Hay días que me levanto con algodón en el cerebro, algodón que se almolda por los surcos y que se apelmaza contra las paredes del cráneo dejando poco espacio para la circulación fluida de las ideas. Esos días mis pensamientos suelen ser lentos, espesos, circulares y monotemáticos. Es algo parecido a tener sueño habiendo dormido muchas horas. Es algo similar a pasear con una intensa niebla, niebla que penetra a través de los poros y las nanogrietas del cráneo. Reconoceréis probablemente esa sensación de la niebla conquistando vuestra cabeza. Sólo que esa sensación de frío, humedad y embotellamiento suele durar poco, lo justo para coger temperatura. Pero de todos es sabido que el algodón retiene la humedad (quizás no, pero es que si no se me jode la metáfora), así que cuando se juntan niebla y algodón, la primera se instala humedeciendo al segundo. Pues esta sensación de neblina intracraneal algodonada prolongada es bastante típica en mí y me visita en cualquier estación del año (no nombraré las cuatro porque para mí que estaciones, lo que se dice estaciones, vamos por dos y con escasas transiciones entre una y otra). Y no necesariamente tengo que estar triste ni vencido por los elementos. Puedo estar contento, ilusionado y aun así vivir uno de esos días algodonados. Debe ser por mi melancolía militante.
Esta larga introducción (siempre tuve dudas de si las introducciones son imprescindibles o no) es para explicar que hoy es uno de esos días. Podría haberme limitado a decir que hay días que estoy metido en un bucle, pero es que conciso no es precisamente mi segundo apellido. No sé si esta nueva etiqueta se quedará en monoentrada o si habrá más reflexiones zurdas en el futuro. Prefiero no amenazar de momento con más ladrillos como éste.
El día ha empezado genial, vaticinando una semana de mucho trabajo y pequeños resultados (y para el que lo dude, no hablo del trabajo nominal del zulo). Llevamos días en que nuestro sueño va trocando ojalás por ladrillos, poco a poco. La semana ha comenzado con pequeñas conquistas que me han llevado a la siguiente reflexión, que no pretende ser ni inteligente, ni inspiradora, ni sentar bases de certeza. Sólo es una simple reflexión centrifugada por varias horas de viajar en una montaña rusa sin freno.
Hasta para soñar hay que ser valiente. Bueno, para soñar despierto me refiero, porque los sueños apoyados en la almohada suelen venir alborotados de oficio. El cobarde puede soñar mucho y el valiente puede pasar las noches en blanco. O mejor dicho, en negro. Hablamos de la cobardía del que no lo intenta, pero también está la cobardía del que ni siquiera se atreve a soñar que lo intenta.
“Ten cuidado con lo que sueñas que puede llegar a cumplirse”: uno de esos axiomas que soltamos en plan paternalista cuando alguien expresa un deseo complicado de conseguir con el mismo entusiasmo con el que compramos el décimo de lotería de navidad tras décadas jalonadas de paupérrimos reintegros, como si nos dieran envidia los deseos ajenos, o no asumiéramos nuestra incapacidad de desear con la misma vehemencia. Pero esa frase hecha encierra una gran parte de verdad.
Y hay que ser valiente para soñar en varios puntos del camino. Cuando el sueño se hace realidad, claro, pero en ese momento la propia realidad coge la sartén por el mango. Sobre todo hay que ser valiente instantes antes, cuando el tránsito entre lo posible y lo real se va estrechando tanto que casi son uno. Entonces es cuando hay que ser valiente, porque en un ataque de cobardía (prudencia lo llamaríamos para quitarnos presión) podemos retroceder y volver a instalarnos en el mundo de los sueños, podemos convertirnos en soñadores crónicos y patológicos, creyendo regatear la frustración evitando enfrentarnos a cosas difíciles con las que podemos fracasar. Y ese paso atrás es sinónimo de frustración disfraza de otra cosa. Porque no hay nada más frustrante que desear sin hacer. O que haber perdido la capacidad de desear.
Y simplemente hay que ser valientes para soñar, para dejarse llevar por las utopías, para afrontar pequeñas locuras, para aceptar retos que pueden acabar en la misma basura. Lo dice un tipo con muchísima imaginación para crear personajes y situaciones, pero al que le cuesta mucho dejarse soñar. Por fortuna, parece que estoy aprendiendo. Y estoy contento por ello y por ellos.
