Contrato de integración

Aclaración pertinente o impertinente, según se mire: aconsejo leer el primer comentario de Wen a esta entrada, porque resume lo que he querido decir de una forma chistosoirónica con esta entrada. El tema de la inmigración es muy serio, muy complejo y necesita de una atención prioritaria, multidisciplinar y abierta. La integración (paradójicamente usada por Rajoy) no es lo mismo que la exclusión. El enriquecimiento mutuo, la convivencia, la protección de los derechos y deberes fundamentales de la persona y la solidaridad, además de ser valores románticos, deben ser los ejes prioritarios de actuación para abordar la inmigración. Mis excusas, si el tono jocoso no resulta apropiado para este tema, o despista demasiado el mensaje que quería transmitir.

Maricomplejines Rajoy (y mira que me viene bien el mote que le puso Fede Losantitos, para no confundirme con Mariano Estilográfico o conmigo mismo) va sacando de la chistera sus propuestas electorales. Bien es cierto que no saca muchas porque al pobre no le dejan. Se le adelanta Pizarro prometiendo privatizar el sistema de pensiones, se le adelanta la conferencia episcopal prometiendo metros cuadrados urbanizables de cielo y kilómetros cuadrados yermos de infierno según a quien votes... El caso es que Rajoy no se arredra y ha decidido seguir los pasos triunfales de Sarkozy. Ha intentado liarse con una Carla Bruni a la española con resultado de múltiples calabazas y unos mesecitos de dormir en el sofá, esto último regalo de su señora esposa (el sofá y dormir en él). Vista la imposibilidad de imitar al franchute en el plano amatorio, Maricoplejines copia, sin pagar el canon, medidas aplicadas en el país vecino. Ayer anunció que, si gana (queeldiosdelosateosnoloquiera), los inmigrantes tendrán que firmar un Contrato de integración para renovar sus permisos iniciales de residencia. En el documento, los extranjeros deberían comprometerse "a cumplir las leyes, a respetar las costumbres de los españoles, a aprender la lengua, a pagar sus impuestos, a trabajar activamente para integrarse en la sociedad española y a regresar a su país si durante un tiempo no encuentran empleo".
Las medidas contienen perogrulladas como que tienen que cumplir las leyes y pagar sus impuestos, y medidas que me han provocado un esguince cerebral de nonagésimo grado y un sinfín de preguntas. Veamos:

Respetar las costumbres de los españoles:
¿Les pasarán un listado de costumbres? Ya que se pone, ¿nos lo pasarán a nosotros también para que nos enteremos de dichas costumbres?
¿Tendrán que respetarla o también que cumplirlas? Si en su lugar de trabajo hay varios españoles con pedigrí durmiendo la siesta, ¿valdrá con que no les despierten cantando sus danzas tribales o tendrán que dormitar también ellos? Si están parados en un semáforo, ¿tendrán que horadar sus fosas nasales hasta atrapar al moco loco y rascarse los genitales con esa gallardía torera tan de nuestra piel de toro, o bastará con que lo respeten y no llamen cerdo al que lo haga?
Los contratos de integración, ¿estarán adaptados a cada comunidad autónoma y, con ellos, se obligará a respetar las costumbres no sólo patrias sino también autonómicas? Si viven en Galicia, ¿tendrán que responder a las preguntas con otra pregunta? (¡es broma, ¿eh?, blogueiros riquiños!, que nadie se me atufe). Si viven en Madrid, ¿tendrán que aprender a bailar el chotis sobre una baldosa? Si viven en Andalucía, ¿tendrán que aprender a decir arsa, pisha, arriquitaun, tendrán que ir al gimnasio y hacer pesas para poder llevar con gracejo los pasos de semana santa, tendrán que elegir entre el Sevilla, el Betis manquepierda o el “ese Cai, ese Cai, eh, eh? ¿Tendrán que decantarse, aunque les duela como a una madre elegir entre dos hijos, entre Curro Romero y Finito de Córdoba?
¿Se cerrarán los bares irlandeses y en lugar de ellos se abrirán tascas con sus peladuras de gamba sembrando el suelo y las servilletas de papel debidamente esparcidas entre las banquetas a pie de barra?
Así podría seguir hasta el infinito. Pero la pregunta clave, la más seria, la que me tiene en un sinvivir es la siguiente:
Este contrato de integración, ¿lo tendrán que firmar sólo los negritos africanos, los sudacas, los sospechosos magrebíes, los chinos, los indios de la India, los europeos del este, etc., o también lo tendrán que firmar los prósperos norteamericanos, escandinavos, europeosquenoseandeleste, hombrepordios, japoneses? ¿El contrato de integración dependerá de la categoría profesional o del número de ceros que figuren en el contrato? ¿Habrá excepciones para deportistas de élite o directivos de multinacionales?
Lo digo porque estoy harto preocupado. Con esta medida tan patriótica de Rajoy, corremos el peligro de que la liga española de fútbol y baloncesto se quede vacía de extranjeros (perdón, quise decir inmigrantes), porque conozco a más de un yanki que lleva jugando en España unos añitos y no sabe decir ni los buenos días. ¿Le mandarán a Chicago en un avión de vuelta si no recita los versos de Espronceda de un tirón y sin trabucarse? ¿Será igual de vigilado un bohemio cantante licenciado en Filosofía y Letras de cualquier universidad estadounidense que se dedique a ganarse unas perrillas guitarra-armónica en ristre, que un negro huido de Somalia o de Sierra Leona repartiendo publicidad?
A los españolitos emigrantes, ¿se les obligará a firmar un contrato de salida de las mismas características adaptado a los países de llegada?

Vale, vale. Reconozco que he exagerado un montón (costumbre arraigada en ciertas zonas de España según dicen los tópicos) y que me ha quedado una entrada altamente demagógica. Podría haberlo sido aún más, pero uno tiene sus límites. Según parece, citan fuentes del PP, una de las costumbres sería la higiene, pero como eso no lo he visto en ningún papel oficial ni se lo oí a Rajoy ayer (el resto sí, lo prometo por la Virgen de la Paloma y San Isidro Labrador y ante un bocata de calamares de la Plaza Mayor), pues no profundizaré más en ello.
Lo que digo, y desde la poca seriedad que me queda y el bajo crédito que gasto, es que la realidad es que hay inmigrantes de primera, de segunda y de tercera y de..., y que sería un gesto de gallardía aguerrida por parte de Rajoy, que especificara a quién va dirigido este magnífico contrato de unificación, homologación y homologación de personas.
Y que conste que no estoy en contra de legislar, siempre que sea para garantizar los derechos y deberes fundamentales y para mejorar las cotas de solidaridad y convivencia. Desde los pocos conocimientos que tengo sobre el tema, además, tengo entendido que gran parte de las medidas propuestas ya están contempladas en la actual ley de extranjería.

Ver la noticia aquí, aquí y aquí.

PD1: La escalera del metro Herrera Oria sigue estropeada.

PD2: Hoy iba a colgar La habitación Riaza (5) pero la actualidad manda. Aun así, quizás la cuelgue. O no.