Si ya lo decía mi pobre abuela que en paz descanse, ¡zapatero a tus zapatos! Yo no sé quién me manda a mí poner títulos cuando lo mío es escribir debajo de ellos. Tenía que haber dejado la tarea a Clandestino, ese gran titulador. Seguro que en vez de Relatos metropolitanos, como torpemente escribí, hubiera optado por el más acertado Retrasos metropolitanos.
Y sí, amiguitos y amiguitas avispados, que sois unos listos, hay que joderse, me dispongo a escribir una entrada de denuncia sobre el estado del metro de Madrid, que hacía mucho que no lo hacía. Aviso pronto y no abuso de la metáfora para el que quiera deje de leer en este preciso instante y se baje del vagón (siempre que esté dispuesto a subir las escaleras andando, claro está).
Pues sí, como muchos nos temíamos, la subida del transporte en Madrid no ha venido acompañada de una mejora del servicio. Me centro en el metro porque es mi medio de transporte habitual. Los retrasos y desvíos por “causas ajenas al metro, problemas en la vía, avería del tren” son continuos. Septiembre ha sido especialmente complicado, llegándose a acumular cortes en tres o cuatro líneas a la vez. ¿Trenes que no llegan a su destino y que hay que desalojar en una determinada estación? ¡A la orden del día! Ya me he encariñado con el andén de Cuatro Caminos, como parada casi obligatoria para llegar a Plaza de Castilla.
Dentro de poco, y sí no al tiempo, volveremos a escuchar a la señora esperanzada y al señor aguerrido acusaciones de boicots en las instalaciones suburbanas. ¿La realidad palpable?:
- Uno de los tornos de Herrera Oria no funciona desde hace más de una semana. Y no es que no lo arreglen, es que ni siquiera se han molestado en poner un cartel avisándolo, con lo que día tras día se ve a pasajeros intentando incrustar el billete en la ranura sin más resultado que la desesperación.
- La primera escalera mecánica de subida según te bajas en Plaza de Castilla (viniendo de Herrera Oria) suele estar averiada desde hace meses. Es ya su estado natural. Ha estado varios días en reparación. Hoy, supuestamente reparada, se ha vuelto a parar, con el agravante de que iba cargada de pasajeros (que digo yo, que los culpables son ellos, que a quien se le ocurre, hombrepordios, que aprovechen los escalones de piedra para hacer ejercicio, ¡vagos!, ¡maleantes estropeaescaleras!
- La segunda escalera de subida según bajas en Tribunal lleva más de una semana estropeada. Pues bien, hoy también estaba estropeada la de bajada, provocando un espectáculo divertidísimo de gente mayor sofocada bajando y subiendo a duras penas, y de improvisados Harrijasotzaileak (levantadores de piedras, perdón por mi deficitario euskera) acarreando maletones con la ayuda de altruistas serpas, que haberlos haylos, atascados entre la marea humana de subida y de bajada y sus respectivos bultos.
Sabido es de todos y todas la escasa fe por lo público que tienen, demuestran y declaran abiertamente el alcalde y la presidenta de esta cosa llamada Madrid (otro día que recupere el resuello me dedicaré a hablar de las bondades de la educación y la sanidad madrileñas). La política de transporte es lamentable, basada más en el escaparatismo, en la venta de un producto que está pero que no funciona bien, y que para que sea faraónica y carlostercerista vendible se ha tenido que privatizar, aumentando los gastos pero no la calidad. El abono mensual más barato ya supera los 43 euros y las incomodidades y retrasos son constantes (y para que no me tachen de demagogo, cosa que me importa bien poco, por cierto, el ministerio de Fomento tampoco es que ayude en demasía a facilitar el tránsito de pasajeros). Y lo más gracioso es que se les llena la boca al hablar de medidas para reducir la emisión de gases y los atascos.
Lo dicho, que es la última vez que le pongo título a un libro mío, que si Clandestino no me echa un cable, siempre podré echar mano de la realidad metropolitana.
Y sí, amiguitos y amiguitas avispados, que sois unos listos, hay que joderse, me dispongo a escribir una entrada de denuncia sobre el estado del metro de Madrid, que hacía mucho que no lo hacía. Aviso pronto y no abuso de la metáfora para el que quiera deje de leer en este preciso instante y se baje del vagón (siempre que esté dispuesto a subir las escaleras andando, claro está).
Pues sí, como muchos nos temíamos, la subida del transporte en Madrid no ha venido acompañada de una mejora del servicio. Me centro en el metro porque es mi medio de transporte habitual. Los retrasos y desvíos por “causas ajenas al metro, problemas en la vía, avería del tren” son continuos. Septiembre ha sido especialmente complicado, llegándose a acumular cortes en tres o cuatro líneas a la vez. ¿Trenes que no llegan a su destino y que hay que desalojar en una determinada estación? ¡A la orden del día! Ya me he encariñado con el andén de Cuatro Caminos, como parada casi obligatoria para llegar a Plaza de Castilla.
