Los relatos, cuentos, novelas cortas son un género al que he llegado hace poco como lector y como escritor.
Como escritor mis primeros pinitos fueron relatos breves, pero no intencionalmente, sino porque se me acababa la tinta en pocas páginas. Era más una cuestión de incapacidad para escribir historias más largas que otra cosa. Recuerdo con mucho cariño uno que mandé a un concurso, un relato reivindicativo en el que denunciaba los primeros indicios de especulación urbanística en el monte del Pardo (de esto hará unos dieciocho años, lo que nos da una idea de la cantidad de aire que ha podido inflar la burbuja inmobiliaria desde entonces). Ted saboreó las últimas gotas de su espumeante cerveza... (así comenzaba ese amago de relato).
A los veintipocos escribí mi primera novela. La pobre se salvó de la máquina de destruir documentos (por pretenciosa y floja) pero fue borrada de mi ordenador (no podría asegurar que de una manera accidental) y reside en escasos ejemplares dispersos por Madrid.
Después dejé de escribir durante muchos años. Tengo claro por qué y sería largo de explicar aquí (amenazo con hacerlo algún día). Tendría que recurrir a mi vena más psicológica y desnudarme públicamente (hablo de despojarme de la piel, que me produce mucho más pudor que despojarme de la ropa).
Volví a la escritura con intentos fallidos, hasta que me dejé atrapar por La tinta azul de la memoria. Esta novela la escribí en dos partes. La segunda, me dejó exhausto. Durante tres meses escribí una media de doce horas diarias. Y más exhausto me dejó la aventura de buscar editor (y completamente arrastrado la desventura de intentar venderla una vez editada, aunque para caminar en solitario no me puedo quejar). Muchos de vosotros habéis vivido conmigo paso a paso el fluir de la tinta azul (y su solidificación definitiva).
Esa extenuación me llevó a cambiar de registro. La pulsión por fabular no desapareció (no menguó ni un ápice) pero la pereza por embarcarme en una nueva novela me dirigió sin que yo apenas me diera cuenta a los relatos. Es un género que me gusta mucho, pero que me resulta muy difícil de abordar. Sin duda, una de las cosas que más me ha ayudado a foguearme con los cuentos ha sido el blog, ya que éste te proporciona una magnífica herramienta para escribir entradas/relatos con mucha frecuencia. Desde luego, es una magnífica escuela para cuentistas (y no me refiero a la acepción peyorativa).
Fruto de mis intentos por cogerle el tranquillo a la brevedad sin perder ni un gramo de sustancia, nace Relatos metropolitanos (crónicas del y desde el metro). Si todo va bien, verá la luz el próximo día 27 de septiembre, durante la presentación de Editores Policarbonados. ¿En dónde? En La Clandestina, por supuesto.
En próximos días: Relatos (desde la perspectiva del lector)
Como escritor mis primeros pinitos fueron relatos breves, pero no intencionalmente, sino porque se me acababa la tinta en pocas páginas. Era más una cuestión de incapacidad para escribir historias más largas que otra cosa. Recuerdo con mucho cariño uno que mandé a un concurso, un relato reivindicativo en el que denunciaba los primeros indicios de especulación urbanística en el monte del Pardo (de esto hará unos dieciocho años, lo que nos da una idea de la cantidad de aire que ha podido inflar la burbuja inmobiliaria desde entonces). Ted saboreó las últimas gotas de su espumeante cerveza... (así comenzaba ese amago de relato).
A los veintipocos escribí mi primera novela. La pobre se salvó de la máquina de destruir documentos (por pretenciosa y floja) pero fue borrada de mi ordenador (no podría asegurar que de una manera accidental) y reside en escasos ejemplares dispersos por Madrid.
Después dejé de escribir durante muchos años. Tengo claro por qué y sería largo de explicar aquí (amenazo con hacerlo algún día). Tendría que recurrir a mi vena más psicológica y desnudarme públicamente (hablo de despojarme de la piel, que me produce mucho más pudor que despojarme de la ropa).
Volví a la escritura con intentos fallidos, hasta que me dejé atrapar por La tinta azul de la memoria. Esta novela la escribí en dos partes. La segunda, me dejó exhausto. Durante tres meses escribí una media de doce horas diarias. Y más exhausto me dejó la aventura de buscar editor (y completamente arrastrado la desventura de intentar venderla una vez editada, aunque para caminar en solitario no me puedo quejar). Muchos de vosotros habéis vivido conmigo paso a paso el fluir de la tinta azul (y su solidificación definitiva).
Esa extenuación me llevó a cambiar de registro. La pulsión por fabular no desapareció (no menguó ni un ápice) pero la pereza por embarcarme en una nueva novela me dirigió sin que yo apenas me diera cuenta a los relatos. Es un género que me gusta mucho, pero que me resulta muy difícil de abordar. Sin duda, una de las cosas que más me ha ayudado a foguearme con los cuentos ha sido el blog, ya que éste te proporciona una magnífica herramienta para escribir entradas/relatos con mucha frecuencia. Desde luego, es una magnífica escuela para cuentistas (y no me refiero a la acepción peyorativa).
Fruto de mis intentos por cogerle el tranquillo a la brevedad sin perder ni un gramo de sustancia, nace Relatos metropolitanos (crónicas del y desde el metro). Si todo va bien, verá la luz el próximo día 27 de septiembre, durante la presentación de Editores Policarbonados. ¿En dónde? En La Clandestina, por supuesto.
