Desde La Clandestina

Sí, ya sé que dentro de poco no será noticia, que será lo normal, pero hoy es el primer día que escribo desde la librería. Podría decir que se me hace raro, que aún no me he habituado a este sitio, pero faltaría a la verdad. Últimamente paso tantas horas aquí (reales y mentales), que tengo la sensación de que llevo toda la vida en La clandestina. Y de alguna manera es así, porque es un sueño que tengo desde que tengo uso de razón (dejo al gusto del consumidor el ponerle fecha).

Siempre quise escribir libros rodeado de libros. Siempre pensé que sería un ambiente propicio para convocar a las musas (o para hacerse fuerte en su ausencia). Pues bien, ya no tengo que hacer conjeturas. A partir de ahora comprobaré en mi propia tinta si es así, si los maestros que reposan en las estanterías me echan un cable. Sin mover el cuello (y forzando un poco la vista, eso sí) puedo ver a Eduardo Mendoza, Rosa Montero, Javier Marías, Clara Sánchez, Mario Benedetti, Benjamín Prado, Almudena Grandes, Muñoz Molina, Unamuno, Saramago, Baroja, Pombo, Sampedro, Delibes, Blasco Ibáñez, Borges, Galeano y un largo etcétera de escritores y escritoras que han sido y seguirán siendo mis profesores en la UNAD (Universidad Narrativa Autodidacta a Distancia).

Espero vender muchos libros y poder escribir unos cuantos. De momento tengo pendiente acabar mi libro de relatos y continuar mi próxima novela, que se quedó esperándome en la mitad del segundo capítulo.

Y sí, justo dentro de una semana, a estas horas, espero estar rodeado de mucha gente, y que entre esa gente estéis vosotros de una u otra forma.

Acabada al faena, me voy para casita, que mañana toca zafarrancho de combate.

Besitos/azos para todos y todas.