¡Arriba´spaña!

Antes de entrar en faena, hago dos apuntes sobre asuntos que he tratado en los últimos días:
- Pau Gasol ha debutado de manera impresionante esta madrugada con los Lakers. Su primera actuación con el equipo angelino ha sido decisiva para ganar a los Nets de New Jersey. Los números de Gasol en 36 minutos han sido: 24 puntos, 12 rebotes y 4 asistencias. Para los muy frikis (como yo), un apunte más. Una de las estadísticas más valoradas en la NBA es la aportación en el último cuarto, en los momentos calientes. En ese último cuarto, con el partido empatado, Gasol hizo 11 puntos y cogió 5 rebotes. Esto suena bien...
- No puedo deciros si han arreglado las escaleras mecánicas del metro Herrera Oria porque... ¡hoy estaba estropeado todo el metro! No nos han dejado acceder a la estación y nos han informado de que estaba cortada la línea hasta metro Colombia (seis paradas más) durante al menos dos horas. ¿Consecuencias? Me he tenido que dar dos buenas caminatas, una para coger la línea 7 y otra para llegar desde ella al trabajo, llegando tarde, cansado y helado. Sin sutiles: ¡me cago en el consorcio de transportes de Madrid!, y por extensión, en su madre aguerrida y en su padre gallardo grande. Grrrrrrrrr.

Y a lo que íbamos. Como diría mi querido hermano pequeño Chani, Madrid es un crisol de razas. La primera vez que fui a París (bueno, vale, sólo he estado una vez, era para hacerme el interesante, hay que joderse como sois...), me di cuenta, después de pasear por el barrio africano de la capital gala, de que en Madrid la inmigración en esos momentos era una mera anécdota. Corría el año 2000 y, desde entonces, Madrid y París se van pareciendo en lo del crisol de razas en según qué zonas de la ciudad (y sobre todo en el metro) y la inmigración en la capital es una realidad asentada, enriquecedora para muchos y un problema de disputa para unos cuantos ruidosos.
Pero a lo del crisol de razas, yo añadiría otra cosa más: en Madrid se ve cada fauna...
Como siempre, y para no defraudar al personal, me arranco con una larga introducción que no viene mucho al caso, pero es que yo soy así de disperso, qué se le va a hacer.
El caso es que caminaba yo ayer con dos amiguitos/as (lo que viene siendo un amiguito y una amiguita) por las calles de un distrito de Madrid que digamos que es un pelín del antiguo régimen (no, del de biomanan no, del otro, del régimen franquista). Para que nos entendamos mejor, que veo que hay problemas de comunicación, caminábamos apaciblemente por una zona de Madrid un tanto facha. En el camino, vimos una fotocopiadora (no, una fotocopiadora en medio de la calle desamparada no, una reprografía, que os veo hoy más picajosos de lo normal, ¡leches!) y el amiguito 1 entró para hacer unas fotocopias, y la amiguita 2 y yo mismo le acompañamos al interior para realizar dicha gestión. El local en cuestión, al que ya habíamos ido otra vez, lo regentan dos señoras (apostaría que hermanas y solteras) que rondarán la cincuentena (que hoy me siento generoso, porque me da que el 6 campea a sus anchas en sus respectivas tartas de cumpleaños), muy dicharacheras y de estilo barriodesalamanca: peripuestas y enjoyadas (con unas décadas de retraso). Vaya por delante que son simpáticas y atienden muy bien, lo dije y lo recalco.
El caso es que ayer coincidimos dentro de la fotoc..., reprografía, la dependienta 1, la dependienta 2, amiguito 1, amiguita 2, yo mismo y un señor, más o menos de la edad de las dependientas, vestido de portero (para mí que incluso lo era: traje gris, camisa azul, con corbata sobria y jersey de pico azul oscuro, y cara de portero del barriodesalamanca). Mantenían los tres una animada conversación. El que a partir de ahora llamaremos portero 1, llevaba en la solapa de su traje gris-portero un pin con la forma del mapa de España, coloreado roja y gualdamente. Mientras que le hacían las fotocopias a amiguito 1, entraron dos clientes más (cliente 2 y cliente 3, porque el cliente 1 era el mismísimo amiguito 1) al establecimiento con la intención de que les fotocopiaran el pasaporte (estos dos nuevos personajes no tienen incidencia en la historia que os cuento, pero como soy muy observador y me acuerdo, pues me he dicho, voy a compartirlo con vosotros, ¡qué caray!).
En un momento dado, el portero con traje de portero y cara de portero (y el pin de España) hace amago de irse (amago que, finalmente, se confirma yéndose) y en la despedida dice:
- Bueno, jovencitas (con tono cariñoso-irónico) que me voy. ¡Arriba´s España!
A lo que dependienta 1 y dependienta 2 corean (sin mucho entusiasmo, todo hay que decirlo): ¡Arriba´spaña!
Podría decir que amiguito 1 (cliente 1), amiguita 2, cliente 2, cliente 3 y yo mismo nos miramos atónitos e indignados ante este anacronismo rancio con olor a naftalina caducada, pero es que mentiría. Fue tan sumamente ridículo que nos entró la risa.
Nos despedimos amablemente con las fotocopias aún calientes (como los cadáveres en la escena del crimen) y amiguito 1 dice: porque me ha pillado desprevenido, que si no le espeto a portero 1, ¡diga usted que sí caballero, que ya está bien de tanto negro y tanto rojo!, ¡con lo bonito que es el blanco de nuestra patria! (los españoles morenos de piel que no atiendan a este último comentario! ¡Y tanto gai suelto, hombrepordios! Resucitaba yo la ley de vagos y maleantes ahora mismo y sacaba a los grises otra vez a las calles para controlar el orden público y elevar de nuevo el mancillado espíritu nacional, por lo menos para que protejan nuestro querido reducto nacionalcatólico del barriodesalamanca (bueno, quizás he exagerado un poquito y amiguito 1 no estuvo tan ocurrente, el pobre, pero hubiera estado genial que hubiéramos montado la chirigota patria en tiempos tan carnavaleros). Pues eso, que vaya fauna...

PD nada graciosa: El Obispado de Cartagena amenaza con despedir a los profesores de religión (os recomiendo encarecidamente que leáis el artículo porque raya con lo demencial, y sin duda con lo delictivo).