Aviso. Esta entrada no pretende sentar cátedra, ni busca el rigor científico, ni persigue persuadir a nadie de nada. Está escrita de un tirón y sin corregir.
No pretendo nada con ella, es sólo una reflexión espontánea y en alto (vamos, apretando muy fuerte las teclas).
A raíz de varias entradas de amigos blogueros en los últimos días y, sobre todo, a raíz de múltiples conversaciones en los últimos años, me animo a confesarlo. Sin tapujos. Sin pudor (bueno, con un poco):
Sí, soy psicólogo.
Apenas ejerzo ya, mi relación con la psicología es residual. Doy algunas clases de vez en cuando, pero poco más. Hace mucho tiempo que no hablo de esto. Y hoy me apetece. ¿Por qué? Yo qué sé…
Yo de pequeñito quería ser biólogo. Soy de la generación de “El hombre y la tierra” y, como muchos de entonces, quería ser el nuevo Félix Rodríguez de la Fuente. Empecé Biología y, por razones que ahora no vienen a cuento, lo dejé al terminar el primer curso. En un arrebato para el que no busco explicación, me cambié a Psicología. Es una de esas decisiones que se toman a la ligera, aparentemente, pero de la que me alegraré toda la vida, a pesar de los sinsabores, que han sido muchos. Más que a nivel profesional, me ha ayuda a nivel personal, ya que me ha permitido ampliar la perspectiva, aumentar el ángulo y la profundidad de visión, ser más permisivo; y más exigente.
Una de las cosas peores de ser psicólogo es intentar ligar y que se te escape que lo eres. Habrás ganado otra amiga y habrás perdido otro polvo. Gracias al dios de los ateos estoy retirado del mercado…
No, tranquilos, no voy a hacer una disertación sobre escuelas de psicología, sobre diferentes terapias ni nada por el estilo.
Ni siquiera voy a intentar salvar al gremio con cuatro frases bonitas. Que la gente empiece a tener menos suspicacias con ir al psicólogo, depende en gran medida, aunque no sólo, del trabajo diario que se haga en las consultas.
Eso sí, creo firmemente en la utilidad de la psicología, y también en la libertad individual de echar mano o de renegar de ella. Y rompo una lanza por todos los que están haciendo su trabajo de una manera eficaz y profesional, que son muchísimos.
Sólo pretendo dar una visión de lo que para mí puede aportar un psicólogo en un momento dado en la vida de una persona.
Hay mucha leyenda y mucha creencia falsa alrededor de los psicólogos. Y ojo, muchas veces potenciadas por los propios psicólogos, porque incompetentes y prepotentes hay en todas partes. La diferencia sustancial es que los psicólogos trabajamos con personas. ¿Obvio? Debería serlo. Sé que esto escocerá entre mis antiguos colegas, pero hay demasiado psicólogo que se aprovecha de su situación de poder para convertirse en una figura paternal, dictatorial, de gurú, sin la que el cliente (lo siento, pero jamás he utilizado la palabra paciente) se siente cojo, perdido. Vaya porquería de terapia si supedita el bienestar a convertirse en la sombra del psicólogo. No hablo de oídas, lo he visto. También he visto trabajar a magníficos profesionales de los que he aprendido muchísimo (casi todos ellos, lejanos al ámbito universitario, por cierto).
Y tampoco me vale el psicólogo que no entiende que el primer paso es crear un ambiente de confianza en el que la relación terapéutica pueda crecer de una forma paulatina. El psicólogo no tiene un status tal que el cliente tenga que hacerle caso de una manera ciega, tiene que ganarse el respeto y la confianza. El cliente no va al psicólogo por capricho, sino porque necesita orientación. La terapia es un proceso entre dos, en el que ambos tienen que llegar a consensos y estar convencidos de que quieren trabajar por un camino determinado. ¿Se establecen relaciones de poder? Sin duda, por la naturaleza propia de la relación terapéutica, pero hay que saber manejarlas.
El psicólogo no hace magia.
El psicólogo no es más listo ni más fuerte que el cliente.
El psicólogo no es un aplicador de técnicas infalibles.
Cada cliente es diferente y no hay pautas prefijadas.
El cliente no tiene que hacer cosas que no quiera.
