He optado por...

Hoy no valía la artimaña rutinaria de parecer despierto pero estar dormido para llegar al trabajo, porque antes de abrir la tienda tenía que hacer unos recados que me obligaban a tomar pequeñas decisiones conscientes.
He llegado al metro, hasta ahí sí que podía seguir dormido, y tenía que decidir entre dos itinerarios. “Metrodemadridinformaqueporincidenciaenlalínea” ha decidido por mí y he optado, obligado, por coger la única línea que funcionaba.
He llegado a mi destino sin excesivo retraso. Hecho el recado, me he encaminado hacia la Clandestina. Me he acordado de que no llevaba apenas dinero, así que he decidido hacer una parada técnica en el cajero. Tal y como iba frenando para no pasármelo de largo, todavía dudaba si sacar dinero hoy o esperarme a mañana. “Pormotivostécnicosestecajeroestáfueradeservicio” ha decidido por mí, ya que el cajero útil más cercano me pillaba a desmano. Así que he optado, obligado, por postergar el saqueo de mi exigua cartilla a mañana.
Superado el contratiempo, he seguido mi camino hacia la librería. He mirado la hora y he calculado que me daba tiempo a tomarme un café en el bar de la esquina. El angelote de la hipertensión me recordaba que estoy intentando tomar como mucho dos cafés al día, mientras que el diablillo de las adiciones argumentaba que todavía no había consumido el primero de la jornada y que tendría el resto del día para demostrar mi maravillosa fuerza de voluntad. “Upsmehedormidoytodavíanoheabiertoelbar” ha decidido por mí y he optado, obligado, por prescindir de esa dosis mañanera de cafeína.
Me cago en el libre albedrío.