No es casualidad que la cuerda
elegida para fabricar las sogas tenga unos pelillos que resultan muy molestos
al contacto con la piel. Se trata de que el ahorcado agradezca que alguien por
fin le libere del picor del cuello.
Publicado por Mariano Zurdo en 20:27
Etiquetas: Microrrelatos
1 comentarios:
Ya sé a lo que me recordaba ligeramente muy en el fondo estos desbarajustes que cuelgas!!!
Relatos lucianescos :)
Deberías quitarte la soga del cuello y releer Los sueños de Quevedo.
Küsschen
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