Hace unos años fui a trabajar un par de fines de semana a Extremadura, a la zona de Valencia de Alcántara. Fui con Indeciso, buen amigo, comentarista esporádico de este blog y mi jefe en aquellos dos eventos. Ahora que lo pienso, han sido de mis últimos contactos con la montaña, aunque luego hubo otro por Asturias que también mereció la pena. Yo, que me crié como una cabra montesa, carne del tren de cercanías que me transportaba casi todos los fines de semana a la minusvalorada (gracias al dios de los ateos) sierra de Madrid, que tenía mochila en vez de espalda y que tenía botas en vez de pies, me hallo convertido ahora en un urbanitas madrileño enganchado a la botella de oxígeno viciado de esta ciudad que genera odios y adicciones.
Eso, eso, que se note que estoy disperso y que tengo la cabeza en otro lado (concretamente en varias latitudes cercanas de un mismo continente). Que estaba yo hablando de unos viajes por Extremadura. Pues bien. Acabada la jornada laboral, Indeciso me propuso ir a Marvao, una preciosa localidad portuguesa que te encuentras apenas cruzas la frontera. Es un pequeño pueblo que corona un montículo en mitad de la llanura. Es un pueblo turístico pero habitado. Quiero decir, que no es un escenario de cartón-piedra para ser fotografiado sin más, como pasa en algunos sitios de la geografía española que no nombraré porque no viene al caso. Destacan sus calles encaladas con toques de vivos colores, y sus miradores que permiten disfrutar de kilómetros de paisaje desde su altura privilegiada. Uno de los reclamos turísticos fundamentales es su castillo. Allí nos dirigimos Indeciso y yo. Conserva las murallas y un par de salas, entre ellas, la de la torre del homenaje, desde la que parte una escalera pétrea de caracol que te permite ascender al mirador más elevado del pueblo.
Allí estábamos los dos, en la oscuridad de la sala de la torre del homenaje, con la débil luz del atardecer que entraba por la puerta y la que caía diluida por los giros cerrados de la escalera. Nos pusimos a hablar en voz baja, como corresponde a los sitios recogidos. Y entonces sucedió algo. Descubrimos que esa sala encumbrada en un pequeño punto de la península tenía una acústica brutal, mágica. Empezamos a cantar (además de amigo, comentarista y jefe esporádico, somos compañeros tenores) y nos quedamos con la boca abierta (redundancia harto necesaria). He cantado en muchos sitios: iglesias impactantes, salas de conciertos diseñadas sólo para la música, teatros, espacios naturales, centros comerciales..., pero jamás había escuchado nada parecido. Alguien construyó sin querer un espacio para la voz. Me cuesta explicarlo con palabras. Cantar en esa sala de Marvao es como si cada nota que sueltan tus cuerdas vocales la recogieran al vuelo un ejército de ingenieros de sonido camuflados en sus muros de piedra y la devolvieran rebotada y convertida en una obra de arte. Nunca me he sentido tan cantante como en Marvao. Jamás me ha gustado mi voz tanto como en Marvao.
La segunda vez que fuimos repetimos, claro. El fin de semana no hubiera tenido sentido sin pasar por el laboratorio. Esta segunda vez cantamos un buen rato y con algunos espectadores que se sentaron tranquilamente a escucharnos en los peldaños del caracol. Un concierto improvisado con efectos potentes en el alma (a las nuestras me refiero). Siempre coqueteamos con la idea de organizar un concierto en esa sala, y algo me dice que algún año lo haremos.
Ahora sólo espero que las autoridades de Marvao no accedan a mi humilde morada bloguera y espero que no me denuncien por usurpar la tranquilidad turística que se respira en su pueblo, sacando a la luz el secreto vocal que encierra su castillo (y que mucho me temo que ni ellos mismos saben).
