Como muchos de vosotros sabéis, el próximo sábado 27 presentamos la editorial Editores Policarbonados en La Clandestina. Tenemos mucho jaleo, así que esta semana me será difícil actualizar, aunque intentaré leeros.
Hoy no escribo esta entrada como librero ni como editor, sino como escritor. El sábado presentaré mi primer libro de relatos: Relatos metropolitanos (crónicas del y desde el metro). Yo, que soy de natural autocrítico, a veces rozando el fustigamiento, estoy muy contento con el resultado del libro, tanto por los relatos (seis, escritos en el metro de Madrid) como por la edición. Os dejo con la introducción del libro (espero que el señor DG de la editorial no se enfade), para abrir boca:
Crónicas y descotidianidades
Paso mucho tiempo en el metro, algo más de dos horas todos los días, aunque le saco tanto partido a estos trayectos que ya no sé si dos horas van a ser poco... Mis oídos enfermos no me permiten hacer uso de auriculares que me aíslen, así que no pertenezco a la subespecie suburbana del mp3. No he conseguido que los periódicos gratuitos me cautiven, no porque su gratuidad deslegitime su contenido; al menos no siempre es así. No soy yo de dar cabezadas en el transporte público y, mucho menos, de conciliar el sueño. El sudoku consiguió engancharme como una serie mala, apenas dos capítulos: uno de novedad y otro de confirmación. Así que me queda dedicarme a la contemplación, a ver la vida pasar, o a aprovechar los traslados.
El vagón de metro es mi despacho dinámico cuatro veces al día. Dinámico porque me trae y me lleva, y dinámico porque lo mismo se convierte en un confortable sillón con orejas para leer, que se convierte en un rincón idílico desde el que contemplar miles de paisajes que rápidamente transformo en argumentos. No hay mayor lujo para un escritor mediocre que un escaparate gratuito con tal gama. Cuando tengo la creatividad subida y me traigo la inspiración de casa, el vagón se transforma en mi despacho, donde encuentro una tranquilidad que me permite plasmar las ideas en letras. A veces, incluso, el vagón se convierte en un laboratorio sociológico que saca mi vena más ensayística. El metro, por simple densidad, ofrece en escaso espacio y poco tiempo muchas cosas. De lo mucho que ofrece, me llama poderosamente la atención algo que yo he dado en llamar descotidianidad. Por mucho que me estrujé la parte léxica del cerebro, no encontré la palabra adecuada que lo explicara, así que me inventé un palabro que tampoco lo explica del todo, pero es mi palabro. Defino descotidianidad como aquel suceso más o menos normal, cotidiano, pero que en un momento dado y en un sitio concreto deja de serlo y nos hace parar unos segundos para poder asimilarlo; está fuera de sitio. De repente, nos llama la atención algo en lo que no habíamos reparado nunca o que nunca nos había hecho reflexionar. Suelen ser pequeñas cosas que pasan desapercibidas si no prestas atención. Y suelen ser cosas intranscendentes, por lo que es sencillo que no le prestemos atención. El metro no es el único sitio en que las he vivido, pero sí donde más surgen y allí fue la primera vez que fui consciente del fenómeno, que le di forma y nombre. Aproveché para escribir esta entrada en mi blog:
La descotidianidad (martes, 13 de febrero de 2007)
A los pocos días escribí otra entrada que decía:
Y otra descotidianidad más (jueves,1 de marzo de 2007)
A veces las descotidianidades dan para un comentario de bar, otras para una entrada en un blog y, las más, para diluirse en el olvido. Otras, en cambio, sirven como base para un relato. En la primera parte de este libro, Crónicas del metro, encontraréis alguno de estos relatos basados en descotidianidades, como el que escribí sobre un hombre que llevaba un reloj en cada muñeca. Crónicas del metro recoge una serie de relatos que transcurren en el suburbano, escritos gracias a musas y musos de paso, como un guitarrista zurdo o una dependiente de una tienda de ropa.
La segunda parte, Crónicas desde el metro, está compuesta por relatos que no tienen nada que ver con el metro, pero que están escritos casi íntegramente en él.
Ahora, que me dedico básicamente a novelar, los vagones han vuelto a ser biblioteca. Espero que en breve, en esta biblioteca dinámica, hay gente leyendo Relatos metropolitanos: crónicas desde el metro.
