Somatizar o no somatizar

A ver niños y niñas, que hay que leer bien, que el que busque una entrada de sexo se ha equivocado, que en el título pone "somatizar" no "sodomizar".
Aclarado esto, me centraré en la reflexión zurda del día: somatizar o no somatizar, das is de kuestion. Y no es que me haya vuelto loco, que ya venía así de casa, sino que llevo unas semanitas que me cojo todos los virus posibles. Yo, que siempre he fardado de fortaleza física, de que nunca tengo fiebre, de que los virus en mi cuerpo tenían poco que hacer, he encadenado en poco más de un mes un catarro salvaje (tres días con 39 de fiebre), una gastroenteritis adelgazante y, ayer mismo, una infección de garganta majísima, que me tiene absolutamente arrastrado.
Yo nunca he sido de somatizar los problemas. Raro es que algo me quite el sueño o el hambre y apenas si tuve alguna diarrea hipotalámica durante mis años de estudiante (vamos, lo que viene siendo una cagalera durante los exámenes), pero parece que últimamente mi cuerpo reacciona debilitándose ante los cambios, aunque estos sean buenos, como es el caso. Siempre fui algo rarito, esa es la verdad, pero me supero cada día y voy y me pongo a somatizar justo cuando mejor me va la vida, ¡de locos!
Claro, que también puede ser mera coincidencia, maldita coincidencia diría yo, porque estos días tengo muchísimo trabajo (¡qué ganitas tengo ya de poneros al día de las novedades!) y para colmo tengo varios conciertos con mi coro en breve, conciertos de gran envergadura para los que hay que estar al cien por cien. Ya os avisaré por si algún madrileño se anima a pasarse (18 de abril, a las 21 horas en la iglesia de Montserrat, calle San Bernardo).
Espero que la semana que viene, esa gran mujer, la salud, no me abandone y me permita trabajar, escribir, leer y lo que se tercie en pleno uso de mis facultades físicas zurdas.

Besitos paracetamólicos y abrazos ibuprofénicos para todos y todas.