22 de febrero de 2010

Madeira

Estuve en Madeira hace unos años. He estado intentando recordar la fecha exacta pero, tras varios esguinces en el hipocampo, he decidido que el dato tampoco era relevante para lo que voy a contar.

Fui al Congreso Hispano-Luso de Psicología del deporte como ponente, y fue un viaje muy especial porque allí prácticamente me despedí de mi profesión. Tras muchos años de luchar contra demasiados elementos (entiéndase elementos como sujetos humanos) decidí abandonar la psicología y, por suerte, pude hacerlo por la puerta grande, presentando un trabajo práctico que tuvo bastante éxito y colaborando en un taller de mi amigo (y magnífico psicólogo al que desgraciadamente he perdido la pista) Eugenio sobre habilidades terapéuticas del psicólogo en la primera sesión (tanto o más exitoso el taller que mi ponencia).

Tras ese congreso di un par de bandazos más y uno de ellos me llevó poco a poco a donde estoy ahora. Siempre me quedará la espinita de haber tenido que abandonar una profesión que me apasionaba y para la que creo que tenía cualidades, pero mirar hacia atrás produce tortícolis, a menos que se mire el pasado en un espejo benevolente, que es lo que intento yo.

El caso es que estuve en Madeira y, por todo lo dicho, tengo un recuerdo muy especial de esa isla. Por todo eso y porque es una isla preciosa, con acantilados estremecedores, con una flora salvaje que crece por todas partes, con unas obras de ingeniería impresionantes que permiten cruzar la isla desde todos los puntos cardinales (aunque para el que le guste conducir le recomiendo que la bordee).

Madeira es cuesta arriba. Y lo que es peor para la lluvia, cuesta abajo. Yo viví una lluvia torrencial bajando del pico más alto en coche. Madeira es un cono con un ángulo de pendiente escalofriante.

Curiosamente, a escasos 40 kilómetros, está Porto Santo, una isla mucho más pequeña. Y digo curiosamente porque cuando yo estuve llevaban años de sequía.

Ahora que el dios de la lluvia llora sobre Madeira me han venido muchas imágenes de este viaje. Y el recuerdo de otro que tengo pendiente desde hace meses.

Sólo quería recordar Madeira con la esperanza de que nos acordemos de ella o de Haití durante mucho tiempo (y que no olvidemos Irak, por poner un ejemplo). Perdón por la moralina.

15 comentarios:

Alena. Collar dijo...

Ninguna moralina. Un recuerdo entrañable.
Nos ha dolido a todos. Y yo también espero que no olvidemos, como tantas veces sucede.

Belén dijo...

Debe ser horrible verlo y recordar lo que fue...

Besicos

Jove Kovic dijo...

Pero sabes que eso no va a pasar amiguito, ¿ quién se acuerda de Haití ahora? Nadie, y no han transcurrido más que unas pocas semanas.

Raquel dijo...

Sí, digo lo mismo que Jove Kovic. Es una pena que siempre pase lo mismo, ¿no?
Besotes. Espero que estés bien a pesar de todo el trabajo que tienes.

Anónimo dijo...

Pues a mí me vendría muy bien que recuperaras tu antigua profesión.
Incluso me resultaría más barato que tu profesión actual!!
(Lo que pasa que acordarse no es suficiente. Ese es el problema)
Besos mañaneros

estilografic.blog dijo...

Me temo que en poco tiempo, si volvemos a oir hablar de Madeira en las noticias será por algo relacionado con CR9, no porque necesite ayuda.

Flamenco Rojo dijo...

Desgraciadamente la historia se repetirá.

Un abrazo.

lidia dijo...

¿Moralina?
En absoluto...es necesario que seamos conscientes de las grandes tragedias. El problema es que luego como han dicho por ahí arriba, nos dura poco. Para que trascienda más, tiene que dar más cerca (política y económicamente hablando), para que se hable de ello durante meses y cale.

Cale como ha calado la torrencial...

Qué pena.

Un besito, Mariano.

Wen dijo...

Lo llevas claro... sin ánimo de desanimar (?¿)

leo dijo...

A mí no me parece tampoco moralina. Por desgracia olvidamos pronto. Y por suerte también. Estas desgracias nos dejan temblando a todos.

Amando Carabias dijo...

Pues con retraso, pero vengo, a decir lo que la mayoría. Moralina ¿dónde?. Lo inmoral es olvidarse del infortunio de otros. Haití queda lejos, pero a ellos (a los haitianos y haitianas vivos) les queda aún lo peor. De Irak, de Afganistán, de casi toda África, de parte de Asia (¿Corea existe?).
No sé por qué dejaste tu profesión (ni me interesa, lógicamente), lo que sé es que seguro que eras buen psicólogo, y eso que te conozco poco. Pero sabes escuchar y además sueles llegar al fondo del corazón.

Vicsabelle dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Vicsabelle dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Vicsabelle dijo...

Bueno... No soy Zurda, Soy derecha pero lo importante es que podemos entendernos. El olvido es un mal endémico del hombre. La desgracia de los otros la lamentamos en el momento, se le saca tambien su maximo provecho, asi es la realidad. Lo de Haiti lo he vivido muy cerca y aunque aun hoy seguimos luchando por ayudarle a levantarse nos hemos dado cuenta de que el mundo se retiró. Los países y sus gobiernos dijeron presente frente a las pantallas, se hablaron de números cuantiosos de donaciones para valer a Haiti y al fin y al cabo fue solo propaganda. Han utilizado la desgracia de este pueblo, como de muchos otros, para vanagloriarse, sacarle beneficio y luego borrarlo de la memoria.... Pero en fin me gusta lo que escribes en general la literatura y encontrar y compartir con sus exponentes. No vine aquí a quejarme del olvido en el que volvió a caer Haití.

Saludos del lado de Haiti.

Sara Royo dijo...

Estuve en Madeira el año pasado. Me gustó, pero es q yo soy más de terreno llano, tipo La Mancha, y ese ir parriba y pabajo (no nos llovió, a Dios gracias, porq servidora no hubiera salido del hotel), pues no me entusiasma. De hecho, me rajé y no ví la famosa colección de maravillosas orquídeas por no subirme en ese funicular de locos, q yo miraba hacia arriba y veía la cabinica colgando muy alto, muy alto, sobre el precipicio de los árboles. Y los túneles? Porq toda Madeira está horadada como un queso gruyere. En fin, q aterrizar allí ya me pareció milagroso, así q no creo probable q vuelva. Pero es mu bonita. :)