Dos ojos contra uno. Dos bien abiertos frente a uno
parapetado tras la mirilla. Ambos se han elegido mutuamente. Había más pares de
ojos a un lado y varias mirillas al otro, pero se han buscado, se han
encontrado y han decidido acomapañarse en la experiencia.
Los metros de distancia se acortan. Para uno por la
mirilla telescópica. Para otro porque sus dos ojos ya no tienen otra cosa que
mirar. No tiene ganas de repasar todo su pasado en un solo instante y el futuro
no existirá en breve. Únicamente le queda mirar el presente y el presente le
espera tras esa mirilla.
Ambos dos, sendos tres ojos, esperan la orden.
Tres ojos, una mirilla, un dedo, un gatillo y una
bala esperando la nueva orden tras el ¡carguen! y ¡apunten!
Pero tras el ¡carguen!, ¡apunten! no llega el consabido
¡disparen!, sino un ¡corten!
El director monta en cólera porque no encuentra
pánico en los dos ojos ni violencia tras la mirilla. Pide, él sí colérico, más
vísceras. Cinco minutos de descanso. A la vuelta espera un cambio de actitud o
llamará al productor para parar definitivamente el rodaje.
El escritor repasa la novela, el guionista la
adaptación y los actores releen la escena buscando afinar la interpretación.
Iluminación, cámaras, maquillaje, sonido se reúnen para buscar una solución.
1 comentarios:
Joder, qué impresión, de verdad, una pasada. He sentido que me llevabas por donde te daba la gana.
Felicidades
Un abrazo
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