El cliente, por definición, no es millonario.
Asesorar no es lo mismo que imponer.
No todos los problemas tienen solución.
La solución, si la hay, no la tiene el psicólogo, la tiene el cliente.
Muchas veces los clientes buscan lo que no se les puede dar y los psicólogos dan lo que nadie les ha pedido.
Para mí el psicólogo tiene dos papeles fundamentales.
Uno, y no tan sencillo como parece a primera vista, es servir de oreja. Insisto, no es una tarea fácil, no sirve cualquier tipo de escucha ni cualquier tipo de acompañamiento. Es muy típico escuchar en muchos ámbitos lo de “yo es que soy muy bien psicólogo, porque sé escuchar y enseguida me cuentan todo”. Y no es una función baladí. Una escucha y un acompañamiento bien hechos pueden ser de gran utilidad.
Dos, analizar con ayuda del cliente qué recursos le faltan para afrontar ciertos problemas y entrenarle, asesorarle sobre cómo conseguir, potenciar y adecuar esos recursos a su vida diaria.
Siempre fue un psicólogo poco psicologista, en el sentido de que siempre he pensado que las soluciones empiezan siempre por uno mismo, pero tampoco soy un defensor de la heroicidad. Defender el fuerte con una sola persona no siempre es lo ideal. Y a veces es lo mejor. ¡Qué jodío!, pensará más de uno, este tío no se moja… No, no me mojo, efectivamente. Creo que la psicología es una herramienta muy útil y que cada uno puede utilizarla o no en función de sus creencias, fortalezas, debilidades, situaciones y experiencias vitales, apoyos cercanos, economía (dato importante) y un montón de circunstancias más que no tienen por qué estar catalogadas.
Ser psicólogo requiere de unos conocimientos asentados y de una madurez personal muy difíciles de conseguir. A veces se da el salto desde la universidad demasiado pronto y con escasa preparación. Pero también insisto en que hay magníficos profesionales realizando una labor fundamental y muy ingrata, porque, todavía, navegan a contracorriente.
Para mí es una de las profesiones más bonitas, muy dura, pero muy gratificante.
Claro, que ahora soy editor y librero, y es más fácil hablar de todo esto. O todo lo contrario.
Si habéis llegado hasta aquí, enhorabuena por el aguante. Cuando me pongo denso y se me ponen a hablar los codos no me soporto ni yo mismo…
No pretendo nada con ella, es sólo una reflexión espontánea y en alto (vamos, apretando muy fuerte las teclas).
A raíz de varias entradas de amigos blogueros en los últimos días y, sobre todo, a raíz de múltiples conversaciones en los últimos años, me animo a confesarlo. Sin tapujos. Sin pudor (bueno, con un poco):
Sí, soy psicólogo.
Apenas ejerzo ya, mi relación con la psicología es residual. Doy algunas clases de vez en cuando, pero poco más. Hace mucho tiempo que no hablo de esto. Y hoy me apetece. ¿Por qué? Yo qué sé…
Yo de pequeñito quería ser biólogo. Soy de la generación de “El hombre y la tierra” y, como muchos de entonces, quería ser el nuevo Félix Rodríguez de la Fuente. Empecé Biología y, por razones que ahora no vienen a cuento, lo dejé al terminar el primer curso. En un arrebato para el que no busco explicación, me cambié a Psicología. Es una de esas decisiones que se toman a la ligera, aparentemente, pero de la que me alegraré toda la vida, a pesar de los sinsabores, que han sido muchos. Más que a nivel profesional, me ha ayuda a nivel personal, ya que me ha permitido ampliar la perspectiva, aumentar el ángulo y la profundidad de visión, ser más permisivo; y más exigente.
Una de las cosas peores de ser psicólogo es intentar ligar y que se te escape que lo eres. Habrás ganado otra amiga y habrás perdido otro polvo. Gracias al dios de los ateos estoy retirado del mercado…
No, tranquilos, no voy a hacer una disertación sobre escuelas de psicología, sobre diferentes terapias ni nada por el estilo.
Ni siquiera voy a intentar salvar al gremio con cuatro frases bonitas. Que la gente empiece a tener menos suspicacias con ir al psicólogo, depende en gran medida, aunque no sólo, del trabajo diario que se haga en las consultas.
