Entre nosotros nos llamamos comerciales coyunturales. En la organización está el éxito, a cada uno se le asigna una boca de metro para trabajar y estamos agremiados para echarnos una mano siempre que haga falta. Que llueve a cascoporro, vendemos paraguas, que hace un calor desértico, pues botellas de agua heladas. Que se prevé una bajada de la potencia eléctrica, vendemos linternitas y velas. No nos queda otra que ser eficaces y nos adaptamos a las circunstancias con una velocidad impresionante. Si no, ese día no comemos. El único fallo gordo lo tuvimos cuando anunciaron las plaga de langostas. En pocas horas todos estábamos abastecidos de toallitas húmedas, de esas con olor a limón que se usan para limpiarse las manos después de comer marisco. Hasta ahí, sin problemas. Lástima que nadie nos advirtiese de que las langostas que iban a caer del cielo eran insectos ortópteros y no crustáceos marinos.
9 de noviembre de 2012
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4 comentarios:
Muy bueno, Mariano. Me ha gustado mucho Deberíais haber previsto que las plagas caen de las alturas, solo eso.
Un beso gris como el día, que es para borrarlo.
muy buen relato y ademas estas langostas si que son una plaga
muy buen relato y ademas estas langostas si que son una plaga
Me has arrancado una sonrisa, Mariano.
Buen micro.
Un saludo.
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