Para alivio de mis lectores, aclararé que esto no forma parte de ningún relato por entregas ni nada parecido. Digo alivio, porque ya se sabe mi incapacidad para acabar ese tipo de relatos (aprovecho para pedir disculpas, glub).
Pues resulta que, venía yo a trabajar a la librería como todos los días (desde hace doce), y me disponía a apearme del vagón en Plaza de Castilla para hacer el trasbordo. Me preparé para abrirme camino entre la previsible masa de arietes, piernas firmes, hombro adelantado y codos en ángulo recto sujetando el libro de turno (por cierto, Jove, que me está encantando El hijo del acordeonista, tanto, que será una de las recomendaciones clandestinas del mes de julio). El tren se paró. Crispé los músculos más si cabe, presto a salir como alma que persigue el diablo en cuantito que se abrieran las puertas.
Pero hete aquí, que se abrieron las puertas y, tras ella, la masa paciente se abrió en dos, dejando el camino expedito para que pudiéramos salir con una holgura que ni los que pasean por la alfombra roja, oiga
Sorprendido, me dispuse a salir sin demora, no fuera a ser que todo consistiera en una trampa preparada para trasbordistas relajados e incautos. Y entonces viví uno de esos segundos que se estiran como el chicle. Supongo que habréis vivido algo similar, unos segundos de esos en los que todo parece paralizarse y se apelotonan pensamientos que, en circunstancias normales, no cabrían ni en una decena de minutos. Y no sé a vosotros, pero a mí me salta ese resorte ante las situaciones más abzurdas, como que, por ejemplo, inesperadamente la gente te deje salir antes de entrar. Enrevesado como soy, me puse a pensar razones para que esto hubiera sucedido:
OPCIÓN 1, la egolatría (que por definición tiene que ser la primera opción):
“¡Coño, sabía que leía mi blog mucha gente!, pero..., ¿¡tanta…!?”
Enseguida descarté la opción de que la gente se hubiera sensibilizado leyendo la entrada del otro día (bueno, enseguida, enseguida, lo que se dice enseguida tampoco, porque quise disfrutar de la sensación de tener tantos lectores pendientes de uno).
OPCIÓN 2, la intimidación:
Mi pinta de oriental con mi pasado taekwondista y mi postura de ataque enfurecido pudo acojonar a la primera fila de posibles rivales y como el miedo se contagia que da gusto…
Enseguida descarté esta segunda opción también (esta vez sí que enseguida, porque mi escaso 1,70 no creo que asusten a nadie y me negué en malgastar una tercera opción con la lástima, hombrepordios).
OPCIÓN 3, la extrañeza:
Supongo que ver a un ser en el metro que no porta ningún periódico gratuito, que no se aísla tras el mp3/ipod y que encima va leyendo un libro (en tiempos a uno le quemaban por menos que eso) sin levantar la vista ni para salir del vagón (esto es jugar al despiste, porque la levanté lo justo como para ver que me dejaban pasar) puede provocar cierta extrañeza, pero… ¿tanta como para provocar una reacción tipo “mar Rojo”?
El segundo se estiró como un chicle, sí, pero no tanto como para seguir desarrollando opciones explicativas. Así que decidí atribuirlo a la mera casualidad, a la alineación de los planetas o las irradiaciones de mi aura…
Ni que decir tiene que fue un mero espejismo, porque regresando a casa tuve unos cuantos encontronazos y esta mañana me he tenido que batir en duelo con una señora correosa, pertrechada con carrito y bolsas que ya quisiera para sí esta noche España para defendernos de los rusos…
¡Anda coño!, ¿habrá leído Esperanza Aguirre mi entrada “Dejen salir antes de entrar”?
Os dejo, que me dispongo a disfrutar de otro de esos segundos que se estiran como el chicle…
Pues resulta que, venía yo a trabajar a la librería como todos los días (desde hace doce), y me disponía a apearme del vagón en Plaza de Castilla para hacer el trasbordo. Me preparé para abrirme camino entre la previsible masa de arietes, piernas firmes, hombro adelantado y codos en ángulo recto sujetando el libro de turno (por cierto, Jove, que me está encantando El hijo del acordeonista, tanto, que será una de las recomendaciones clandestinas del mes de julio). El tren se paró. Crispé los músculos más si cabe, presto a salir como alma que persigue el diablo en cuantito que se abrieran las puertas.
