Operación limpieza del guateque

Que no, que no, que prometí que en este blog iba a hablar lo mínimo de política y no lo voy a hacer precisamente hoy, con el resacón que llevo. Que no voy a hablar de la Operación Guateque, esa en la que según parece han pillado con el carrito del helado a unos cuantos funcionarios de la Concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid trincado una pasta gansa... Que hablo de otro guateque, del de la inauguración del blog de literazurda.
Que por cierto, ¡vaya fiestón el de ayer! (y digo ayer, pero todavía hay alguno por aquí escurriendo las últimas gotas espirituosas en sus copas, como náufrago relamiendo los restos de un oasis). Vamos, que le dan ganas a uno de inaugurar algo todas las semanas. Y menos mal que tuve un ataque de lucidez inquisitorial y requisé todas las cámaras de foto y de vídeo, los mp3 grabadores y todos los móviles de última generación. Incluso le quite los bártulos de pintar a Iller, que esta chica con un carboncillo y un cacho de hoja tiene más peligro que un paparazzi a la puerta de un motel de carretera... Digo menos mal porque es que os habéis bebido hasta el agua de los floreros, leches, que parecíais una horda de vikingos saciando la sed tras la batalla. Aunque bien pensado. hemos perdido negocio, porque sacaríamos un buen pico por un vídeo de Banderas saliendo de la nevera diciendo que no funcionaba el ascensor...
Y menos mal que Vitruvia y Viguetana me están ayudando con la limpieza, porque esto parece la Puerta del Sol de Madrid después de las campanadas. Y Belén que se quedó a dormir y yo pensaba que nos iba a ayudar con la mopa y resulta que se quedó a dormir de verdad, vamos, que se quedó dormida y ahora no hay quien la despierte...

Y bueno, después de preparar café espeso para un regimiento y de cocinar tropecientas tortillas paracetamólicas para la resaca, y con el blog más o menos adecentado, he dado un repasito general y me he llevado la desagradable sorpresa de que de mis estanterías faltan algunos libros. Y claro, yo no quiero ser mal pensado y sacar a pasear el dedo acusador, pero alguno de vosotros ha tenido que ser. Más bien varios, porque os habéis llevado unos cuantos. ¡Qué gentuza! Primero pensé en Vitruvia, ya que de todos es sabido su pasado de ladrona de libros en los trenes, pero la pobre ha estado fregoteando todo el día y se acaba de ir con las manos vacías y rojas de darle al estropajo. Acto seguido pensé en Estilografic, que no sabemos si le gusta agenciarse libros ajenos, pero es un robahigos confeso. También lo he descartado porque no estaba ayer para hurtos, que le tuve que mandar en el taxi de Simpulso a casita con un melocotón tremendo y gritando a grito pelao que él era Mariano Rajoy y no se qué de que le acababa de llamar su primo para darle un chivatazo sobre el cambio enzimático.
Para que veáis que soy un zurdo de bien, simplemente os enumeraré las obras que me faltan (o presuntamente robadas), para que el faltón (o presunto ladrón) las devuelva sin daño para su físico ni su honor. A ver, del maestro Unamuno echo a faltar por los menos Niebla y Amor y pedagogía. ¿La tía Tula? No ese está ahí, en la T de tía tula. Del maestro Torrente Ballester, y ya me estoy empezando a mosquear, me falta seguro Don Juan y la trilogía de Los gozos y las sombras. Joder..., de Saramago está el hueco de Ensayo sobre la ceguera, La balsa de piedra, Todos los nombres, El hombre duplicado... (el presunto presiento que es saramaguista). Continúo con Tolstói (y estoy por apretarme un güisquicito para soportar esto). ¡Hombrepordios, qué pedazo de hueco! Claro, se ha llevado sólo dos novelas, pero es que son Guerra y paz y Anna Karenina que abultan como si Editores Policarbonados publicara Blogs de papel con relatos de toda la blogosfera. El último reencuentro y La mujer justa de Sándor Márai, Mala gente que camina y Nunca le des la mano a un pistolero zurdo de Benjamín Prado, Corazón tan blanco y Mañana en la batalla piensa en mí de Javier Marías, El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon, Dinero de Martin Amis, Sin noticias de Gurb de Eduardo Mendoza... ¿Toda la obra de Pombo empezando por El héroe de las mansardas de Mansard? ¡Por ahí sí que no paso! ¡Estoy más cabreado que el rey escuchando reggeton venezolano!
Eso sí, mamones o mamón (o presuntos mamones o mamón) teníais bien a la vista 50 ejemplares de La tinta azul de la memoria y ni uno os habéis llevado. ¿Y así queréis que me dedique yo a vivir de lo que escribo? No doy crédito. Estoy desolado y deslibrado...

Ups, perdón, que me acabo de tropezar con un par de cajas en las que pone “Mis libros favoritos”. Que tonto, ¿no? Si es que ayer empezaron a llegar invitados y no me dio tiempo a desembalar todo...

Que decía yo, que menudo fiestón el de ayer, ¿eh?

PD: Muchísimas gracias a todas y a todos por el cariño. Este blog y este bloguero están a vuestra entera disposición.