Eso sí, creo firmemente en la utilidad de la psicología, y también en la libertad individual de echar mano o de renegar de ella. Y rompo una lanza por todos los que están haciendo su trabajo de una manera eficaz y profesional, que son muchísimos.
Sólo pretendo dar una visión de lo que para mí puede aportar un psicólogo en un momento dado en la vida de una persona.
Hay mucha leyenda y mucha creencia falsa alrededor de los psicólogos. Y ojo, muchas veces potenciadas por los propios psicólogos, porque incompetentes y prepotentes hay en todas partes. La diferencia sustancial es que los psicólogos trabajamos con personas. ¿Obvio? Debería serlo. Sé que esto escocerá entre mis antiguos colegas, pero hay demasiado psicólogo que se aprovecha de su situación de poder para convertirse en una figura paternal, dictatorial, de gurú, sin la que el cliente (lo siento, pero jamás he utilizado la palabra paciente) se siente cojo, perdido. Vaya porquería de terapia si supedita el bienestar a convertirse en la sombra del psicólogo. No hablo de oídas, lo he visto. También he visto trabajar a magníficos profesionales de los que he aprendido muchísimo (casi todos ellos, lejanos al ámbito universitario, por cierto).
Y tampoco me vale el psicólogo que no entiende que el primer paso es crear un ambiente de confianza en el que la relación terapéutica pueda crecer de una forma paulatina. El psicólogo no tiene un status tal que el cliente tenga que hacerle caso de una manera ciega, tiene que ganarse el respeto y la confianza. El cliente no va al psicólogo por capricho, sino porque necesita orientación. La terapia es un proceso entre dos, en el que ambos tienen que llegar a consensos y estar convencidos de que quieren trabajar por un camino determinado. ¿Se establecen relaciones de poder? Sin duda, por la naturaleza propia de la relación terapéutica, pero hay que saber manejarlas.
El psicólogo no hace magia.
El psicólogo no es más listo ni más fuerte que el cliente.
El psicólogo no es un aplicador de técnicas infalibles.
Cada cliente es diferente y no hay pautas prefijadas.
El cliente no tiene que hacer cosas que no quiera.
El cliente, por definición, no es millonario.
Asesorar no es lo mismo que imponer.
No todos los problemas tienen solución.
La solución, si la hay, no la tiene el psicólogo, la tiene el cliente.
Muchas veces los clientes buscan lo que no se les puede dar y los psicólogos dan lo que nadie les ha pedido.
Para mí el psicólogo tiene dos papeles fundamentales.
Uno, y no tan sencillo como parece a primera vista, es servir de oreja. Insisto, no es una tarea fácil, no sirve cualquier tipo de escucha ni cualquier tipo de acompañamiento. Es muy típico escuchar en muchos ámbitos lo de “yo es que soy muy bien psicólogo, porque sé escuchar y enseguida me cuentan todo”. Y no es una función baladí. Una escucha y un acompañamiento bien hechos pueden ser de gran utilidad.
Dos, analizar con ayuda del cliente qué recursos le faltan para afrontar ciertos problemas y entrenarle, asesorarle sobre cómo conseguir, potenciar y adecuar esos recursos a su vida diaria.
Siempre fue un psicólogo poco psicologista, en el sentido de que siempre he pensado que las soluciones empiezan siempre por uno mismo, pero tampoco soy un defensor de la heroicidad. Defender el fuerte con una sola persona no siempre es lo ideal. Y a veces es lo mejor. ¡Qué jodío!, pensará más de uno, este tío no se moja… No, no me mojo, efectivamente. Creo que la psicología es una herramienta muy útil y que cada uno puede utilizarla o no en función de sus creencias, fortalezas, debilidades, situaciones y experiencias vitales, apoyos cercanos, economía (dato importante) y un montón de circunstancias más que no tienen por qué estar catalogadas.
Ser psicólogo requiere de unos conocimientos asentados y de una madurez personal muy difíciles de conseguir. A veces se da el salto desde la universidad demasiado pronto y con escasa preparación. Pero también insisto en que hay magníficos profesionales realizando una labor fundamental y muy ingrata, porque, todavía, navegan a contracorriente.
