Siempre me
gustó la lluvia. Caminar despacio debajo de esa alcachofa móvil que te hace
renacer como si de un nuevo bautizo se tratara. Llegar a casa, quitarte la ropa
empapada y calentarte al lado del radiador, o bajo otra ducha, esta vez
caliente.
Siempre me
gustó la lluvia. Pero qué molesta cuando uno ha recibido un disparo en el
estómago y yace desangrándose a la espera de que acuda el Samur. O el juez.
2 comentarios:
Será que soy casi gallego, que lo primero que vino a mi mente fue aquello de que nunca llueve a gusto de todos, Mariano.
Ni a gusto de uno todo el tiempo, se me ocurre apostillar.
Un saludo,
Me gusta esa puntilla final de "o el juez". Maldita coyuntura. Un saludo, Mariano.
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