Se me
cae todo de las manos. Desde hace unos meses. No debería de sorprenderme porque
aunque me hiciera el despistado lo estaba esperando. Ya lo vi en mi padre y me
cuentan que también lo vi en mi abuelo. De él los recuerdos se reducen a lo que
puedo entresacar de las fotos en las que aparezco de muy niño a su lado.
Debería de estar preparado, lo sé,
pero no tengo edad para que las cosas se me caigan de las manos. Y al médico
sólo le falta pedir la prueba del carbono 14 porque el resto me las ha hecho
todas y ha descartado cualquier tipo de anomalía en mi sistema nervioso. Ni
rastro de deficiencia mecánica alguna. Lo mismo que le dijeron a mi padre. Lo
mismo que me cuentan que le dijeron a mi abuelo. El número de pruebas
diagnósticas ha aumentado de generación en generación pero el resultado es el
mismo. Las cosas se nos caen de las manos porque sí.
A pesar de la falta de evidencias
científicas todo el mundo me cree. Excepto mi mujer. No puede evitar mirarme
con recelo. Está embarazada de ocho meses y es incapaz de olvidar que yo no
quería tener hijos.
1 comentarios:
Ja ja ja, qué bruto, yo me divorciaría pero ya... aunque creo que es eso lo que busca, no?
No sabía cómo iba a llegar el final, pero ya veo, fuertecito.
Un abrazo
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