En uno de esos proyectos literarios futuros que aguardan en el cajón de mi despacho, y que no sé si acabará en novela o en papel para reciclar, hay un extenso pasaje en el que el personaje, tenor semiprofesional de pro, cuenta sus andanzas por Marvao, comparte con el lector su necesidad de regresar a Marvao cada cierto tiempo para congraciarse con su voz. No pensaba escribir sobre Marvao hasta entonces, pero hoy no he podido resistirme.
Hoy quiero llevarte a Marvao y cantar para ti toda la noche.
Eso, eso, que se note que estoy disperso y que tengo la cabeza en otro lado (concretamente en varias latitudes cercanas de un mismo continente). Que estaba yo hablando de unos viajes por Extremadura. Pues bien. Acabada la jornada laboral, Indeciso me propuso ir a Marvao, una preciosa localidad portuguesa que te encuentras apenas cruzas la frontera. Es un pequeño pueblo que corona un montículo en mitad de la llanura. Es un pueblo turístico pero habitado. Quiero decir, que no es un escenario de cartón-piedra para ser fotografiado sin más, como pasa en algunos sitios de la geografía española que no nombraré porque no viene al caso. Destacan sus calles encaladas con toques de vivos colores, y sus miradores que permiten disfrutar de kilómetros de paisaje desde su altura privilegiada. Uno de los reclamos turísticos fundamentales es su castillo. Allí nos dirigimos Indeciso y yo. Conserva las murallas y un par de salas, entre ellas, la de la torre del homenaje, desde la que parte una escalera pétrea de caracol que te permite ascender al mirador más elevado del pueblo.
Allí estábamos los dos, en la oscuridad de la sala de la torre del homenaje, con la débil luz del atardecer que entraba por la puerta y la que caía diluida por los giros cerrados de la escalera. Nos pusimos a hablar en voz baja, como corresponde a los sitios recogidos. Y entonces sucedió algo. Descubrimos que esa sala encumbrada en un pequeño punto de la península tenía una acústica brutal, mágica. Empezamos a cantar (además de amigo, comentarista y jefe esporádico, somos compañeros tenores) y nos quedamos con la boca abierta (redundancia harto necesaria). He cantado en muchos sitios: iglesias impactantes, salas de conciertos diseñadas sólo para la música, teatros, espacios naturales, centros comerciales..., pero jamás había escuchado nada parecido. Alguien construyó sin querer un espacio para la voz. Me cuesta explicarlo con palabras. Cantar en esa sala de Marvao es como si cada nota que sueltan tus cuerdas vocales la recogieran al vuelo un ejército de ingenieros de sonido camuflados en sus muros de piedra y la devolvieran rebotada y convertida en una obra de arte. Nunca me he sentido tan cantante como en Marvao. Jamás me ha gustado mi voz tanto como en Marvao.
La segunda vez que fuimos repetimos, claro. El fin de semana no hubiera tenido sentido sin pasar por el laboratorio. Esta segunda vez cantamos un buen rato y con algunos espectadores que se sentaron tranquilamente a escucharnos en los peldaños del caracol. Un concierto improvisado con efectos potentes en el alma (a las nuestras me refiero). Siempre coqueteamos con la idea de organizar un concierto en esa sala, y algo me dice que algún año lo haremos.
Ahora sólo espero que las autoridades de Marvao no accedan a mi humilde morada bloguera y espero que no me denuncien por usurpar la tranquilidad turística que se respira en su pueblo, sacando a la luz el secreto vocal que encierra su castillo (y que mucho me temo que ni ellos mismos saben).
En uno de esos proyectos literarios futuros que aguardan en el cajón de mi despacho, y que no sé si acabará en novela o en papel para reciclar, hay un extenso pasaje en el que el personaje, tenor semiprofesional de pro, cuenta sus andanzas por Marvao, comparte con el lector su necesidad de regresar a Marvao cada cierto tiempo para congraciarse con su voz. No pensaba escribir sobre Marvao hasta entonces, pero hoy no he podido resistirme.
Hoy quiero llevarte a Marvao y cantar para ti toda la noche.
