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24 de enero de 2013

Resumen no estadístico de las críticas de Resquicios

No sé si el título correcto de esta entrada tendría que ser algo así como reflexiones literarias autobombística, la verdad, pero sigo en mi empeño de agradecer las críticas y en mi afán por aprender de ellas. Incluso de los silencios. El que toca un instrumento o canta sabe que el silencio es música. El que escribe no debe ignorar que el silencio también es crítica.
Hay observaciones casi unánimes y observaciones contrapuestas, como no podría ser de otra forma, pero lo que sí me gustaría destacar por encima de todo es la sinceridad con la que me han traslado sus pareces hasta ahora los lectores y lectoras de la novela. Así lo pido y así lo están haciendo, analizando lo que les gusta y lo que no les gusta de la misma manera, y es muy de agradecer en un mundo este, el literario, en el que se opta por la loa o por el derribo de una manera global, sin pararse a destacar lo bueno y lo malo, que generalmente lo hay en toda obra literaria.
La primera crítica casi unánime es que el libro se lee mejor si se acompaña de papel y lápiz. Obediente que soy, he comprado un montón de lápices para regalar a los que compren Resquicios. Y no es coña, lo que pasa es que siempre se me olvida llevarlos a las presentaciones. ¿Papel? Qué mejor que el de la propia novela. Al menos yo tomo notas en los libros cuando leo.
Casi todas las críticas destacan la profundidad de los personajes, con el estrambote de que se nota que soy psicólogo. Y me alegro de que se note, qué queréis que os diga, porque mi relación con mi profesión siempre ha sido de amor y odio y me refuerza saber que “se me nota” a pesar de eso.
Otra cosa que me hace ilusión es que haya unanimidad sobre un aspecto que yo considero esencial en la literatura: que un libro esté bien escrito. Parece obvio, perogrullístico, incluso, pero cada vez leo más textos mal escritos amparados bajo una supuesta fuerza argumental y a mí, particularmente, esa forma de abordar la literatura no me convence. Estoy de acuerdo en que un excesivo preciosismo puede hacer que el protagonismo del escritor ensombrezca al libro. Y eso tampoco. Pero no renuncio a la belleza en sí de la forma si detrás hay algo que narrar.
En el apartado de las discrepancias también hay unanimidad. Me explico. Tengo a los lectores divididos en dos. Soy como la nata en la leche, que o vomitas nada más verla o te la comes con pan como si fuera un manjar.
Resquicios no es una novela al uso. Esto no le otorga calidad. No sé si se la resta. Y precisamente los quiebros argumentales que la hacen inusual son los objetos de discrepancias. Para algunos lectores no tienen sentido, rompen con el ambiente creado innecesariamente y no aportan nada al hilo argumental. En cambio, para otros, la gracia de esta novela radica en esos requiebros. Para no mentir, diré que creo que la balanza se decanta un poco hacia los que no les gusta.
Lo que sí que ha cuajado, aunque también es cierto que no en el cien por cien de los lectores, es el guiño final a la literatura epistolar.
Y por último resalto algo que me han dicho muy pocos pero que me ha hecho mucha ilusión, quizás porque comparto su idea, y que es Resquicios se trata de una novela bastante cinematográfica, aunque ni por asomo la escribí pensando que lo pudiera ser.
No sé si estas reflexionan aportan algo al que ya se ha leído la novela, al que piensa leerla o al que si se le pasa por la chaveta hacerlo. Como mis personajes, yo también hablo en alto para escucharme decir según qué cosas.
Y sigo recordando que la novela se puede adquirir en papel y en formato digital en la web de la editorial Evohé. Aquí sí que soy infatigable hasta el aburrimiento, lo entiendo y pido disculpas, pero no pararé de apoyar a mi editorial. Por haber apostado por mi novela, y por apostar fuerte, cada día más, por todo tipo de autores y todo tipo de obras:
En papel (sin gastos de envío):
En digital (al módico precio de 3,10€):

4 de febrero de 2010

Abzurdez autobombística

Advertencia: Esta entrada es tan real como abzurda, irrelevante y autobombística.