Pero hete aquí, que se abrieron las puertas y, tras ella, la masa paciente se abrió en dos, dejando el camino expedito para que pudiéramos salir con una holgura que ni los que pasean por la alfombra roja, oiga
Sorprendido, me dispuse a salir sin demora, no fuera a ser que todo consistiera en una trampa preparada para trasbordistas relajados e incautos. Y entonces viví uno de esos segundos que se estiran como el chicle. Supongo que habréis vivido algo similar, unos segundos de esos en los que todo parece paralizarse y se apelotonan pensamientos que, en circunstancias normales, no cabrían ni en una decena de minutos. Y no sé a vosotros, pero a mí me salta ese resorte ante las situaciones más abzurdas, como que, por ejemplo, inesperadamente la gente te deje salir antes de entrar. Enrevesado como soy, me puse a pensar razones para que esto hubiera sucedido:
OPCIÓN 1, la egolatría (que por definición tiene que ser la primera opción):
“¡Coño, sabía que leía mi blog mucha gente!, pero..., ¿¡tanta…!?”
Enseguida descarté la opción de que la gente se hubiera sensibilizado leyendo la entrada del otro día (bueno, enseguida, enseguida, lo que se dice enseguida tampoco, porque quise disfrutar de la sensación de tener tantos lectores pendientes de uno).
OPCIÓN 2, la intimidación:
Mi pinta de oriental con mi pasado taekwondista y mi postura de ataque enfurecido pudo acojonar a la primera fila de posibles rivales y como el miedo se contagia que da gusto…
Enseguida descarté esta segunda opción también (esta vez sí que enseguida, porque mi escaso 1,70 no creo que asusten a nadie y me negué en malgastar una tercera opción con la lástima, hombrepordios).
OPCIÓN 3, la extrañeza:
Supongo que ver a un ser en el metro que no porta ningún periódico gratuito, que no se aísla tras el mp3/ipod y que encima va leyendo un libro (en tiempos a uno le quemaban por menos que eso) sin levantar la vista ni para salir del vagón (esto es jugar al despiste, porque la levanté lo justo como para ver que me dejaban pasar) puede provocar cierta extrañeza, pero… ¿tanta como para provocar una reacción tipo “mar Rojo”?
El segundo se estiró como un chicle, sí, pero no tanto como para seguir desarrollando opciones explicativas. Así que decidí atribuirlo a la mera casualidad, a la alineación de los planetas o las irradiaciones de mi aura…
Ni que decir tiene que fue un mero espejismo, porque regresando a casa tuve unos cuantos encontronazos y esta mañana me he tenido que batir en duelo con una señora correosa, pertrechada con carrito y bolsas que ya quisiera para sí esta noche España para defendernos de los rusos…
PD aguerrida: Esperancita Aguirre ha decidido cambiar de consejeros. Ha dado sus explicaciones que, evidentemente, nadie se cree. De todas las destituciones, la más sangrante, para mí, es la de Lamela. Como consejero de Sanidad pasará a la historia por el caso Leganés, del que se va a ir de rositas como si nada hubiera pasado. Aguirre ni se inmutó (más bien le dio todo su apoyo). Ahora le destituye porque Lamela ha cometido el error de dejarse tentar por Rajoy (sí, el creador del marianismo, grrr) y eso sí que Esperancita no lo puede permitir. Así, con estos criterios, vienen gobernando la comunidad de Madrid desde hace muchos años.
¡Anda coño!, ¿habrá leído Esperanza Aguirre mi entrada “Dejen salir antes de entrar”?
Os dejo, que me dispongo a disfrutar de otro de esos segundos que se estiran como el chicle…
21 comentarios:
Mariano, que hayas matado a una persona no es importante, pero que no me hayas saludado esta mañana...
¿habrá alguien que se atreva a negarle el saludo a Esperanza Aguirre?
En ocasiones la masa se comporta como debe, es un gran misterio.
¡Yo!
:P
Que esa señora me da mu mal rollo, oyes.
Viendo el éxito que tiene Esperancita en vuestra comunidad, quizás si llevaras un pin con su jeta, la gente te abriría paso en el metro e incluso te harían la ola... no sé... por provar...
:P
¡La educacón triunfa! No creo que pueda haber ninguna otra razón... ;)
Para mí que Esperanza es el T1000 de Terminator con la forma adoptada de la presidenta. Yo no me cruzaría por su lado, desde luego.
Es que ahora han puesto en los mensajes del metro - donde te dice el tiempo que falta para que llegue - lo de 'dejen salir antes de entrar'. Igual la gente lee más de lo que crees..
Mariano, creo que se te ha olvidado una opción: la fe ¿no será que tu, de alguna forma, tenias fe en que, esta vez, se apartaran y la gente lo percibió? y ya sabes, la fe mueve montañas y masas.
irreverens, lo del exito de Espe en nuestra comunidad ha dolido, no porque no sea cierto, pero somos muchos los madrileños a quienes nos resulta bochornoso que nos asocien siquiera a semejante esperpento politico.
Jo Mariano, me pasó a mi eso una vez volviendo de currar en el bus... Iba petado y cuando subí ya resoplé por dentro por la que me esperaba... Pues bien, a los pocos segundos un chico me cedió el asiento al verme tan cargada diciendo que se bajaba en la próxima ( debí poner cara de.. " Eh??? ".. pero me senté y di las gracias) Pues en el corto trayecto hacia mi casa escuché más " pase ud por favores" " No, no vd primeros" "me permite por favores" " Como n, pase vd" "gracias" Y lo sientos" que en toda mi vida juntas, lo juro.