41 comentarios:
Me había quedado yo con la duda de lo de Marvao desde una antigua entrada tuya, hombrepordios.
Paso sólo para desearte Feliz 2008, que de descanso me hallo.
Yo quiero asistir a ese concierto, si se lleva a cabo. No deberías transmitir tan bien esas sensaciones, porque nos creas una necesidad vital de presenciar el momento en el que se producen. Ainsss.
Pues mira, yo me lo apunto, porque estoy mirando sitios para pasar unos días de vacaciones ahora en febrero...
Feliz año y gracias por tus ánimos :) besotes
Estilografic, descansa hombrepordios, que la gerencia de tu becaría debe agotar al más pintao...
Vitruvia, es mi piel la que escribe, que se me ha rebelado.
Wen, ¡petarda! Digo que ánimo con los idem que queda poquísimo.
Besitos/azos a todos y todas.
Jo, qué buena pinta zurdo. Visitaría Marvao pero con tu voz, así que ya sabes...
Mexileña, tendremos que fletar un autobús, jajajaja, y entrar por turnos. XD
Aún no he tenido tiempo de ponerme al día.
Sólo pasaba por aquí para desearte lo mejor en este año que comenzó ayer.
Un abrazo
Vale! yo acabo a las 20h hoy, cuando me recoges?
Besitos
Marvao! Estuve muchas veces en ese pueblo de paso, viví en Cáceres dos años y cuando volvía a Galicia lo hacía por Portugal, jejejeje. Qué sitio más bonito...
Escriptorum, a la recíproca.
Belén, pues a las 20:01, XD.
Desesperada, si es que tengo un buen gusto que no se puede aguantar, jajajajaja
Con las ganas que tengo de una escapadita, me acabas de dar una buena idea. Investigaré más.
Claro que sin tus cantos no será lo mismo, eh?
Besos y feliz año Mariano.
Feliz año interrogativo.
Pues me alegro que la piel te haya traicionado, y te haya obligado a escribir ahora sobre esa cámara mágica, graicas, piel zurda de Mariano.
Y feliz año a tí, a tu dueño, y a todos los que quereis y los que os quieren!
Cov, que dice mi piel zurda que gracias y que lo mismo para ti.
Hola amigo, se que estas no son formas de presentarse en tu Blog, de sopetón, y tras tanto tiempo... en fin solo desearte un buen 2008. Descubrí tu Blog casualmente hace unas semanas y, sinceramente, estoy soprendido por su (tu) nivel (bueno, tambien algo apenado por algunos temas que he leido).
Un Abrazo.
Diego, bienvenido, y nunca es de sopetón si la presentación es sincera. Muchas gracias por tus palabras.
Quiero ir, quiero ir, quiero ir!!!
Jo Mariano!!! yo quiero ir y escucharte cantar!!! jodido, qué bien sabes transmitir, es una delicia leerte. Me llevas de viaje cuando lo haces como en esta entrada, se me dispara la imaginación inmediatamente y, de forma mágica, allí estoy.
FELIZ 2008 ZURDO!!
besos
Uy qué bien me vendría a mi la escapadita... madremiademivida
Un besazo
Unos lo llaman Comala...otros Marvao.
Feliz y zurdo año!!
Muchos besos.
No sabía yo esto de Marvao, habrá que ir allí a cantar un poco. Besitos
Portugal esconde prodigios entre toallas...
Monsanto es el pueblo más alto de Portugal, el llamado pueblo de los judíos. Subir hasta arriba es una experiencia inolvidable, y lanzar un grito desde allí, aliviaría hasta al ejecutivo más estresado.
Recetaré gritos al vacío cuando ejerza.
A cuidarse, ¡Feliz año de la rima fácil!
Jovekovic, no, si tendré que fletar un autobús de dos pisos.
Ana, gracias guapa, siendo así procuraré llevaros más de viaje.
mart@, qué de amiguitos/as me están saliendo al olor de los viajes, jajaja
princesadehojalata, y al final quedan las sensaciones.
mgqeaol, habrá que ir, sí, y luego ya si eso cantamos algo...
