Quien
puso mamparas en el Viaducto como medida disuasoria sabía del suicidio lo que
yo de nanotecnología.
Samu eligió la madrugada para acudir
a su cita con el kilómetro cero de los suicidas en Madrid. No quería tener que
enfrentarse a ningún buen samaritano que le conminara a abandonar su propósito.
Ya había estado allí varias veces antes
para tomar medidas, calcular trayectorias y definir diferentes alternativas. Su
escasa altura y unas articulaciones devastadas le impedían ni plantearse trepar
las mamparas. Sin duda era un problema importante, pero no lo suficiente como
para haberle hecho desistir.
Llegado el momento se situó en el
punto exacto. De su bolsillo sacó la carta de despedida que había tardado tanto
en redactar. Respiró hondo buscando el impulso decisivo.
Rompió la carta en tantos pedazos
como fue capaz y fue colándola trozo a trozo por la estrechísima rendija que
dejaban las mamparas entre sí. La transparencia del cristal le permitió
contemplar la lluvia de letras cayendo desde el Viaducto a un asfalto
acostumbrado a caídas más contundentes.
Una vez que toda la carta yació
espolvoreada en la calzada, Samu regresó a casa aliviado porque todo había
salido según lo previsto. Sonrió al recordar cuando descubrió la grieta en la
supuesta barrera infranqueable. La vida no había cesado de encontrar las suyas
y esa era su humilde revancha.
Samu se durmió esa noche convencido
de que, sin duda, habría formas más espectaculares de suicidarse, pero pocas
tan definitivas como la que él había elegido.
5 comentarios:
Qué apropiado este relato....
Todo tiene grietas, hasta el suicidio, hasta las notas de suicidio.
Me gusta mucho como te deleitas en cada paso.
Un abrazo
¿Puedes llevar unas flores por mí al cementerio de Fuencarral para un tocayo tuyo?
http://www.eduardoharotecglen.net/blog/archives/1931/04/sobre_la_tumba.html
Besos
Es que lo del suicidio me ha recordado a Larra. Enhorabuena por todos los nuevos libros que estáis editando.
Besos
Deliciosamente escrito, delicioso el final.
Como dijo Buenaventura Cuerda de la Soga, "El suicidio es la valentía de los cobardes".
Besos payasos.
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