Esta larga introducción (siempre tuve dudas de si las introducciones son imprescindibles o no) es para explicar que hoy es uno de esos días. Podría haberme limitado a decir que hay días que estoy metido en un bucle, pero es que conciso no es precisamente mi segundo apellido. No sé si esta nueva etiqueta se quedará en monoentrada o si habrá más reflexiones zurdas en el futuro. Prefiero no amenazar de momento con más ladrillos como éste.
El día ha empezado genial, vaticinando una semana de mucho trabajo y pequeños resultados (y para el que lo dude, no hablo del trabajo nominal del zulo). Llevamos días en que nuestro sueño va trocando ojalás por ladrillos, poco a poco. La semana ha comenzado con pequeñas conquistas que me han llevado a la siguiente reflexión, que no pretende ser ni inteligente, ni inspiradora, ni sentar bases de certeza. Sólo es una simple reflexión centrifugada por varias horas de viajar en una montaña rusa sin freno.
Hasta para soñar hay que ser valiente. Bueno, para soñar despierto me refiero, porque los sueños apoyados en la almohada suelen venir alborotados de oficio. El cobarde puede soñar mucho y el valiente puede pasar las noches en blanco. O mejor dicho, en negro. Hablamos de la cobardía del que no lo intenta, pero también está la cobardía del que ni siquiera se atreve a soñar que lo intenta.
“Ten cuidado con lo que sueñas que puede llegar a cumplirse”: uno de esos axiomas que soltamos en plan paternalista cuando alguien expresa un deseo complicado de conseguir con el mismo entusiasmo con el que compramos el décimo de lotería de navidad tras décadas jalonadas de paupérrimos reintegros, como si nos dieran envidia los deseos ajenos, o no asumiéramos nuestra incapacidad de desear con la misma vehemencia. Pero esa frase hecha encierra una gran parte de verdad.
Y hay que ser valiente para soñar en varios puntos del camino. Cuando el sueño se hace realidad, claro, pero en ese momento la propia realidad coge la sartén por el mango. Sobre todo hay que ser valiente instantes antes, cuando el tránsito entre lo posible y lo real se va estrechando tanto que casi son uno. Entonces es cuando hay que ser valiente, porque en un ataque de cobardía (prudencia lo llamaríamos para quitarnos presión) podemos retroceder y volver a instalarnos en el mundo de los sueños, podemos convertirnos en soñadores crónicos y patológicos, creyendo regatear la frustración evitando enfrentarnos a cosas difíciles con las que podemos fracasar. Y ese paso atrás es sinónimo de frustración disfraza de otra cosa. Porque no hay nada más frustrante que desear sin hacer. O que haber perdido la capacidad de desear.
Y simplemente hay que ser valientes para soñar, para dejarse llevar por las utopías, para afrontar pequeñas locuras, para aceptar retos que pueden acabar en la misma basura. Lo dice un tipo con muchísima imaginación para crear personajes y situaciones, pero al que le cuesta mucho dejarse soñar. Por fortuna, parece que estoy aprendiendo. Y estoy contento por ello y por ellos.
23 comentarios:
Pues sí que hay que tener cuidado con lo que se desea... Yo deseaba mucho mucho algo y ese algo pasó. Fué demasiado para mi y aún estoy intentando integrarlo normalmente en mi vida, así que siempre aconsejo a todo el mundo que tenga cuidado con lo que desea, poruqe si de repente pasa no puedes evitar sentirte en parte culpable por haberlo deseado o culpable en plan cósmico o algo así.
Aun así soy de esa clase de persona que no puede evitar seguir soñando, imaginando y deseando cosas con todo el corazón. Los hay que nunca aprenden, eh? XD
No se si se es valiente por soñar o por poner en marcha los engranajes que te llevan al cumplimiento de ese sueño.
Lo que yo siempre me digo cuando alguien te suelta la famosa frase de "cuidado con lo que se sueña" es que si el resultado no es bueno, es que el sueño no lo era, por tanto, no era sueño, sino pesadilla y estas también se cumplen.
Besotes
Pues debo ser la mujer mas valiente del planeta porque siempre estoy soñando con cosas... Algunas se cumplieron y otras (aún) no, pero no desisto...
Parafreseo a Cohelo, Cuando deseas algo mucho, el universo entero se dispone a que lo tengas, o algo así... no soy buena parafraseando! jajajajajjaja
Y ojalá hagáis una casa así de grande de ladrillos como estos! yo os apoyo...