Vitote, una magnífica receta, la de consultas de psicólogos que estarían vacías con buenas vistas y buenos desahogos.
Besitos/azos a todos y todas.
tengo la suerte de conocer Marvao y de vivir muy muy cerquita... si es que las tierras extremeñas son lo mejor (y sus alrededores, claro). Un besote (queda menos para reyes...)
Sub, pues entonces vives en una zona preciosa, y eso que sufristeis un terrible incendio que casi da al traste con la belleza de la zona.
Buenas noches Mariano. Antes que nada, espero que estés bien. Como siempre, la probabilidad de caer en tu blog y que el último post sea interesante, no ha fallado. Me he quedado con las ganas de saber qué cantaste y qué cantarías...
Te deseo un gran 2008, yo seguiré viniendo por estas tierras.
Pero bueno Mariano si has estado aquí al lado, eso se avisa hombrepordios de los ateos!
Marvao es precioso y eso que yo nunca lo vi mientras escuchaba tus cantos, vamos que si hay excursión me apunto ;-).
Besazos y feliz año zurdo.
James Joyce, me alegra verte por acá. Espero que el 2008 nos procure magníficas lecturas mutuas.
12lunas, ¡la de blogueros que conocen Marvao! Tendremos que oficializarlo como lugar de peregrinación y reunión...
Y desde ese dia vuestros cantos formaran parte de la historia de las salas y de esas murallas del castillo... y rezumaran por entre los recovecos, hasta que algun eco los recoja de nuevo... es un castillo precioso, a mi tambien me gusta el de Manzanares el Real, lo unico "malo" es que esta excesivamente restaurado y asi se puede perder algo de romanticismo.
Un abrazo ;)
Adr, me gusta pensar que alguna de las melodías aún siguen rebotando en aquellas paredes, esperando a que vayamos alguna vez a cantarlas de nuevo.
Felicidades también para tí,Mariano. Es estupenda tu estampa sobre Marvao y me ha hecho recordar cuando yo estuve allí hace años. Vaya ya hace años de casi todo. Un saludo.
Queridos reyes magos.
Este año me pido una libretilla de "lugares por conocer" nueva, porque la que tengo ya está llena.
He sido un poco buena, y por eso me pido también una caja de posibilidades.
A ver si es posible, y puedo ir al menos a la mitad de "lugares por conocer".
Y si no es posible, a ver si podéis poner a Marvao un poco más cerca de mi casa ¿si?
Que tengáis un feliz "dosbilocho" (ains, cómo me reí con Vitruvia).
Hombredebarro, de todo hace tiempo y nos queda tiempo para casi todo.
Trasto, tengo a varios operarios preparando la cajita, y a otros tantos tirando de una cuerda que han atado a Marvao para ir acercándolo a tu casita poco a poco...
La próxima vez que canteis en Marvao ¡gravarlo! XDD...! Lo subís en formato mp3, que lo disfrutemos tooodos.
Bikos.
Salondesol, eso está hecho. Lo que no sé es que parte del siglo XXI será, XDDD
Bueno, habrá que ir organizando un viajecito blogueril a Marvao, digo yo (que por algo me nombraste en una ocasión tu organizadora oficial de fiestorros, reuniones y demás eventos multitudinarios).
Besos
Irreverens, di que sí, tu a organizar los viajecitos ya, que para el 2008 la tenemos que liar parda, jajajaja
Mira que me pongo a ello, ¿eh?
:-P
Para el 2008 organizaremos una quedada seguro, que vamos a tener que celebrar unas cuantas cosas...
Ah, ¿sííííííí?
:D
¡Uy, qué nervios...! Pues yo me apunto pero desde ya mismo, ¡eh!
Y si hay que fletar un autobús, yo me pongo de guía, que eso ya lo domino (tras haber dirigido a 120 chavales músicos por tierras catalanas).
:-)
Publicar un comentario