Para mí es una de las profesiones más bonitas, muy dura, pero muy gratificante.
Claro, que ahora soy editor y librero, y es más fácil hablar de todo esto. O todo lo contrario.
Si habéis llegado hasta aquí, enhorabuena por el aguante. Cuando me pongo denso y se me ponen a hablar los codos no me soporto ni yo mismo…
35 comentarios:
Pufff punto y final..no se hizo pesado.Lo que me resulta drástico es¿cómo llegaste a ser, librero, edirtor, amante de las letras?Vueltas que da la vida, supongo.
Todos tenemos varios conceptos erróneos respecto a si se puede solucionar algo o parte de tu vida dentro de una consulta...tengo mis dudas...
Saludos
Pues fíjate, yo también tengo mis dudas, y eso que he visto de cerca mejoras sustanciales en consulta.
Y lo de librero-editor-escritor creo que va más con mi esencia, pero lo descubrí más tarde, XDDD
Hola Mariano, como bien dices, hay de todo en cualquier profesión.
Aun sigo con el sindrome de la vuelta a casa(ya pasará).
So quereis reir un rato:
Psiquiatras, Psicólogos y otros enfermos.
Espero el pack, con esa firma zurdaaaaa.
Besosssssssssssssssss
yo empecé a leerte pensando que iba a ser un rollo, jeje pero me parece muy interesante lo que dices y me lo he leído entero. Imprescindible lo de la relación de confianza, en mi caso fue primordial, yo soy muy chulita y pensaba que no me serviría de nada ir al psicólogo, pero consiguió ganarse mi confianza muy pronto y a partir de ahí.. (Lo cuento por si alguien piensa como yo, que se anime a ir).
Hola amigo!!
En primer lugar quería darte las gracias por poner un comentario en mi blog (que la verdad es que se agradece). En cuanto a tu post, decirte que me ha encantado,sobre todo, por tu sinceridad y por la forma en que fluyen tus palabras.
Personalmente, yo pienso que, efectivamente, la respuesta siempre la tiene uno mismo, pero no siempre sabe encontrarla, y ahí entra la labor del psicólogo: orientar, aconsejar, guiar, escuchar...
por supuesto, (y también me ha gustado como lo defines), cada cliente es un mundo...
La verdad es que me ha encantado leerte.
Un saludo y gracias por todo!!.
Guau, buena disertación, pues te ha salido redonda. Me alegra saber que no andaba desencaminado con mis ideas acerca de esa profesión, que considero muy importante en la sociedad y respeto mucho.
Pese a todo al psicólogo lo veo como al mito del dentista. Me explicaré brevemente: preferiría antes ir al dentista. Y es que los psicólogos dan MIEDO a mucha gente, entre la que me incluyo.
Creo que todos sobrevivimos a base de ciertos apoyaderos (perdona que hable en jerga vulgar, no sé cómo lo llamáis en psicología), creo que las personas adultas, maduras y autónomas, no necesitan de tantos apoyaderos.
Si le quitas un apoyadero a una persona madura, él sabrá sortear la dificultad; si se lo quitas a alguien no tan maduro o preparado, puede hundirse. Creo que la diferencia entre una persona madura y otra que no lo es tanto, es que la madura, aparte de tener más experiencia, empatía y conocimiento, sabría resolver una situación de conflicto de una forma adecuada. La vida está llena de problemas y conflictos, por eso la capacidad de saber resolverlos con valentía y tesón, es tan importante.
Yo me veo psicológicamente con mis pros y mis contras. Creo que me veo unos cuantos pros, he ido descubriendo difcicultades y superando retos con los años, y me alegra, me he vuelto más valiente al acercarme al fuego, que antes me daba miedo (metafóricamente), a veces aún quemándome. Sin embargo veo mis muchos puntos flacos, y me dan miedo, creo que para empezar mis agarraderos son frágiles y no soportarían una tormenta, y que por eso me falta experiencia y madurez, que quiero conseguir. Mi punto flaco es la manifestación de mis sentimientos, que reprimo de alguna forma. Como ejemplo te diré que, supongo que salvo alguna excepción que ahora no recuerdo, no he llorado desde que era un niño, yo nunca lloro, y eso dicen que es malo. En ese mismo punto creo que tapo unas carencias o problemas con una artificial moral de 'dureza'.