Besos!
P,D tengo ideas para una historia, si la desarrollo, os la mando!
Yo te diría que despiertes, coño, pero que sigas soñando.
Por cierto, que esta mañana... no he pasado por el locutorio.
Un poquito de canguelo puede que haya por ahí, no?
Tanto algodón tanto algodón...
Yo odio esa frase del "cuidado con lo que sueñas", no le veo la gracia por ningún lado, me parece de gente negativa.
Sueña y di gilipolleces, que es lo más bonito del mundo coño.
Yo sueño... pero luego se me olvida. Así puedo tener los mismos sueños una y otra vez e ilusionarme siempre :)
Yo tengo el doctorado en cobardía, pero empiezo a soñar con que algun día conseguiré el de valentía.
(Por cierto, he decidido rebelarme a blogger y a su intento de censurar a cualquiera que no sea de "los suyos", así que ahora, ante la no opción de poner mi link en la firma, pondré en la casilla "alias" la dirección completa. Espero que no te moleste)
Dos frases que creo que haber dicho en alguna ocasion me han venido a la mente.
-> No digas no puedo, di no pude, señal de que al menos lo intentaste.
Siempre hay que intentarlo, digan lo que digan los demas. Siempre.
-> No rechaces los sueños por ser sueños.
Todos los sueños pueden
ser realidad, si el sueño no se acaba.
La realidad es un sueño
(Salinas)
Con lo bonito que es soñar, para que despertar, no? A mi me encanta soñar despierta, aunque sea peligroso, aunque a veces me frustre no lograrlos, me da igual. Siempre sera mejor que una vida sin sueños.
Wen, hay cosas que es mejor no intentar evitar...
Inte, si es que la reina de las reflexiones es vos, y no yo.
Belén, ¡desarrolla, desarrolla!
Estilografic, el locutorio no ha sido lo mismo sin ti...
Clandestino, gracias por decir que digo gilipolleces. Y gracias por animarme a ello.
Rodros, ¿eso no es trampas?
http://vitruvia.wordpress.com, no sólo no me molesta, sino que secundo la protesta. Y sí, conseguirás el de valentía. Lo sé.
Iller, ahí le has dado. La vida sin sueño es..., es... No es casi nada.
A veces me gusta leer estas cosas que escribes con calma, sin comentar ni nada de eso. Cómo hoy.
Pues espero que haya muchas más reflexiones zurdas, me gustan mucho Besitos
Exiliado, pues con calma te digo que gracias.
mgqeaol, las habrá. Ya sabes que soy zurdo y que me como el tarro a partes iguales.
Una vez soñado el sueño hay que seguirlo y perseguirlo. Ese es el reto, la valentía. Eres fuerte. Sois fuertes. Se puede.
Un abrazo
Pues si, de vez en cuando es necesario y deseable atreverse a soñar, aunque a veces despertemos compartiendo cama con la desilusión, pero bueno.
Raquel, eso digo yo, que cuando está al alcance de la mano hay luchar a tope.
Pipi, ¡cuánto tiempo! Pues sí levantarse al lado de la desilusión es uno de los riesgos que hay que asumir. Reglas del juego...
Siempre es mejor dejarse llevar, atreverse a soñar...
Un abrazo.
Anna, aunque dé vértigo y aunque dé miedo no volver a conseguirlo. Soñar amplía la vida.
Di que si, soñemos despiertos, con valentía, que solo se vive una vez...
Bikos.
yo es que sueño tanto que de tanto soñar me ensueño. o sea, que me iría mejor poner un poquitín más los pies en el sueño, merda, quería decir en el suelo! bicos
Salondesol, y hay sueños a los que se les pasa el arroz...
Desesperada, pues te ha quedado bordado lo de los pies en el sueño, XD, me lo apunto.
Los sueños más importantes necesitan mucho de nuestra voluntad, ¿no es así, cuando insistimos en soñar que escribimos?
Uf Mariano...me ha encantado. Completamente de acuerdo contigo, soñar es de valientes. Y valiente es para mí el que, a pesar de sentir miedo, atraviesa esa línea entre el sueño y el cumplimiento del sueño. Porque valiente no es el que no tiene miedo, sino el que teniéndolo, sigue adelante y se arriesga.
Gracias por esta maravillosa entrada.
Besos
Ana, gracias a ti por compartirla conmigo.
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