Una ciudadana Kane en Lavapiés

El ser humano es muy dado a ejercer la protesta por todo y a agotar sus energías en pataletas improductivas, que rara vez conducen a algo más que a abrir úlceras y a provocar unos magníficos dolores de cabeza. En el mejor de los casos, conseguimos liberar tensiones con el recurso del pataleo. Nos desahogamos y a otra cosa, mariposa. Otras veces ni eso. La queja se va a acumulando a otras anteriores y el cabreo suma y sigue, como una olla a presión sobre fuego firme con la válvula de escape obturada.
Nos cuesta comprometernos en causas sociales. Ya no hablo de actuar contra el cambio climático, arrimar el hombro para ayudar al cuarto mundo a ir ganando puesto en ese absurdo escalafón, participar en actividades de denuncia contra injusticias globales... Ni siquiera solemos implicarnos en causas que nos atañen en el día a día, como los problemas vecinales que dificultan la vida cotidiana, o los abusos que como consumidores prácticamente tenemos asumidos.
Por suerte, el panorama no es tan negativo como solemos pintarlo, y hay gente que rompe las costumbres grises y se anima a escribir sus propios guiones saliéndose de la norma. Son pequeños héroes sin altavoces. Hay muchos ejemplos, tantos que hacen abrigar la esperanza de que son algo más que la triste excepción a la regla. Ayer, por ejemplo, Vitruvia nos hablaba de un ángel, y yo hace días os hablé de un Peter Pan Beta.
No sé si alguna vez lo he comentado, pero creo que por mis entradas se puede deducir que soy un tipo afortunado. Estoy rodeado de gente estupenda de la que aprendo a diario, aparte de divertirme y recibir cariño a espuertas. Una de esas personas es Mexileña, alias Ciudadana Kane. Este mote se lo puso Clandestino, que, para el que no lo sepa, es el mejor de todo el condado poniendo títulos a los relatos y nombres a las cosas. Y como Clandestino es un magnífico titulador, pues este alias le viene al pelo a la amiga Mexileña.
Mientras que algunos somos más de ver la vida pasar, a ella le da por actuar. Mientras que algunos somos más de protestar en petit comité en momentos de ofuscación, ella se calma, investiga y protesta en el lugar adecuado.
Ahora anda metida en solucionar problemas del barrio en el que vive. Un grupo de vecinos ha decidido trabajar para mejorar la calidad de vida de un distrito al que el ayuntamiento de Madrid tiene absolutamente abandonado desde hace años. ¿Las razones? Ella podrá informaros más y mejor que yo, pero huele a caldo de cultivo para especular con edificios cercanos a la ruina y con acotar guetos que ayuden a tener controlados a ciertos grupos de población. Bueno, y también tiene que ver con la dejadez generalizada que hay en Madrid en términos de limpieza, salud pública, seguridad, educación...
El último proyecto en el que se han embarcado, que no es el único, es el de organizar las Olimpiadas de Lavapiés, proyecto que ha tenido gran repercusión mediática, y que esperemos que tenga repercusiones a nivel político y social que ayuden a articular medidas reales y eficaces para solucionar problemas y no sólo para maquillarlos.
Mexileña el otro día publicó una entrada en su blog hablando de esto: Lavapíes Olímpico: mucho más que humor. Pero, como decía antes, es concienzuda y persistente y se animó a mandar esa entrada como Carta al Director de El País, y ayer, miércoles 12 de 2007 se la publicaron en la edición de papel. Otro pequeño pasito a añadir a los ya dados y a los que queda por andar.
Os podría contar miles de cosas de Mexileña pero no lo haré. Este tipo de personas no buscan protagonismo, viven mejor en los segundos planos, los que dan profundidad a los escenarios. Espero que con estas breves líneas os hayáis hecho una idea de cómo es ella y que nos anime a todos a participar en la vida diaria como algo más que protagonistas indispensables.

PD. Y para que conste en acta, y como decía el maestro Sabina en una de sus canciones, a mí las moralinas me hacen vomitar.