Me cawen dios (con perdón de tu dios de los ateos), te he metido una chapa de caballo. He abusado de tu condición de psicólogo, puedes mandarme a la mierda si quieres XDD
Carpe, ¡mándame la dirección chiquilla!
Geminis, lo que cuentas es muy habitual, un combate inicial a ver quién puede más, jajajaja. Las primeras consultas son esenciales, sin duda. Y el cliente-chulito es muy jodido, créeme...
Marisilla, gracias a ti por devolverme la visita y por opinar. Sé bienvenida.
Julián, jamás mando a la mierda al que aporta cosas. Y tú acabas, generosamente, de hacerlo.
Un abrazo zurdo para todos y todas.
Mariano ante todo gracias por tus palabras en nuestro blog.
Y toda la razón con los acentos corregido el error y a tu disposición cuando gustes.
Muy interesante tu paso de psico a librero por cierto mi mujer es colega tuyo pero ejerce como orientadora en un cole. Yo en cambi soy químico asi que en ocasiones los acentos y el sulfúrico no se llevan bien.
Felicidades por tu blog y gracias por la visita y por tus comentarios siempre constructivos
El post es bueno,coherente y despliega un buen argumentario, pero sigo con el mar.
Petonets/assos.
He conocido el tema de los psicologos clínicos k trabajaban con anoréxicas por k mi suegra era enfermera en el mismo pavellón de psiquiatria dónde trataban a esas crias...Es gratificante ,sin duda, cuando se consigue el objetivo...pero en la mayoría de estos casos en cocreto es un camino duro, demasiado duro...Yo si creo en la psicologia y seguro k aunque sin consulta Mariano sigues ejerciendo....Si vuelvo por Madrid me haces una sesión por k he de reconocer k cuando me ha llegado mi Nancy negrita de edición limitada esta mañana...me he puesto a hablarle...XD...en serio...
Hola Mariano!
¿Por qué no te gusta la palabra "paciente"? Aunque "cliente" es la persona que está bajo la protección de otra, suena más a "cliente de una carnicería", papelería..., etc.
Bueno, eso aparte.
Vamos a los psicólogos.
Estudié Psicología dos años y tuve que dejarlo, por motivos que no vienen al caso, pero me apasionaba.
¿Y quién me hubiera dicho, entonces, que años más tarde necesitaría ponerme en manos no de uno, sino de dos?
Y lo maravilloso que es, después de cuatro años de terapias, que te digan: "Ya puedes valerte por tí sola; te doy el alta".
Estoy a favor de ellos y, si es necesario, también de los psiquiatras.
Un abrazo!!
Es cierto, muchas veces tenemos a los psicólogos como "maestros de la mente" alguien que cuando le digas dos palabras te va a conocer mejor que tú mismo y va a sacar a la luz tus trapos más sucios y escondidos. Normal que les tengamos cierto rechazo.
He conocido a varios psicólogos que me han quitado poco a poco la idea de la cabeza, pero me consta que mucha gente la sigue teniendo.
Hola, me llamo Lola y también soy psicóloga (jeje, ¿es la liga de psicólogos anónimos?).
Hablando en serio. Yo tampoco ejerzo ahora como psicóloga, pero me sigue siendo muy útil en mi vida diaria y también como escritora.
Estoy de acuerdo en que es una profesion muy bonita.
Mariano, lo de los polvos perdidos me ha enternecido mucho. Espero que, en su día, supiera tener la boca cerrada...
Un abrazo, doctor.
No sabes cómo em ha gustado tu entrada, y de rollo nada! hace mucho que leer tu blog es un placer pseudo diario ;)
Yo voy a terapia, hago gestalt con psicocorporal. Mi trabajo hace que tenga que echar mierda fuera y mi psicóloga lo hace de maravilla. Elegí muy bien la corriente y la forma de trabajar antes de empezar, y me lo tomé (y tomo) muy en serio.
