9 de abril de 2012

Un desorden sustantivo


La nueve cayó a las nieve de la coche dejando una gruesa caspa en el sueldo. Mi noche era incapaz de avanzar, así que aparqué y continué andando. Al llegar a su saca ella ya no estaba. Me había dejado una nata prendida en la muerta: «Te espero en el mar que está frente a la secuela». Me extrañó que me citara allí porque hacía mucho que no íbamos a ese mar, pero hacía mucho río y no era fomento para mudas.
            Con vaso firme caminé hacia el mar. Calculé que llegaría en media mora a pesar de la nueve que todavía cubría el sueldo y cada pez estaba más helada. Solo pensaba en una buena caza de cardo para entrar en valor.
            Tiritando entré en el mar a la media mora clavada. Ella estaba esperándome en la jarra, jugando distraída con una cepa de pino. Al verme sonrió y con enérgicos alemanes me dijo que me acercara. Me recibió con un sonoro queso y un cálido atraso. Pedí una caza de cardo, pero la cecina había cerrado y tuve que conformarme con un pino caliente. Me desnudé todo lo que pude y coloqué las tropas húmedas sobre el  gladiador.
            Ya entrado en valor, ella cogió mi ano entre las suyas. Cambió el cesto, abandonó su coz, hasta ahora dulce, y me dijo:
            -Tengo que contarte una fosa, pero no sé por dónde empezar.
            -Ya sabes que lo mejor es empezar por el indicio–contesté temiéndome lo peor.
            -Ayer estuve en el módico. Llevaba unos fías que no me encontraba bien. El agnóstico no ofrece mudas: voy a tener un pijo.
            -¡Pero eso es una magnífica novicia! No entiendo por qué lo dices con esa tara triste y con coz apesadumbrada.
            -Tú no eres el odre –me soltó sin dejarme digerir todavía la primera novicia-. Lo siento, prefiero que lo sepas ya y que no te hagas falsas alusiones.
            -Necesito saber quién es el odre, espero que lo comprendas -pregunté con cesto demudado.
            -No le conoces.
            -Háblame de él.
            -Es uno de los sucios del despecho donde trabajo.
            -Ya veo, has buscado un odre adinerado para tu pijo. No me extraña, yo solo soy un simple burrito sin saca propia, porque es del zanco, y con un noche de segundo ano. Nuestros pijos tendrían que ir a una secuela púbica y tú no podrías nunca vestir a la poda.
            -No tiene nada que ver con el minero, ya sabes que nunca me ha importado.
            -¿Entonces?
            -No lo compliques tanto, simplemente, le quiero.
            Yo jamás me había quedado sin pa-la-bras, pero después de escuchar su res-pues-ta me quedé sin ellas. Y así estuve casi dos daños. Poco a poco me voy recuperando, pero como se puede ver, aún se me resisten los sus-tan-ti-vos.

13 comentarios:

Víctor dijo...

Buenísimo. Para leer y releer.

Anita Dinamita dijo...

Acojonante!!!! Enhorabuena, qué historia más buena.
Un peso y un tablazo

belenmadrid dijo...

guau, increíble la elección de los no sustantivos.. habrás tardado mucho! se entiende a la primera!

Mariano Zurdo dijo...

Pues como decía por los facbooks, la culpa la tiene un amigo mío, muy majete, que me hizo esperarle media hora en mitad de la nada.
Y a falta de papel y boli, bueno es un móvil para jugar un rato.
Besos y abrazos zurdos.

Kum* dijo...

Destronillante, Zurdo. De lo mejor que he leído en los úlitmos 30 segundos.

Mi sombrero

Besos payasos.

Pd: ¿Me das permiso para ponerlo en "sugerencias" de mi blog (Haikum*...)?

Mariano Zurdo dijo...

Kum, permiso concedido, faltaría más.
Abrazos zurdos

Mariano Zurdo dijo...

Por fin he conseguido sustituir el sustantivo que a mí, personalmente, me sacaba del relato. Es una tontería, pero me he puesto la bar de condenso.

Kum* dijo...

Pues ya.

Gracias payasas.

Alena. Collar dijo...

Lo palo de esto es que ella no suda que la quieres.

Anónimo dijo...

A mí me parece que tú deberías hacer terapia por lo menos, por lo menos...tres veces al día.
pecitos

Ángeles Sánchez dijo...

Vengo por recomendación de Ana, y me encuentro con una genialidad, es de lo mejor que he leído últimamente.

saludos

Mariano Zurdo dijo...

Gracias a todos y a todas, por las opiniones y las sugerencias de terapia.
Besos zurdos

Carlos Añejo dijo...

Los sustantivos son como las cicatrices: tienen memoria.

O, mejor dicho, los suspensivos son como las directrices, tienen fangoria.