10 de abril de 2013

Cada vez quedan menos semáforos libres

Lugar: un semáforo cercano a mi casa.

Momento: el semáforo se pone en rojo.

Personajes: dos malabaristas.

Acción: hacen malabares con bolos y monociclos.

Razón: ganar dinero.

Fundamento: para ganarse la vida es lo que mejor saben hacer y/o es con lo que más se divierten y/o les sirve para practicar su profesión.

Reflexión: no se pierde nada por intentarlo y/o no tengo nada mejor que hacer.

Reacción: rescato una silla de tijera del trastero, compro una libreta y un bolígrafo, busco un semáforo libre de malabaristas y espero a que se ponga en rojo. Cuando lo hace me siento en la silla de tijera rescatada del desván en mitad del paso de cebra y con mi bolígrafo nuevo escribo en mi libreta nueva pasajes de mi próxima novela.

Objeción: es improbable que algún conductor me dé una moneda por verme escribir pasajes de mi próxima novela en mi libreta nueva con mi bolígrafo nuevo sentado en mitad del paso de cebra en la silla de tijera rescatada del desván, así que será difícil que me gane la vida en este semáforo libre de malabaristas.

Réplica: pues como ahora, que difícilmente me gano la vida, pero al menos escribiré con regularidad, aunque sea la que me permita la luz roja.

Ruego: si alguna vez os paráis en un semáforo y veis a un escritor escribiendo en medio de un paso de cebra, sentado en una desvencijada silla de tijera, con una libreta y un bolígrafo reluciente, dadle algo, aunque sea ánimos.

1 comentarios:

Pedro Sánchez Negreira dijo...

si es capaz de escribir una novela con la intermitencia de las luces del semáforo no se merece una propina, se merece el Nobel.

Un abrazo,