Yo tambien he visto como hay compañeros tuyos que dicen lo que hay que hacer, como si todos fuéramos lo mismo, pero eso no me convence. Yo abogo por el conociemiento interior de cada uno, eso implica un trabajo que es muy duro, pero satisfactorio. A día de hoy te digo que sin mi psicóloga no hubiera podido llegar hasta aquí, pero no por ella, si no porque me enseñó a buscar en mi las herramientas y comprender mejor lo que soy. Lo hice con su ayuda, pero lo he hecho yo sola :)
Besicos
P.D toma rollo de comentario, ea!
Pues ni soy psicólogo ni lo he sido ni lo seré. De todos modos es una profesión que me parece apasionante, aunque cuando te topes con un@ que vaya sólo a por la pasta, tiene que ser un poco chungo y peligroso.
Creo que ayudar a las personas, del modo que sea, es una de las más altas aspiraciones humanas. Y ayudar a que cada uno descubra qué camino ha de tomar para conseguir una relativa estabilidad afectiva, emocional, vital, etcétera, tiene que ser complicadísimo.
Abrazos.
El camino de la psicología a la librería y a la escritura es un camino natural, lo recorren muchos, con mejor o peor fortuna, la tuya sin duda mejor y lo que vendrá.
Peor lo tenemos los químicos....
Un abrazo señor librero, siempre he creido que las librerias son unas consultas psicológicas muy lógicas
Hay profesiones en las que ser "buena gente" no es necesario para ser un buen profesional. Hay otras en las que sí. Sobre todo en las profesiones que requieren un trato directo con la gente.
Tengo un amigo. Y aunque no soy muy exigente, a mis amigos los mido con vara rasa, los tengo muy escogidos... son lo mejor de cada casa. A mi amigo le conocí como sicólogo. Y el dia que gané al amigo, perdí al sicólogo.
Me resultó sorprendente cuando me explicó que, siendo humano como és, cuando lo necesita, él también va al sicólogo.
De éso hace muchos años... y en ése momento entendí que si tienes un amigo panadero, no le pides a todas horas que hable del tiempo de cocción del pan, ni que esté pendiente de la fermentación del pan que han puesto en la cena...
Y sobre la derivación de sicólogo a librero... hay muchos libros cura-almas también. Creo que es una buena derivación, beneficiosa para el cliente de la librería.
-azos
Desde mi ignorancia de la profesión (sólo conozco a un psicólogo, y me temo que ése eres tú), y echando mano por tanto sólo de la lógica y la intuición, me da la sensación de que tienes toda la razón en todos y cada uno de los puntos que tocas.
Una duda que me surge de pronto: ¿qué haría un psicólogo en el caso de que necesitara ir al psicólogo?, ¿se autoanalizaría o recurriría a otro profesional?, ¿le crearía ello algún tipo de conflicto?
A mí me gustaría saber más de psicología y parto de la base de que todos estamos un poco locos, cada uno a su manera, y creo que la cosa se irá agravando con las generaciones venideras... Seguro que tus dotes de psicólogo te ayudan mucho en tus relatos...
dirty saludos¡¡¡¡
Orientacionandujar, bienvenido aquí también. Construir, esa es la cuestión.
Jovekovic, mi querido y maldito autor, yo también me quedo con el mar.
NÚRIA, el tema del que hablas en concreto es durísimo. Yo no trabajé en él pero sí que conozco gente que lo hace. Y hay que tener mucha tolerancia a la frustración para afrontarlo.
Mª Mercè, paciente tiene connotaciones de enfermedad que no siempre se cumplen. No pasa nada por estar enfermo, pero no todos los que van al psicólogo lo están.
Deprisa, ni te imaginas la de veces que me han pedido que les adivine el pensamiento-emoción y que les dé la fórmula mágica de la felicidad, grrr
Lola Mariné, parece que ambos hemos derivado felizmente hacia las letras…
Javier Menéndez Llamazares, me temo que no la cerré lo suficiente, XDDD
Belén, tu comentario complementa a las mil maravillas mi reflexión.
Amando Carabias María, completamente de acuerdo. Sólo hay que saber manejar esa potencialidad de ayuda.
Mi nombre es alma, no sé si es una transición lógica, pero yo estoy encantadísimo.
Trasto, son muchos los psicólogos que de vez en cuando se ponen en manos de colegas, es relativamente normal, sí.
