30 de octubre de 2012

El espejo, los ojos del alma

Ese espejo que siempre le sirvió para vestirse ahora le sirve para despedirse. Desnuda, recorre despacio su cuerpo. Con las manos a este lado. Con los ojos en el reflejo. Se para con sus manos en su vientre. Se para con los ojos en los ojos provocando una mirada de ida y vuelta que acaba en lluvia. Las lágrimas llegan calmas al vientre y a las manos.
Las manos abandonan el vientre y los ojos el espejo. Las manos agarran el pequeño revólver y los ojos se cierran.
Dispara.
Las manos caen de nuevo sobre el vientre.
Y los ojos, desde el espejo, miran el cuerpo desplomado sobre la cama. Manos sobre vientre. Melena en la almohada. Y la dulzura de un rojo cálido resbalando por su sien, de un rojo tan parecido al vestido que aquel día se puso frente al espejo.

4 comentarios:

Amando Carabias dijo...

Fantástico. No digo más.

Anónimo dijo...

Mariano, Enhorabuena por Resquicios!
Mucha suerte para su andadura..
(Estoy preparándome para las próximas olimpiadas y no tengo tiempo para nada :)))
Este título del minirelato me gusta mucho...

Besos

Elena Casero dijo...

Me encanta. Creo que es muy bueno.

Y me alegro.

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Me gusta la textura de esta otredad tan finamente perfilada que nos regalas, Mariano.

Una pieza para releer y completar muchas veces.

Un saludo,