El vagón de metro es mi despacho dinámico cuatro veces al día. Dinámico porque me trae y me lleva, y dinámico porque lo mismo se convierte en un confortable sillón con orejas para leer, que se convierte en un rincón idílico desde el que contemplar miles de paisajes que rápidamente transformo en argumentos. No hay mayor lujo para un escritor mediocre que un escaparate gratuito con tal gama. Cuando tengo la creatividad subida y me traigo la inspiración de casa, el vagón se transforma en mi despacho, donde encuentro una tranquilidad que me permite plasmar las ideas en letras. A veces, incluso, el vagón se convierte en un laboratorio sociológico que saca mi vena más ensayística. El metro, por simple densidad, ofrece en escaso espacio y poco tiempo muchas cosas. De lo mucho que ofrece, me llama poderosamente la atención algo que yo he dado en llamar descotidianidad. Por mucho que me estrujé la parte léxica del cerebro, no encontré la palabra adecuada que lo explicara, así que me inventé un palabro que tampoco lo explica del todo, pero es mi palabro. Defino descotidianidad como aquel suceso más o menos normal, cotidiano, pero que en un momento dado y en un sitio concreto deja de serlo y nos hace parar unos segundos para poder asimilarlo; está fuera de sitio. De repente, nos llama la atención algo en lo que no habíamos reparado nunca o que nunca nos había hecho reflexionar. Suelen ser pequeñas cosas que pasan desapercibidas si no prestas atención. Y suelen ser cosas intranscendentes, por lo que es sencillo que no le prestemos atención. El metro no es el único sitio en que las he vivido, pero sí donde más surgen y allí fue la primera vez que fui consciente del fenómeno, que le di forma y nombre. Aproveché para escribir esta entrada en mi blog:
La descotidianidad (martes, 13 de febrero de 2007)
A los pocos días escribí otra entrada que decía:
Y otra descotidianidad más (jueves,1 de marzo de 2007)
A veces las descotidianidades dan para un comentario de bar, otras para una entrada en un blog y, las más, para diluirse en el olvido. Otras, en cambio, sirven como base para un relato. En la primera parte de este libro, Crónicas del metro, encontraréis alguno de estos relatos basados en descotidianidades, como el que escribí sobre un hombre que llevaba un reloj en cada muñeca. Crónicas del metro recoge una serie de relatos que transcurren en el suburbano, escritos gracias a musas y musos de paso, como un guitarrista zurdo o una dependiente de una tienda de ropa.
La segunda parte, Crónicas desde el metro, está compuesta por relatos que no tienen nada que ver con el metro, pero que están escritos casi íntegramente en él.
Ahora, que me dedico básicamente a novelar, los vagones han vuelto a ser biblioteca. Espero que en breve, en esta biblioteca dinámica, hay gente leyendo Relatos metropolitanos: crónicas desde el metro.
30 comentarios:
A mí me ha emocionado leer esto.
Es como encontrarse de pronto con alguien que va cumpliendo sus sueños.
Espero que seas lo que quieres ser.
Os deseo que lo paséis fenomenal el sábado.
¡¡OLE, OLE Y OLE!!
:D
Vete guardando un ejemplar para mí, eh, Mariano.
:)
Por cierto, Rodros y yo brindaremos a la salud de tus relatos, tus novelas, vuestra editorial, vosotros y La Clandestina... desde Berlín.
No será una Mahou, pero seguro que pensamos en ti.
Un abrazo enoooorme y ¡a por todo!
sin palabras.... como siempre
eres un gran mago, gracias.
¡Qué bueno! Aprovecharé mi peregrinaje a la Clandestina para comprar también éste.
El Metro de Madrid es el principio y el fin de mil historias. ¡Bien hallada la inspiración!
Tiene buena pinta, Mariano, y ya sabes ue mi fila de libros aumenta sin cesar pero... me guardas una eh? ;)
Nos vemos en cero coma :)
Besicos
Lo leeré.
Seguro que lo leo en el metro, porque soy, como tú, (y como todo Mariano que se precie de serlo, de ser Mariano, digo) usuario de la biblioteca dinámica.
Allí estaremos el sábado, y procuraré ir en metro.
Yo es que ya cada vez que me subo al metro me acuerdo de ti XDD no lo puedo evitar...
Estilografic, yo tb iré... espero que no me eches por no tener acabada mi carrera.. como el otro día... XD
( Para entender este extraño comentario recomiendo leer los comentarios de la anterior entrada Mariana )
Lo leí, lo leí, wen. Allí estaré, dispuesto a ponerte de patitas en la calle en cuantito te vea asomar por la puerta. ¿Te crees que te voy a dejar pasar? ¡Ni lo sueñes!
Jajajajajajajajajaja, Joooooooooooo
de verdad que al final va a dar un trauma o algo, eh?? XDD
Me chivo a Mariano, eh?