Estilografic.blog, pues es una buena duda, caballerete. Conozco de todo, muchos que recurren a los colegas para “descargar” y otros que no irían a consulta ni locos.
Dirty Clothes, pues sí, una de las cosas para las que me ha servido es para escribir. Intento siempre buscar cierta hondura psicológica en mis personajes.
No siempre me sale.
Besitos/azos para todos y todas
Una amiga mía es psicóloga, la conoces, Mariano... y ella va a consulta de supervisión para ser mejor terapeuta, es seria, se lo toma en serio, sabe que muchas veces tiene en sus manos almas divinas, y no quiere meter la pata ni crear interferencias con su vida y sus sentimientos...
Es un trabajo muy bonito, no puedo si no dar las gracias a todos, en serio...
(y tu has sido psicólogo mío, querido Mariano de mis entretelas)
Besicos
A mí la psicología siempre me ha parecido una profesión muy hermosa, pero en la que hay que gozar de un cuidado extremo por parte de quien orienta la consulta y escucha, para como bien han dicho por ahí arriba (creo que ha sido belén) no interferir en ciertas partes internas de la persona, es decir, apoyar las pautas que la persona determina, a través de su reflexión y a través de terapias específicas que le ayuden a buscar en su interior las respuestas y las soluciones.
Un besito desde los charcos.
Uy, pensaba que había comentado y resulta que no !
Mariano, qué te voy a decir yo...... cuando tenga algo interesante que aportar me paso otra vez :)
Muy interesante Mariano. Tanto que he hecho un corta y pega y se lo he enviado por mail a un amigo que mañana se estrena como cliente (me llamó la atención el término, pensé que utilizabais la palabra paciente).
Un beso grande y zurdo.
He leido tu post y me parece muy interesante y de antemano te digo que comparto todo lo que dices, sin embargo , y digo de antemano que es una intuicion, me da la impresion de que aun a estas alturas de la pelicula un psicologo parece que tiene que justificar y gritar a los cuatro vientos que es un tipo preparado para afrontar el reto de tratar un paciente...no se si me he explicado...por si acaso lanzo una pregunta...Crees que un Neurocirujano hubiese escrito un post como este ?
Un abrazo fuerte
Alfonso
Y yo soy minero...
Si ésta es tu concepción de la psicología... casi seguro que eres buen psicólogo :) (aunque no sea ya en una consulta). Si alguna vez necesito este tipo de ayuda espero toparme con el profesional adecuado...
¡Tengo muchas ganas de conocer "La Clandestina", por cierto! Espero tener ocasión la próxima vez que vaya a Madrid.
Saludos,
Paula
Esteeeeee lo que más me ha gustado es que vos llamaste a los locos.. clientes. Qué bien le fueron las clases en la universidad que le dieron rapidamente la visión clara de esta bella profesion!!!
bueno aunque siempre que llega una bella dama a la consulta hay que negociar jejeje vos entedeeessssss
No sé como lo hago, últimamente me rodeo de psicólog@s (No estoy loco, al menos eso creo yo jaja!!)en el trabajo, mis compañeras, viendo currícula vitae, y ahora un psicólogo zurdo jeje!! >_- Saludos.
La verdad es que en este post te has explicado como un...psicólogo jajajaja
(a mí sí se me ha hecho un poquito largo...)
Pues es un tema bien interesante. A mí me parece una profesión durísima, que requiere un gran equilibrio personal.
Besos, disertador (a mí no me ha resultado ni larga ni corta ;-) sino ajustada a contenido)
Y como psicologo ¿que libro o libros aconsejas a la mama de una niña con síndrome de down, que tiene sus altos pero tambien sus bajos?.
Y ademas va demasiado deprisa en ocasiones.
Yo también pasé por la consulta de un psicólogo.
Y debo decir que me fue bien.
De todos modos, él mismo confesó que de haber tenido él 20 años menos de experiencia en su profesión, yo le habría marcado un gol como una casa.
Lo cuento porque, como en todos los oficios, hace falta tener madera pero también mucho mundo para poder guiar a alguien... a su pesar.
:)
Después de leerte creo que sigues siendo psicólogo en el fondo y en la forma.
Además el título del post te ha delatado :-P
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