Hallábame yo ayer tarde en La Clandestina, dónde si no, si sólo me falta dormir en el altillo de la librería, cuando entraron dos clientes. Con los tiempos que corren, esto ya de por sí sería noticia. Pero abandonaremos el tono dramático-financiero para centrarnos en la abzurdez propiamente dicha.
Mientras que uno de los dos clientes pululaba por las estanterías, otro acudió directo a una de ellas. Con los ojos desorbitados espetó un:
-¡Hostia!, por fin lo encuentro...
Cogió un libro, se acercó al mostrador y me dijo:
-Perdona, ¿no tendrás algún libro más de este autor? Es que me encanta y no encuentro nada más en ninguna parte...
-¿Qué autor es?
-Mariano Vega -dice mostrándome el libro.
Hete aquí que el libro que traía en las manos era Relatos metropolitanos y Mariano Vega soy yo.
Y así se lo dije:
-Tengo un par más, una novela y soy coautor de un libro con una novelita muy corta, es que Mariano Vega soy yo...
-¡No me jodas!

Y hasta aquí puedo leer. El resto queda en la intimidad entre el fan enfervorecido y el escritor de culto (entiéndase escritor de culto como aquel que, habiendo publicado, es imposible de encontrar en las librerías, de lo que se deduce que soy un escritor de culto de la leche).
No, si lo que no me pase a mí...

PD. Aprovecho para agradecer a todos los musos y todas las musas que me han regalado un montón de jugosos personajes en la anterior entrada. Que sepáis que todos los personajes se han reunido en cónclave y parece que están urdiendo ya un argumento...

8 de diciembre de 2009

Presentación de Relatos metropolitanos

¿Que por qué presento ahora un libro que publiqué hace un año? Es una buena pregunta para la que no tengo más que malas respuestas.
La única que puede colar, y encima es verdadera, es que me he dedicado el último año a promocionar a otros escritores y escritoras y he dejado de lado mi faceta de escritor. Si suena lacrimógeno, quitadle capas a la cebolla porque estoy muy contento con todo lo que hemos ido consiguiendo desde Editores Policarbonados.
El caso es que hace unas semanas caí en la cuenta de que no había presentado mi último libro, y varias personas me animaron a hacerlo.
Relatos metropolitanos es un libro que reúne seis relatos escritos en el metro. Los tres primeros cuentan historias del metro. Los protagonistas son un guitarrista zurdo, un hombre con dos relojes y la dependienta de una tienda del suburbano. Para los tres últimos, me traje las musas de casa.
Tengo la suerte de que presentará el libro José Naveiras, magnífico escritor y buen amigo.
Y para los que os animeis a asistir, tengo un reto: venid a la presentación en transporte público, libreta y bolígrafo en ristre, y escribid en el trayecto un relato breve, un retrato, lo que sea, lo que se os ocurra. Si os animáis, compartiremos los relatos en el evento. Ah, y los valientes tendrán premio...
Pues eso, que os espero.
Día: 11 de diciembre, viernes, a las 21 horas.
Lugar: Entrelíneas Librebar (C/Gonzalo de Córdoba, 3, Madrid)
Un abrazo zurdo y besitos/azos para todos y todas.

3 de septiembre de 2009

Autobombo: Pack zurdo

Lo prometido es deuda, y yo soy muy de pagar mis deudas, sobre todo si no son crematísticas, así que me dispongo a hablar de mí mismo, de mi faceta como escritor, con pudor pero menos. Avisados quedáis, así que luego no me acuséis de propagar la gripe A o de acrecentar la crisis (a la de nervios me refiero, que la económica ya se acrecienta ella solita).