Dentro de poco, y sí no al tiempo, volveremos a escuchar a la señora esperanzada y al señor aguerrido acusaciones de boicots en las instalaciones suburbanas. ¿La realidad palpable?:
- Uno de los tornos de Herrera Oria no funciona desde hace más de una semana. Y no es que no lo arreglen, es que ni siquiera se han molestado en poner un cartel avisándolo, con lo que día tras día se ve a pasajeros intentando incrustar el billete en la ranura sin más resultado que la desesperación.
- La primera escalera mecánica de subida según te bajas en Plaza de Castilla (viniendo de Herrera Oria) suele estar averiada desde hace meses. Es ya su estado natural. Ha estado varios días en reparación. Hoy, supuestamente reparada, se ha vuelto a parar, con el agravante de que iba cargada de pasajeros (que digo yo, que los culpables son ellos, que a quien se le ocurre, hombrepordios, que aprovechen los escalones de piedra para hacer ejercicio, ¡vagos!, ¡maleantes estropeaescaleras!
- La segunda escalera de subida según bajas en Tribunal lleva más de una semana estropeada. Pues bien, hoy también estaba estropeada la de bajada, provocando un espectáculo divertidísimo de gente mayor sofocada bajando y subiendo a duras penas, y de improvisados Harrijasotzaileak (levantadores de piedras, perdón por mi deficitario euskera) acarreando maletones con la ayuda de altruistas serpas, que haberlos haylos, atascados entre la marea humana de subida y de bajada y sus respectivos bultos.
Sabido es de todos y todas la escasa fe por lo público que tienen, demuestran y declaran abiertamente el alcalde y la presidenta de esta cosa llamada Madrid (otro día que recupere el resuello me dedicaré a hablar de las bondades de la educación y la sanidad madrileñas). La política de transporte es lamentable, basada más en el escaparatismo, en la venta de un producto que está pero que no funciona bien, y que para que sea faraónica y carlostercerista vendible se ha tenido que privatizar, aumentando los gastos pero no la calidad. El abono mensual más barato ya supera los 43 euros y las incomodidades y retrasos son constantes (y para que no me tachen de demagogo, cosa que me importa bien poco, por cierto, el ministerio de Fomento tampoco es que ayude en demasía a facilitar el tránsito de pasajeros). Y lo más gracioso es que se les llena la boca al hablar de medidas para reducir la emisión de gases y los atascos.
Lo dicho, que es la última vez que le pongo título a un libro mío, que si Clandestino no me echa un cable, siempre podré echar mano de la realidad metropolitana.
10 comentarios:
Mal de muchos, consuelo de pocos...
:(
Yo esperaba que al menos en la capital del Reino las cosas funcionaran mejor que en la ciudad Condal (tal y como mi querido Jove empieza a denominar ya a nuestra capital de provincia). [Bueno, la mía no, que la mía es Tarragona, pero ésta no tiene metro.]
Ay, que me lío.
:P
Abrazos y besotes
Si el metro es tu despacho móvil, cuando se estropea y haces más horas... ¿equivale a las horas extras de los que tenemos un despacho fijo?
La última vez que fui en Metro y se estropeó, les puse una queja poniéndoles tan verdes que terminaron pagándome 90€. Lo que no entendieron es que yo no quería 90 eurillos, quería que lo arreglaran para que no volviera a pasar. En fin...
¿Cómo va lo del taller?
Herrera Oria? Ya estás viniendo a vernos tocar mañana (aunque yo no toco, pero still..)
Luci, qué hay que hacer para que te pague el metro 90 euros???? :O
Yo prefiero no pensar en lo del metro porque es tan lamentable y tan vergonzoso que es que me come la rabia y la mala leche. Cuando iba a Madrid a currar todos los días estaba amargadísima con ese tema, pero amargadísima..... Ahora, como solo voy una vez a la semana y no en hora punta no suelo pillar estas cosas ( y digo suelo )
No se qué decirte porque es que te entiendo perfectamente... Y si te compras una motillo? Como la de Clandes, pero más rollo urbano o algo, no se...
Pues en aquella época tenía tiempo, ganas de tocar las narices y acceso al sello de la empresa y me hice a mí misma una carta de sanción por el retraso y me lo desconté del sueldo, y les dije que me pagasen lo que me habían descontado... ¡y me lo pagaron!
jo, qué sensación de agobio y jaleo.
Besos
El metro de Barcelona funciona con razonable normalidad, no así los autobuses y el sistema ferroviario que enlaza Barcelona con sus ciudades-dormitorio, que sigue siendo una pesadilla.
Para compensar nos han llenado la ciudad de carriles bici que los biceros se pasan por el arco del triunfo, puesto que circulan por las aceras con total impunidad y desvergüenza - subrayo ambas-.
¡Viva la República!
Ir en metro en habiendo taxis,¡pobretón!
Yo soy también sufrido usuario del metrodemadrid, así que suscribo punto por punto lo que argumentas en tu post. Menos lo de Harrijasotzaileak, que no sé qué es lo que es.
Entonces hay un libro nuevo en camino? :)
Besicos!
Publicar un comentario