Mita, muchas gracias por los deseos…Por ganas no será…
Irreverens, cuidado que Rodros es aproximadamente como cinco veces tú, a ver si te va a dar por competir a cervezas (mejor rétale a echarte unas carreritas por Berlín).
Jane Doe, gracias a ti por soportar mis cutretrucos de magia.
Fraisamuel, el metro de Madrid es un hervidero de argumentos desde luego. Sólo espero haber elegido bien.
Belén, ¡reservado un ejemplar para vos!
Joako, me alegro, hombrepordios.
Estilografic.blog, al final me voy a enredar y ya no sabré si soy tú o soy yo…
Wen, es todo un honor, ya que no soy el buenorro de la fotografía, al menos que te acuerdes de mí en el metro, XDDD
Estilografic.blog y Wen, ¡preadolescentes! (gensanta).
jaja estili, para echar a wen tendrás que echarme primero a mi (amenazo)
sr. zurdo, puedo leerlo en el tren de cercanías o tiene que ser en el metro? que casi no lo cojo..
Geminisdespechada, tal como he puesto un comentario en tu blog vas y pones tú uno en el mío.
Hasta andando lo puedes leer, fíjate lo que te digo...
Geminitas gracias !! No se por qué pero durante toda la vida me han salido los guardaespaldas voluntarios por todas partes ejejejejeje, doy penita o algo?? XDD
Mariano, de pre- nada .... que yo ya tengo una edad hombrepordios... un respeto.
Estilografic, ahora tengo guardaespaldas.... a ver ahora qué..... XDD
Glups, que Géminis es mu grande grandísima.
... yo también habito ese paradiso cambiante sobre raíles, y te comprendo: es un ragalo, es fascinante.
Besos, y mucha suerte en tu travesía.
Buen abrir de boca. Espero que ya le hayas pedido al amiguete Gallardón lo de la parada de taxis a las puertas de La Clandestina. Como no esté puesta para este sábado...
Es de veras emocionante ir viendo cómo avanzáis en vuestro proyecto.
Lo que me dá más rabia es que me lo vuelvo a perder :( Tengo que salir de Madrid esa tarde.
Pero os mando mis mejores deseos, toda la energía positiva: espero que tengáis un buen comienzo.
Besicos.
me da muchísima pena no poder ir, pero bueno, tendréis a jove. yo cuando baje a madrid apareceré en La clandestina sin previo aviso, jajajajaja, vas a fliparrrr
Muy bien lo del metro pero... ¿Qué pasó con la Habitación Riaza? El viejo Olegario se llama igual que el padre de tu primera amiga ¿Casualidad?
Tiene muy buena pinta, tantas cosas que suceden en el metro y que se sienten desde el metro... difícil plasmarlas todas, pero no imposible para ti, ¡seguro!
Yo también paso mucho tiempo en el subsuelo y... es una vida aparte, ¿verdad? Pero me gusta.
Suerte ;-)
¡Y un besito!
Ya sabes que cuentas con mi enhorabuena por lossiglosdelossiglos.
No te olvides de enviarme los ejemplares firmados, sellados y besados por los autores.
Un abrazo y mucha suerte
Dejé un par de comentarios en el blog de La Clandestina pero creo que no llegaron.
Mi querido Mariano, disfruta mucho éste sábado. Sabes que me gustaría estar allí y apoyar mucho más de cerca todos estos proyectos que tan buenos e importantes me parecen.
Un abrazo grande
Hola presioso, ya es 27, me alegra enormemente tu presente, que lo sepas!!!
p.d.está por ahi el catalán?? dale un beso de mi parte que me tiene abandoná.
Espero que paseis una tarde estupenda. Esta noche he soñado que iba (por fin) a veros y ha sido todo tan real que no sé yo si no lo ha sido.
Muchos besos, mucha suerte con el libro, os mereceis cumplir el sueño.
Feliz año nuevo pues!
un abrazo!
Espero que todo haya salido de lujo.
Un fuerte abrazo para todos.
Una pregunta, y esto va para el apartado de " Relatos a cuatro manos" : Como es eso posible? Escribir con cuatro manos, quiero decir, con alguien que tambien escribe parte de tu relato? Es que no me lo imagino, lo siento.
Mucha suerte con tu libro de relatos, creo que necesitamos que la literatura de corto reciba un impulso en Espana.
Cómo no va a salir de lujo, Jove...si eso es Malasaña!!Un buen sitio de inspiración,no? :)
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Mariano, si tenéis tiempo, me enviais el libro a Alemania? Si puede ser con una foto de Clandestino (quién es Clandestino?) y con una dedicatoria bonita?
Besos
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