En próximos días: Relatos (desde la perspectiva del lector)
22 comentarios:
Ya decía yo que eres superurbano. jajaja. Otra satisfacción más que te proporciona la escritura,no?
Pues enhorabuena.
Besos
(A veces me da la impresión cuando hablas de La tinta...que para ti es algo pasado, como si la novela ya hubiera dado sus frutos...y ya. Eso no es así, hay que seguir vendiéndola y promocionandola,no?)
Todo un relato este relato hablando de relatos!
:-)
Suerte en estos proyectos!
Besos.
Hacer lo que te gusta es una necesidad, ganar dinero haciendo lo que te gusta una suerte. Más, hacer lo que te resulta fácil, sin más, como puede ser mi caso, una mierda. Tienes más suerte que yo, ves?
Un saludazo, y no te deseo suerte, ya te va bien.
Vale, tu me quieres arruinar no? :P:P
Pues nada, el 27 lo pillamos o que? ;)
Besicos
Mita, un poco urbanitas sí que soy, jajaja. La tinta azul me ha dado tantas alegrías que es difícil hablar en pasado, pero sin un apoyo editorial fuerte (sin ningún padrino) va siendo hora de pasar página (aunque seguiré luchando por ella, aunque suene contradictorio).
Luna carmesí, ¡muchas gracias! Siempre hace falta un pelín de suerte, desde luego.
Wilde, yo me siento un afortunado, esa es la verdad. Como decía Sabina "vivo con lo puesto, menos un botón", pero eso no me resta ni un ápice de tranquilidad.
Belén, tranquila que somos muy económicos, jajajaja
Besitos/azos a todos y todas.
Creo que empezaré por tus relatos osea por el final.
Un besito
Para mí, ser escritor es algo increíble. No sé cómo sois capaces de expresar tanto con las palabras. Me quito el sombrero.
¡Qué bien!
Hablando de relatos... estoy leyendo un libro de cuentos de Pablo Andrés Escapa, "Voces de humo", (Páginas de Espuma, 2007). Échale un vistazo.
Un abrazo
Escribir, leer, escribir, leer, escribir, leer.. y así hasta el infinito
¡Enhorabuenísima!
:)
Yo espero verte dentro de relativamente poco y entonces ya me haré con el librito de relatos.
Si no, te pediré que me lo mandes y te hago una transferencia.
Besos
yo yo yo!!! puedo pedírmelo ya? me encanta leer relatos, sobre todo en esta ciudad de metros y trenes que no te deja leer tranquila mucho rato..
suerte!
Hay momentos de todo.
Pero por lo general, a mi me gustan los relatos cortos.
Tal vez porque soy un poco "culo inquieto".
Y por eso me gutan tanto los blogs, los cuentistas, los albañiles de las palabras.
Besos
PD: Yo creo que a pesar de Ted, le cogiste bien el tranquillo a la brevedad.
;-D
El título promete, desde luego, y seguro que no decepciona.
Tendremos que pasar por la librería y hacernos con un ejemplar, jeje.
Me alegro de que las cosas te estén yendo bien ;-)
¡Un besito!
Sabes de sobra que hablar de estos procesos engancha... ¡Ah! ¿no lo sabías? Sí que lo sabes, truhán...
:) Allí estaré para oler las páginas.
Abrazos.
P.D.: Algún día tendré que decir algo de mi lectura de Relatos a Cuatro Manos :)
Qué buena novela La tinta... ya tengo ganas de estar ahí.
Estoy deseando leermelo, qué emoción. Besitos Zurdo
jo, k guay! intentaré estar en Madrid para la presentación!
¿Dónde? ¿a qué hora? ¿hay que asistir de etiqueta' ¿Con que etiqueta? estoy ansioso.
He acabado tu novela y aún no he comenzado "Relatos a cuatro manos"
Ya charlaremos sobre ello el la clandestina, he de pasarme a por los encargos.
Acuérdate de mí, Mariano .....
como sigamos así me vas a tener que mandar los libros en un camión ....
Me alegro de estas noticias.
Un besazo zurdo o diestro, es lo mesmo.
Sux, hay quien dice que la mejor manera de conocer a un escritor es empezar leyendo sus cuentos/relatos.
Boo, creo que cada uno admira lo que no tiene. Yo, como no sé dibujar ni un cuadrado, admiro profundamente a los que pintan.
Raquel, me apunto la recomendación.
Wen, y qué infinito más leído y “escribido”
Irreverens, yo también espero verte en breve, mujerpordios…
Geminisdespechada, pues nada, te reservo uno, faltaría más.
Trasto, gracias, aunque no sé si Ted opinaría lo mismo…
LauraConChocolate, pásate cuando quieras, incluso con persona-con-la-que-vives.
AdR, nos encantará que hables sobre nuestros relatitos, tenlo por seguro.
Jovekovic, y yo de que estés, y yo de que estés…
Mgqseaml, pues sí que es emocionante y más si eaml.
Ad astra per aspera, ¡me encantaría que vinieras, por supuesto!
JOAKO, pues aquí te esperamos. Espero que la tinta azul no te haya sumido ni en el insomnio ni en la desesperación…
Elèna Casero, a finales de mes te mando el camión, digo los libros.
Besitos/azos a todos y todas.
Muy buenas noticias, Mariano.
Un saludazo. Estoy deseando ir a Madrid a conocer esa guarida llamada La Clandestina.
¡Cuentista... qué eres un cuentista!
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