¿Os pensabais que esta vez os ibais a librar de mis características introducciones, tan farragosas como inútiles? Pues esta vez, dos por el precio de una. Voy con la segunda. Desde bien pequeñito he tenido una tendencia natural a tirarme de cabeza en todos los charcos, vamos que soy un practicante acérrimo del “quienmuchoabarcapocoaprieta”, con mayor o menor éxito, según épocas, fuerzas y envergadura de los proyectos. Conozco mis límites y los del calendario, pero aun así me empeño en intentar forzarlos como si fueran elásticos. Y sí, amiguitos y amiguitas, son elásticos, pero tal como ceden unos milímetros engañosamente te rebotan unos metros. De las múltiples facetas actuales, lamentablemente todas confesables, me centraré en dos: escritor, editor y viceversa.

“De mayor quiero ser escritor.” Esta es una de las frases que más repito al día (de las confesables) desde hace mucho tiempo, desde que era pequeño (lo cual no quiere decir que ya sea mayor, no me seáis tocapelotas). A estas alturas sigo aprendiendo a escribir de grandes maestros (gracias a sus libros) y de mí mismo (gracias a mis errores). No me puedo quejar:
-En 2006 publiqué mi primera novela La tinta azul de la memoria. A pesar del escaso apoyo editorial, el libro se vendió relativamente bien y obtuvo buenas críticas (tanto positivas como negativas). Como ya he comentado más de una vez, hace tiempo rompí me relación contractual con la editorial, con lo que los derechos han regresado a mí. De esa edición, ya huérfana, quedan unos 50 ejemplares que sólo se pueden adquirir en La Clandestina. Después, la tinta azul yacerá en estanterías viejas; sin más. O no, quién sabe.
-En 2008 publiqué un libro de relatos, Relatos metropolitanos (crónicas del y desde el metro), un libro que se salvó de la quema de mi feroz autocrítica pero que ha tenido escasa repercusión (aunque sí buenas críticas).

Y ahora viene lo del quienmuchoabarcapocoaprieta, ya que me mi faceta de editor (más añadidos), me deja poco tiempo para escribir y para promocionar lo que escribo. Y no, no es una queja, ni mucho menos. Estoy encantado editando, mucho más de lo que me imaginaba. Siempre he tenido una idea muy clara sobre la literatura y el mundo editorial y ahora, a pequeñísima escala, tengo el privilegio de llevar esa idea adelante. No me enrollaré al respecto, porque esto merece, por sí solo, otra entrada de autobombo.
Así, dedico más esfuerzos a promocionar los libros de mis autores (y léase “mis” con cariño) que los míos.
Aparte de la escasez de tiempo, hay otra razón más profunda y oscura que ralentiza el ritmo de las teclas (y no, no es mi zurdera, ¡capullos/as!). Simplemente necesito cerrar una puerta para abrir otra. Sin cripticismos, tengo que superar la etapa “tintaazul” y mirar al futuro (y quizás en ese futuro, sin forzarlo, esa novela resurja del pdf, quién sabe). Tengo como una especie de tapón creativo que tengo que descorchar. Dos novelas largas y dos cortas me están esperando, hartas de chupete y biberón porque ya están bastante creciditas.

Es por ello que lanzo una megaoferta, mi pack zurdo con el que pretendo matar dos pájaros de un tiro: promocionar Relatos metropolitanos y acabar con la edición de La tinta azul de la memoria (hablando en plata, que cuasiregalo la novela).


Cómpralo por paypal, rápido y seguro.


15,00 € (gastos de envío incluidos para península y Baleares)

Y como dicen en la teletienda, esta oferta no se puede encontrar en librerías, ni siquiera en la mía, es sólo un ofertón literazurdero que durará hasta agotar existencia.

Y ahora os tengo que dejar, queridos amiguitos y amiguitas, porque parece que noto los primeros efectos del laxante, y el estreñimiento creativo promete convertirse en una diarr… ¡que no llego, que no llego!

PD. Para dudas, consultas, sugerencias, donaciones de todo tipo, amenazas de muerte, anónimos cachondones, intercambio de votos (ejem): latintaazuldelamemoria@hotmail.com