Miraba con estupor a mi alrededor buscando la cámara oculta y cuando no la encontré me dió hasta un poco de miedito ( por si era un bus embrujado o algo, claro).. me dieron ganas de bajarme por si acaso XDDD
Cuando llegué a casa se lo conté a David aun estupefacta jejejejeje.
Es que estas cosas no son nada corrientes joder... y llaman mucho la atención Mariano, te entiendo.
Mariano, da estrés leerte.
Vaya vida lleváis ahí!
Te lo repito, lo de la buhardilla es algo imprescindible...de verdad.
Quién es Esperanza Aguirre?
Lo siento, Diego, no era mi intención "hacer daño" a nadie.
:)
Y entiendo perfectamente que te haya dolido.
Quizás tanto como a mí cuando conozco a personas del resto de España y les digo o se enteran de que soy catalana. Las miradas que demasiadas veces tengo que soportar son indescriptibles.
:(
Besos a todos, eh.
:D
Ah, ya me ha dicho Jove que Esperanza Aguirre es como Strauss, pero en mujer.
A mi lo que siempre me ha llamado la atención del metro es lo de “tengan cuidado de no introducir el pie entre coche y andén”. Yo, que de pequeño (y de mayor) he viajado mucho en metro, siempre lo leía sin acento “no introducir el pie entre coche y anden”. Y no acababa de entenderlo.
Como lo de Esperanza, que no acabo de entenderlo.
irreverens, de nuevo tienes razón, por desgracia me encuentro por aquí (Madrid) con gente que se comporta así, y te aseguro que a muchos nos averguenza doblemente, por el tipo de actitud que es y por compartir origen con quienes las tienen. Lo mas que podemos hacer es pedirte disculpas y sentir verguenza ajena.
mita, afortunada tú que no tienes que conocer a Esperanza Aguirre, auque sería mas apropiado llamarla Desesperanza Aguirre.
XDD
Jope, Estili, hoy te has levantado inspirao, ¿eh?
Diego: muchas gracias.
:)
(proBar, que acabo de verlo y se me han salido los ojos de las órbitas)
ummm es que esa señora da mal rollo...
habrá que cambiar el transporte público por la solitaria bicicleta...
besos
Jopelines con la Espe.
Tenemos marianismo y se acabó el aznarismo. Recemos, queridos míos para que no llegue es esperanzismo.
Besazos
Yo es que no hablo de la espe, que me salen sarpullidos, y mi dermatólogo de la pública me ha recomendado no acercarme a los agentes que me la producen, así que Joako... yo no saludaría a Espe, claro que no...
Y bueno, Mariano, dejalos que sean educados, coño! imagina tu que todos los días son así... ;)
Besicos
Y si la Esperancita fuera a tu espalda en el metro???
Igual te dejaban paso por eso...
Acojone total!!!
Ella detras tuyo... Mascando ese chicle toda chula...
Uiiiinsss
Beso!
Estilografic, tu comentario muy bueno
Mariano, ya ni me acuerdo lo que es ir en metro tanto tiempo en provincias, q ya ni me acuerdo de cómo es una ciudad de las de verdad, de esas q tu hablas, jejje q antes fue mía
Yo creo q lo de ayer fue simple y llanamente que de golpe fuiste como el Mesías, no sé irradiarias luz cegadora, un yo q sé deslumgrante, o simplemente estabas con el guapo subido...
seguro era eso
MUAKKKKKKKKKKKKKKKKKKKKKKKK
Entiendo vuestra honda preocupación, y hasta la urticaria, que os provoca la aguerrida de marras. Sin embargo, y esto es todavía lo peor, está elegida por los madrileños, que manda huevos...
Bolero, bienvenida. Y que sepas que tu opción, no sé por qué..., es la que me ha gustado más.
Besitos/azos.
Jajajaja, Zurdo, yo también he sido objeto de semejante espejismo. Creo que sólo una vez en mi vida, esta semana, y casi acabo besando a todas las personas que me dejaron salir sin tener que hacer break dance.
Peor fue lo mío. Meses de dieta. Por fin consigo entrar en aquel vestido maravilloso de hace ya un lustro. Entro en el metro. Me pongo a leer tu última recomendación (La fórmula preferida del profesor, fantástica). La vida me sonríe. Una señora de mediana edad me dice: Siéntate, que tú lo necesitas más. ¡La hostia! Después de esto no sé si me empujaron o empujé para salir. Es que hay cosas que noquean.
Mexileña, ¿tú dándole al break dance? Eso no me lo pierdo...
Marisa, ¿esa señora de mediana edad no estaría cegata perdida? Porque, perdona que te lo diga bonita, estás estupenda. He dicho.
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