empresarios y, sí, probablemente también para los miembros del COI.

Un recorrido por el Madrid actual sería una fuente de iluminación para todos aquellos entusiastas de salón. En un día de visita, ratito en metro, ratito en coche por la M30, verían cómo ese 80% de infraestructuras acabadas son un tocomocho, ya que el dinero que habría que invertir para que Madrid fuera una ciudad eficaz ante la avalancha de gente, sería inasumible para una ciudad endeudada como esta, para una ciudad que tiene otras prioridades básicas. Sí, las de siempre, sanidad, educación y vivienda.

No me extenderé más en mi análisis porque corresponde a profesionales mucho más preparados que yo. Sólo añadiré que si analizamos seriamente, por un lado, por qué Madrid no debería de haberse presentado, y por otro, por qué no nos han concedido las Olimpiadas, es muy probable que encontremos una buena explicación en las razones coincidentes de ambos análisis.

No soy tertuliano, ni analista político. Ni siquiera soy listo. Pero no quería dejar de compartir mi propio análisis con quien quiera escucharlo.

1 comentarios:

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Estoy de acuerdo con lo dicho y con todo lo que te puede haber quedado en el tintero, Mariano.

Tenemos una clase política que gobierna de espaldas y así no se puede.

Un abrazo,